CULTURA › RICARDO FORSTER HACE UN BALANCE DE LOS FOROS POR UNA NUEVA INDEPENDENCIA
El filósofo y ensayista, a cargo de la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional, señala que los seis foros realizados –el último en Tucumán– apuntaron a “pensarnos como un país, con toda su complejidad y su diversidad”.
› Por Cristian Vitale
Foro en pleno desarrollo. Ricardo Forster, factótum central, no pierde la sonrisa jamás. Atiende gente, pone un oído en alguna ponencia, y otro en ciertas coyunturas propias de la organización. Resuelve. Piensa. Dispara ideas, distiende y busca el hueco preciso para hablar con Página/12. La idea inicial es ensayar un balance que sintetice los seis foros por la Nueva Independencia, que llevó a cabo la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional que él dirige, desde que el Ministerio de Cultura de la Nación le allanó el camino. “La idea matriz de todos estos foros, digamos, fue la de salir de una mirada ombliguista, puramente porteña, y cumplir un mandato que estaba en el nacimiento del ministerio... el mandato de pensarnos como un país, con toda su complejidad y su diversidad”, enmarca él, mientras pasan mil cosas a su alrededor.
Y empieza por el final: el Foro Nacional –y ahora también latinoamericano– por una Nueva Independencia, que se desarrolla en el Teatro San Martín de San Miguel de Tucumán. “Nos parecía importante que, en un lugar emblemático de la fundación de la Nación con todas sus tensiones y sus contradicciones, se hiciese un foro donde pudiéramos pensar, revisar, poner en cuestión la travesía de la Argentina como país y su inserción en América latina, sus conflictos, sus batallas, sus diversidades, su pluralidad y también sus tragedias. La idea de hacer el último foro aquí estuvo precedida por esto, y por la idea de que el NOA, como región, representa la Argentina arcaica, profunda... el Altiplano, Chuquisaca, todo lo que ha sido ese camino desde los pueblos originarios, pasando por el Virreinato, que ha cruzado hombres, mercancías, libros, discusiones, batallas. Por todo esto nos parecía importante concluir estos foros en Tucumán. También nos parecía una decisión política significativa que la primera mesa se llamara De Tupac Katari a Evo Morales, y que se relacionara con la historia, las luchas y la actualidad de los pueblos indígenas, donde participó un cacique diaguita, un representante tehuelche, otro de los pueblos qom, en fin. Era importante ir hacia los olvidados que supuestamente están ahí, pero que nunca están visibles, y ponerlos en el comienzo a plantear sus miradas y sus reflexiones. Y la segunda mesa también fue histórica”, reflexiona.
–“Con mujeres tendrá que pelear”, sí. Se notaba el entusiasmo en sus gestos.
–Porque cada una de las exposiciones de las mujeres fue riquísima, potente; la imagen misma era una política cultural, una manera de pensar qué está pasando y qué ha pasado en la Argentina y América latina, desde las miradas femeninas. La de Máxima Apaza con su historia de luchas y su presencia tal cual es, vestida como se han vestido siempre las aymaras en Bolivia...
–Las mujeres de pollera como una expresión recurrente de pertenencia a una cultura.
–Y la reflexión, la hondura política, claro, su biografía que cruza su cotidianeidad con un repaso de la vida y el rol de la mujer en este proceso boliviano. Y la intervención de Milagro Sala... su experiencia de construcción en la adversidad, porque a veces perdemos de vista la organización que ella construyó en una tierra tan difícil como Jujuy. No sólo luchar contra la cosa machista, patriarcal, contra los poderes feudales, sino también construir la idea no del pobre como pobrecito que recibe filantropía, sino de aquel que vuelve a constituirse como sujeto a través del trabajo... me pareció notable, aguerrida, intensa. Y Hebe, bueno. Hebe es Hebe de Bonafini, quiero decir: es la voz de una ética, una marca fundamental... no podemos pensarnos sin las Madres, más allá de las diferencias entre las líneas o las disputas históricas que ha habido entre los organismos de derechos humanos. Hebe es una voz trágica, una voz griega, por llamarla de alguna manera... una voz a lo Antígona.
–Tan visceral como la de Milagro, tal vez...
–Visceral y que dice lo que tiene ganas de decir ¿no? Ambas dijeron lo que tenían ganas de decir.
La entrevista con Página/12 transcurre un poco después de la mesa que congregó al ecuatoriano Galo Mora, el español Juan Carlos Monedero, el estadounidense John Beverley y el boliviano Hugo Moldiz –con Edgardo Mocca como moderador–, en torno del tema Latinoamérica, y Forster, atento al todo, también refiere sobre ella. “Se citó varias veces la alegría que había generado el triunfo del No en Grecia; Galo Mora pidió un apoyo solidario al gobierno democrático de Rafael Correa y el foro, que es la asamblea, apoyó con un enorme aplauso. Sabemos que Correa y su pueblo están siendo acosados por la derecha ecuatoriana que es intercambiable con la derecha venezolana, la boliviana, la argentina o la brasileña”, sostiene el filósofo, mientras otra mesa fuerte del segundo día (“Pensar la Argentina entre Bicentenarios”), deviene con sus primeras ponencias. “Es una interesante polifonía de voces: Jozami, Brienza, Scavino, Yasky, Feinmann y Bruschtein que coordina... distintas miradas, distintas historias ¿no? Obviamente hay algo que está en el espíritu de los foros, porque nosotros intentamos, sobre todo en los primeros, incorporar miradas críticas respecto al gobierno nacional”.
–Arrancó en Chaco con Eduardo Grüner, también estuvo María Estela Svampa en el de Neuquén....
–E invitamos a muchísimos intelectuales de la oposición. Una lista larguísima de gente que ha sido invitada y que, por distintos motivos, ha dicho que no. Hemos invitado, desde Beatriz Sarlo hasta Juan José Sebreli, todo lo que hay en medio. El espíritu de la secretaría siempre fue invitar y compartir, más allá de las mesas, porque pasa que también en los encuentros, en los almuerzos, en las cenas, se van tejiendo redes. Hay una búsqueda de algo que vaya multiplicando esta idea de los foros... que se puedan hacer en Bolivia, en España, en fin, que haya un vínculo entre quienes están trabajando en la cultura, en el cruce entre lo intelectual y lo político en estas construcciones y experiencias latinoamericanas y europeas.
–Que además, se intuye, sirvan para resolver contradicciones clave para la discusión política internacional como el significado o la connotación de la palabra populismo. De algo así se encargó usted en el diálogo abierto con Monedero, que también fue parte del foro.
–Justamente, para mí es fundamental el debate con los amigos de Europa, porque allí hay un núcleo muy importante que en los últimos tiempos ha generado una expectativa, una fisura, una esperanza... Podemos, Syriza, o gente que hemos invitado al Foro de Emancipación e Igualdad, que se hizo en el Cervantes. Yo he percibido en debates públicos que he tenido en Europa, que hay por un lado la construcción de una demonización de los proyectos populares en América Latina, de la que participa lo que allí se denomina la prensa progresista, aunque ya no lo sea hace mucho tiempo, como el caso de El País en España, o Le Monde, en Francia, que tienen miradas cargadas de prejuicios hacia Venezuela, Ecuador, la Argentina o Bolivia. Un discurso que prende, de cierta manera, en gente sincera y honesta que tiene una buena predisposición hacia América Latina, porque hay una confusión al momento de utilizar ciertos conceptos, y el de populismo es clave. Ponerlo en debate es fundamental ¿no?, en estos foros se trata de poner en discusión esas cosas. También quisiera rescatar que estos foros hubiesen sido inimaginables en otro contexto, lo que ha surgido, las chispas que saltaron, las ideas, la necesidad de debatir, el cruce entre lo intelectual y lo político. Si algo caracteriza la experiencia del kirchnerismo es el encuentro entre algo que estaba desencontrado, romper los prejuicios, romper una trama de antiintelectualismo que existe en la vida Argentina. Estos foros piensan esta nueva relación entre la política como acción transformadora y el pensar como parte de esa acción.
–Un reflejo de los que implica el kirchnerismoc como cruce entre ambas tradiciones: la nacional y popular, y la progresista, si se quiere.
–Yo creo que el kirchnerismo ha producido una transformación político cultural en la Argentina, que ha generado algo muy difícil de generar en estos tiempos de fugacidad, de post post modernidad. Estoy convencido de que en los últimos años, sobre todo en la inflexión que fue el 2008, el kirchnerismo va construyéndose como trama identitaria y cultura política.
–Si tuviera que poner los foros, que fueron seis en total, en perspectiva histórica, ¿qué momentos resaltaría como balance de la totalidad?
–Cada foro tuvo su tema: en el NEA fue la tierra, las ligas agrarias a los que implicaba el debate actual sobre la posesión de la tierra. Después en Patagonia Norte (Neuquén) el debate fue la soberanía hidrocarburífera. Que después hayamos elegido la figura de Sarmiento para el foro de Cuyo, fue fundamental para romper esquematismos y simplificaciones. Que nosotros, desde una tradición popular emancipatoria, democrática, que cruza las tradiciones plebeyas podamos discutir a Sarmiento y hacerlo sin la lógica del prejuicio me parece que es una ganancia. De la misma manera que no tenemos por qué entregar a Borges al conservadurismo liberal de la Nación, y eso no significa que ellos sean nuestra bandera para llegar a la victoria, sino que de este lado hay una comprensión profunda de los cruces que se dan entre lo popular y la usina cultural de una sociedad, no hay escisión, por más que el sistema y las clases dominantes la busquen.
–Igual, Sarmiento es una figura difícil. Está en el imaginario de la discriminación argentina.
–Por esas frases terribles, sí. Pero hay paradojas, porque Sarmiento también proyecta el lugar de la educación como educando al soberano, y no al aristócrata, al rico. Digo para pensar su complejidad, y hay que discutirlo, pero también me interesaba y me interesa romper un prejuicio hacia dentro, no sólo hacia fuera. Sé que sobre la secretaría, sobre mí, hay una sospecha desde adentro. Conozco las críticas que me hicieron desde el campo de la oposición, la derecha liberal, los bien pensantes, y ésas, la verdad, me interesan muy poco. Fueron críticas pedestres, de cuarta, cargadas de descalificaciones, en fin, pero también conozco las críticas de adentro: una secretaría que no es peronista, que el secretario viene de una formación Escuela de Frankfurt, Benjamin, Marx, y por supuesto no voy a borrar lo que ha sido mi escritura y mi formación filosófica, que incluye eso, pero también la tradición nacional y popular, la izquierda latinoamericana, Tuve como maestro a Pancho Aricó y a Nicolás Casullo como amistad de crecimiento y pedagógica.
–Un peronista total.
–Totalmente, o Aricó, un hombre que introdujo a Gramsci en la reflexión latinoamericana, en fin, allí hay complejidades y también el impacto de un pensar extraordinario en todo sentido como el de John William Cooke. A mí siempre me interesó el peronismo como hecho maldito, y si algo me tocó de la experiencia kirchnerista es que creo que el kirchnerismo vuelve a colocar a una trama nacional y popular como hecho maldito de la realidad política argentina, y en el marco de una realidad internacionalidad. Y la Secretaría quiere mezclar esas cosas, quiere discutir, quiere dialogar y pensar. ¿Que no he invitado peronistas?... Falso: han venido Sileoni, Milagro Sala, Santoro. ¿Revisionistas?... El foro de Paraná fue construido con historiadores revisionistas y a Galasso lo hemos invitado muchas veces, también, pero no pudo venir por cuestiones de salud. La secretaría buscó poder mostrar que el kirchnerismo le dio potencia y complejidad también a la tradición democrática y popular en la Argentina.
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