CULTURA › HABLAN LOS TALLERISTAS QUE FUERON “SUSPENDIDOS” EN LA BIBLIOTECA NACIONAL
Brindaban talleres gratuitos y abiertos a la comunidad, hasta que el director Alberto Manguel, que está en Nueva York y todavía no asumió, dispuso suspenderlos. “Es una manera encubierta de echar trabajadores”, dijo la actriz Paula Mujica Lainez, sobrina de Manucho.
› Por Silvina Friera
Dos mujeres, dos artistas con apellidos de un enorme peso literario, dos “hijas” –una, en rigor, sobrina–, daban talleres gratuitos y abiertos a la comunidad de Tragedia griega y de Creatividad –“De la palabra a la imagen”–, en la Biblioteca Nacional, hasta que el escritor Alberto Manguel, desde la “clandestinidad” neoyorquina, dispuso “suspenderlos” sin dar ninguna explicación, excepto que serían “revisados”. ¿En qué país del mundo se nombra a un “prestigioso” director que dice que no puede rechazar el ofrecimiento, pero tarda más de seis meses en asumir su responsabilidad al frente de un organismo cultural tan crucial como la Biblioteca? ¿Hay algún antecedente de desidia semejante en la historia reciente? El mentado prestigio de Manguel se evaporó con la gélida distancia durante su paso fugaz en febrero pasado –no tuvo tiempo para conocer a los trabajadores– y una asunción para julio próximo que está lejos de una conflictividad que aumenta por la amenaza de despidos masivos y genera cada vez más preocupación entre los escritores, investigadores y usuarios, como Beatriz Sarlo, Luisa Valenzuela, Noé Jitrik, Luis Gusmán, Graciela Speranza, Eduardo Grüner y Marcelo Cohen, entre otros, quienes han expresado, a través de una solicitada, que “un atropello contra la Biblioteca significaría un agravio a toda la comunidad” (ver aparte). Malena Marechal y Paula Mujica Láinez coinciden en calificar el clima de época, sin eufemismos ni subterfugios, como siniestro. “La suspensión de los talleres es un paso más dentro de la atroz política neoliberal de la que hace gala este gobierno. Atroz por su carencia absoluta de interés en el daño que causa a personas, instituciones o lo que fuera. ¡Es tan fácil destruir! Lo padecemos día a día. Cuantas pérdidas y cuanto dolor”, se queja Marechal en diálogo con Página/12. Los talleristas, que se reúnen todos los miércoles para coordinar acciones y trazar un plan de lucha, presentaron esta semana el primer petitorio de continuidad de los talleres. “Si hubiese un consenso generalizado de todos los colegas o de un porcentaje interesante, creo que podría plantearse dar clases abiertas al aire libre y empezar los cursos”, sugiere la hija del autor de Adán Buenosayres que subió una petición a change.org para juntar adhesiones por la restitución de todos los talleres creativos de la BN.
“No me asombra la suspensión de los talleres; es una manera encubierta de echar trabajadores porque nosotros firmábamos contratos por nueve meses: de abril a diciembre”, cuenta Mujica Láinez, actriz, docente, sobrina del escritor. “Manucho fue como mi padre porque él me crió, con todas las diferencias ideológicas que nos separaban porque yo fui peronista en los años 70. Pero era tan abierto que me educó para tener diferencias ideológicas”, aclara la actriz que inició su taller de creatividad en 2008, un taller en el que apela a las herramientas del teatro para abrir el campo creativo con la escritura, la representación, la expresión plástica, la fotografía y el personaje en movimiento. “Manguel considera que una Biblioteca no puede ser un centro cultural y yo creo que sí: que una Biblioteca puede estar viva y no muerta. Lo interesante de la gestión de Horacio González fue que no sólo amplió los talleres, sino todo lo que sucedía en la Biblioteca para transformarla en una institución muy viva: podías ir a escuchar un concierto, a hacer un taller o a estudiar o a leer. Todo lo que está haciendo este gobierno es siniestro. Me sale del alma, tengo mucha bronca con lo que está pasando; con las cuentas de luz que se vienen, muchos teatros van a cerrar –advierte Mujica Lainez–. Manguel es una autoridad que todavía no asumió. Ahora hay una directora interina (Elsa Barber), a quien no conozco, a la que están obligando a hacer el trabajo sucio o está de acuerdo”.
Marta Braier, profesora en Letras, poeta y coordinadora del taller de Escritura para jóvenes (Narrativa y Poesía), empezó en 2003, cuando el director de la BN era Horacio Salas. “La biblioteca era como mi casa, 13 años de dedicación continua. La suspensión, que siento en realidad como un cierre de los talleres, fue intempestiva y me deja anonadada, triste, impotente. El departamento de Cultura nos había pedido en enero datos sobre los talleres –concurrencia de alumnos, programación– y yo supuse que esto significaba una organización de la actividad; pero no fue así”. Rafael Fernández, director teatral y docente que dictaba su taller de Formación teatral y Lenguaje escénico desde 2005, apunta al grano de la cuestión. “Los talleres se cierran porque es parte de la política de ajuste que está instrumentando este gobierno. El ajuste comenzó con la cultura, que es la más vulnerable, y resulta un gasto innecesario para ellos”, explica Fernández.
El escritor Rubén H. Ríos daba su taller de Filosofía desde 2005 con un promedio de 60 alumnos. “Los talleres se suspendieron, muy posiblemente, como un primer paso para desmantelar la Biblioteca Nacional culturalmente, siguiendo el concepto técnico que Manguel tiene de una biblioteca en general. No es un problema presupuestario sino político-cultural. La ‘revisión’ a la que se alude como justificación no justifica de ninguna manera el darle de baja a los talleres, los cuales podrían ser ‘revisados’ en funcionamiento. Por otra parte, la ‘revisión’ que se argumenta es de una total vaguedad. ¿Qué quiere ‘revisar’ Manguel? ¿A los profesores, a los alumnos, los contenidos?”. Aunque hay varias ideas en danza para profundizar las acciones de los talleristas, Ríos subraya que la Biblioteca Nacional, bajo la gestión de González, se potenció como símbolo de la cultura argentina. “El proyecto de desmantelamiento de Manguel, según sus escasas declaraciones, afecta no sólo a los talleristas o al personal de planta sino a toda la cultura”.
Marechal, que arrancó con el taller de Tragedia griega en 2013 y llegó a tener más de 71 inscriptos y personas anotadas en listas de espera, destaca el “desconcierto” y “estupor” que le generó el nombramiento como director de “un señor que vive fuera del país desde hace 40 años”. “Manguel es un fantasma que permanece a distancia. Lo sucedido con la supresión de los talleres es una muestra de lo poco que le importa continuar con la excelente gestión de González y de todos su colaboradores”. Mujica Láinez confiesa que no sabía de la existencia de Manguel hasta que fue designado. “Me enteré por la revista Ñ que tenía correspondencia con mi papá (por Manucho) y que eran amigos. Manguel es una rata de biblioteca. El problema es que no tiene ni idea de lo que es la Biblioteca Nacional. Sentarse en el trono de (Paul) Groussac y el de (Jorge Luis) Borges siempre es una buena chapa. Pero con Manguel corremos el riesgo de perder derechos adquiridos como los talleres, además de que reduzca el horario para ir a leer o a estudiar. Lo que tiene de maravilloso nuestro país, desde la Constitución, es que todo el mundo puede estar acá. Pero es muy difícil que una persona que hace tantos años que no vive en el país pueda entender cómo funciona nuestra Biblioteca”. Rafael Fernández reconoce que no sabía quién era hasta que fue nombrado director: “De Manguel dependerá ser un difusor de cultura o un instrumento del ajuste”.
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