Dom 11.10.2015
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CULTURA › JUAN ANGEL SZAMA, AGITADOR SERIAL DEL MUNDO DE LA HISTORIETA

“Lucho contra la idea de un arte menor”

Director de la colección Cuadernos de dibujante y miembro de la “mesa chica” del festival internacional de historieta Crack Bang Boom, Szama no se achica: “A mí me sensibiliza igual ir al Louvre que ver una página de Alack Sinner”.

› Por Andrés Valenzuela

Organizador de festivales, curador de muestras, artista plástico, editor de historietas. El que quiera encasillar la enorme tarea de difusión de la historieta que encara Juan Angel Szama está en problemas. El hombre parece no detenerse nunca y cada idea que pone en marcha crece de modo incontrolable. La mejor muestra es la excusa que motiva el encuentro con Página/12: el lanzamiento de la colección Cuadernos de dibujante, que su propio sello coeditará con la editorial rosarina Puro Comic, gracias al apoyo del gobierno provincial santafesino. Cuadernos se le fue de las manos: a los libros se sumó un blog de podcasts que pronto devino portal con videos y a la editorial propia agregó ya otra colección de ficción, de pronta aparición. Además, Szama forma parte de la “mesa chica” de la organización del festival internacional de historieta Crack Bang Boom, un momento crucial en el calendario comiquero argentino de cada año. Desde ese lugar, que lo pone en contacto con casi todo el sector local, tiene una perspectiva inigualable para evaluar la historieta argentina contemporánea.

–¿Cómo surge Cuadernos de dibujante?

–Cuadernos se desprende de una idea que tenía desde antes de CBB. Yo hacía Entrecuadros, un ciclo de entrevistas a historietistas nacionales y con la idea de entender cómo era el proceso creativo de gente que admiraba tanto por dentro como por fuera del canon. Venía del palo de las bellas artes y estaba desencantado, así que me reencontré con la historieta. En ese reencuentro hallé un universo más sano y con más posibilidades de experimentación. En esa época era que se estaba generando una movida nueva. Ese ciclo termina con que (Eduardo) Risso me llama para CBB. De acercarme más aún a los dibujantes empiezo a ver cuadernos de dibujantes posta. Y viendo lo que se descartaba dije “pará, acá hay un material interesante de laburo”. Entonces uní esas dos cosas: la cocina del dibujante y mostrar las cosas que no llegan a ningún lado.

–¿En qué medida su posición en CBB lo ayudó a generar el proyecto?

–Es raro lo que se generó con CBB. Como decía, yo venía del palo del arte, pero cansado con él. Sobre todo cansado de cierto manierismo de ese mundo. De repente encontrarte con que vienen autores o editores y te reconozcan por hacer lo que te gusta, es raro. Pero lo acepté y aprendí a capitalizarlo para esto: conocer gente, vincularme.

–¿Cuál es la línea de la colección? ¿Qué hace que entre un autor?

–No estoy buscando crear un canon. Si algo me gusta, no está tan difundido y quiero que se conozca, entra. Los tres primeros autores son bien distintos: un autor industrial en su modo de trabajo y de pensar la historieta, un autor del palo de las bellas artes como Manuel (Depetris) y por otro lado Renzo (Podestá), que es un eterno joven en ascenso, que publica afuera pero sigue teniendo la actitud punk de la autogestión y el fanzine. Me parecía que los tres iban a tener actitudes totalmente diferentes de cómo ven la historieta o cómo articulan a la hora de producir. Ahora también quiero ir por el lado del humor. (Sergio) Langer es una idea. Con Gustavo (Sala) hablé para hacer algo tipo Harvey Kurtzman con todos sus fanzines. Y uno que se copó fue (Fernando) Calvi, que me hizo una contrapropuesta increíble: que haya una hoja impresa en blanco para poner un original en cada libro.

–En la última edición de CBB curó la retrospectiva de Eduardo Risso con una perspectiva plástica. Reniega de la disciplina, pero tiene una producción plástica propias, ¿qué trae de las bellas artes?

–Sí, tengo una producción: expongo, mando a salones nacionales y cada vez que siento que tengo algo que decir presento a concursos y galerías. No me ha ido mal, el FNA me dio un premio. Hice exposiciones individuales en Rosario y Buenos Aires. No estoy mal posicionado, pero últimamente me siento más ligado a la historieta. Lo que me pasa es que quiero borrarle la etiqueta de arte menor, que me hincha mucho las bolas. A mí me sensibiliza igual ir al Louvre que ver una página de Alack Sinner. Y no sé si Alack Sinner no me sensibiliza más. La última CBB cuando había un original de Guido Crepax y me largué a llorar cuando lo vi, cosa que no me pasó con la Gioconda. Mi idea es que la historieta sea considerada a ese nivel, por eso jodo con la idea de que haya cierto diálogo entre las páginas que se exponen. No cuesta tanto hacer eso.

–Bueno, requiere ojo y una cierta preparación.

–Sí, pero todos podrían hacerlo. Me interesa que la historieta sea valorada cada vez más. Entonces jodo y acciono para que eso suceda. A (Andrés) Accorsi le escuché esta comparación con el teatro: si yo digo que no veo teatro se indignan. Bueno, si vos no leés historieta, para mí es un vacío en tu cultura importantísimo y no lo puedo concebir. Hay un mundo riquísimo y casi inexplorado. Hay mucho más por hacer que en las artes plásticas. Para mí es un arte mayor y lo quiero tratado como tal. Cuanto más pueda hacer para difundirlo como tal, lo voy a hacer. La curaduría de estos tres primeros libros era mostrar eso.

–¿Cuál es la historieta que le interesa mostrar y difundir?

–Si me hubieras hecho esta pregunta hace 15 años te hubiese respondido dentro de un canon bastante estructurado: “Altuna”, “Risso”, otros clásicos, y ahí se acababa mi visión de la buena historieta. Hoy en día no lo puedo responder tan fácilmente. Me siento como cuando en los podcasts pregunto qué es un mal dibujo.

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