CULTURA › HASTA EL MARTES SE DESARROLLA DIAS NORDICOS, UN FESTIVAL MULTIDISCIPLINARIO
El encuentro tiene una pata musical más que interesante: hoy en el CCNK y el martes en Niceto Club se ofrecerá un pantallazo sobre la actualidad sonora de los países escandinavos, una de las movidas más vanguardistas, del pop independiente global.
› Por Yumber Vera Rojas
Cuando Días Nórdicos desembarcó en Buenos Aires el año pasado, lo hizo con la misión de plantar la cruz de San Olaf, a como diera lugar, en esta ribera del Río de la Plata. El evento diseñado para derribar los estereotipos de la cultura de esa región de Europa vuelve en esta ocasión, tras la modestia que distinguió a su expedición de reconocimiento, con una propuesta prepotente y deseosa de posicionarse entre el público local. Hasta el martes, el festival multidisciplinario, que largó el 31 de octubre con la muestra Más que publicidad: la mirada sueca en el Palais de Glace, desplegará su artillería musical por diferentes rincones de la ciudad. La primera parada fue anoche en el Teatro Margarita Xirgu de San Telmo, donde la cantautora sueca Alice Boman encabeza una delegación que ofrecerá un justo pantallazo sobre la actualidad sonora de una de las escenas más vanguardistas, al igual que plurales, del pop independiente global.
“Estoy muy feliz y encantada de ser parte de esta iniciativa, pues me brindó la posibilidad de visitar una parte del mundo donde nunca estuve”, afirma la artista originaria de la ciudad de Malmö. “De los protagonistas de esta edición de Días Nórdicos (además de la Argentina, la gira latinoamericana del festival incluye a Chile, Brasil y México), sólo conozco a Hey Elbow, pues también son suecos. Así que, al igual que el público argentino, voy a descubrir música nueva”. Pese a que su voz golpea con la misma fragilidad y fuerza emocional de Nina Simone, a Boman la prensa de su país la llamó la “Billie Holiday del siglo XXI”. “Eso fue un gran cumplido. Si bien la comparación me sobrepasa, creo que se debe a la sencillez que encierran mis canciones. Se trata del sentimiento simplificado”. Lo que habla muy bien de una cantautora que apenas cuenta con dos EP: Skisser (2013) y EP II (2014). “La diferencia entre ambos trabajos radica en el que el primero lo hice muy rápido, mientras que el otro, salvo por un par de canciones, fue más elaborado”.
El repertorio de esta rubia en constante estado de ebullición está atravesado, aparte de por la sencillez, por su loable y complejo intento por describir los sentimientos. “Me siento al piano para tratar de capturar emociones diferentes”, revela la cantautora que envuelve sus historias en papel tapiz de indie, pop y folk. “Lo que me sucede a mí o a mis amigos son los disparadores temáticos de mis canciones, y esa misma inspiración la busco en películas, libros o en la música de otros artistas. Incluso la naturaleza y el silencio son muy motivadores”. Boman cultiva la tradición de la canción perfecta que hizo tan famosos a los músicos suecos. “Me parece que exageran un poco. Pero es cierto que la escena pop de mi país es muy grande, y disfruta de una suerte de herencia de escribir temas sencillos y, al mismo tiempo, muy buenos. Para muestra, tenés a ABBA. El clima tiene un peso notable en el movimiento artístico. Creo que la oscuridad y los inviernos suecos permitieron cierto tipo de arte, con un sentimiento característico. Abrazamos la oscuridad, y es importante no escapar de eso”.
La artista sueca viene a Buenos Aires a un año del memorable show en Buenos Aires de su compatriota Jay-Jay Johanson (el príncipe del post trip hop), y a tan sólo meses del esperadísimo nuevo álbum del ídolo del indie de ese país, José González (de padres argentinos), Vestiges & Claws. “Hay un montón de artistas suecos que me encantan, pero soy muy fan de Mariam the Believer y de Amanda Bergman, por su composición y manera de cantar”, sñala. “Luego de Estocolmo o de Gotemburgo, viene la escena de Malmö. Lo que es lógico si tomamos en cuenta que es una ciudad chica. Aunque tiene su ventaja, y es que el ‘negocio’ no la corrompió. Tenemos la fama de ser relajados, por lo que hay menos colmillos afilados”. Más allá de las internas, el pop independiente sueco es en la actualidad una de las movidas musicales más revolucionarias. “Es bastante grande, y tiene un montón de bandas y solistas de renombre. Su buena reputación y alcance se debe a que sabemos componer en inglés. Todavía no me puedo creer que me gane la vida así”.
La otra solista del capítulo argentino de Días Nórdicos se llama Lydmor. Al igual que Boman, la artista danesa llega a Buenos Aires con una credencial contundente: la de “revelación musical” de esa nación europea. “Siempre es divertida la manera en que la gente interpreta lo que hago”, manifiesta la nueva estrella del pop electrónico nórdico. “Trato de no tomármelo demasiado en serio porque siento que me alejo del foco. Para mí lo más importante es centrarse en convertir a la belleza en arte”. No obstante, a diferencia de su par sueca, la cantante y productora de 25 años desarrolló su propuesta en un contexto distinto. “Copenhague es en estos momentos un buen espacio para la creación de música electrónica. Cuando voy a ver bandas, incluso en pequeños clubes donde no hay mucha gente, veo a tantos músicos haciendo cosas increíbles en ese formato. El ‘sonido danés’ tiene algo muy melancólico y nostálgico, y es realmente maravilloso ser parte de ese movimiento. Muchos de nosotros nos conocemos, apoyamos y colaboramos”.
Hija del ideal punk (devenido en consigna de la música independiente actual) del “hacelo vos mismo”, Lydmor hilvanó su propuesta a partir de la experimentación. “Empecé haciendo canciones en el piano. Como no sabía si podía registrarlas en un estudio, compré mi propio equipo de grabación”, recuerda la exponente cuyo alter ego significa en danés “madre del sonido”. “Tan pronto comencé a trabajar con los programas de música digitales, me di cuenta de que el mundo de la electrónica era interminable. Podía crear muchos sentimientos diferentes. Cuando ingresás en ese universo, dejás de ser sólo un cantautor, y pasás también a ser un compositor. Me encanta eso”. Así que desde descubrió los misterios del beat, la joven hechicera del sonido que, paralelamente a su proyecto unipersonal, lleva adelante la dupla Lydmor & Bob Homme, hizo de la música su profesión a tiempo completo. “Vivo gracias a la música desde hace tres años. No soy rica, pero puedo pagar el alquiler. Me siento privilegiada por dedicarme por entero al arte”.
Al mismo tiempo que se dedicó a profundizar en la poesía, a preparar un libro y a involucrarse en una película, Jenny Rossander, la artista detrás del alias, lanzó este año su segundo y más reciente álbum: Y, basado en la mayoría de edad. “Las canciones de este disco son, por momentos, poemas dolorosamente honestos acerca de cómo la vida puede buscar a una chica en el siglo 21, que crece en medio de la confusión de un tiempo aún hermoso”, explica la novel icono del pop electrónico, quien reconoce haber tocado más fuera de Dinamarca que en su propio terruño. “Estaba viajando mucho mientras lo hice, y me parece que la idea surgió justamente a través de la música. En este repertorio a veces podés sentir cómo los planes y las emociones van por el aire”. Así que esas canciones serán la columna vertebral del show de Niceto Club el próximo martes. “Aprendí a tener menos miedo a las reacciones de la gente, porque cada vez que expresé mis emociones conseguí la contención de una ola de amor.”
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