Mié 30.03.2016
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CULTURA › LOS NúMEROS DE LA CáMARA ARGENTINA DEL LIBRO (CAL)

“Necesitamos políticas públicas”

El año pasado se publicaron en Argentina 28.966 nuevos títulos, pero para sostener ese ritmo la CAL aspira a que “nuestros catálogos tengan mayor importancia no sólo en nuestro territorio, sino en el exterior, sobre todo en el mundo de habla hispana”.

› Por Silvina Friera

Aunque usted no lo crea, en el mundo se publica un nuevo libro cada 15 segundos. En Argentina se produce un libro nuevo cada 18 minutos. El año pasado se publicaron 28.966 nuevos títulos, el 17 por ciento de este universo se lanzó en versión digital, mientras que el 83 por ciento restante se publicó en formato papel. El sector editorial comercial editó 12.171 novedades. Los otros títulos –hasta llegar a los casi 29 mil– son ediciones de autor, libros institucionales o de uso interno de distintas organizaciones. Hay 1000 nuevos títulos por mes que buscan su lugar en las librerías del país. “Las librerías tienen una capacidad limitada y llega un momento en que hay un cuello de botella en el canal de venta. No se puede negar la bibliodiversidad desde lo filosófico cuando uno está tratando de exportar, pero es cierto que la bibliodiversidad externa limita en alguna medida la producción nacional”, plantea Martín Gremmelspacher, vicepresidente primero de la Cámara Argentina del Libro (CAL).

“Cada vez es más difícil llegar con un libro a la primera, la segunda o tercera mesa de novedades de una librería porque la competencia es muy grande, la rotación es muy grande, y hay librerías que ni siquiera tienen tiempo de abrir las cajas del servicio de novedades y te la devuelven después de la misma manera en que se la mandaste”, explica Gremmelspacher durante la presentación del Informe Anual de Producción del Libro en Argentina 2015, en la que también participaron Graciela Rosenberg, la presidenta de la CAL; Luis Quevedo, vicepresidente segundo, y otras autoridades de esta cámara que agrupa a las editoriales medianas y pequeñas. Quevedo contrasta las cifras y señala que de unas 11 mil novedades en 1997 se pasó a casi 29 mil el año pasado. “Uno puede especular que el crecimiento de las novedades, además de vincularse con el crecimiento de la economía, tiene que ver con el cambio tecnológico: hoy editar un libro es mucho más accesible que hace 25 años para el común de las personas y de las empresas”, analiza Quevedo y advierte sobre la baja incidencia del ebook. “El papel sigue teniendo un valor simbólico que no sé si va a adquirir el libro digital. Cuando le decimos a un autor que viene a Eudeba que las tesis de posgrado las vamos a hacer en digital, ese autor dice: ‘Muchas gracias’, se va y no vuelve más. Quiere el valor simbólico que tiene un libro en la biblioteca, quiere un libro en papel para regalarles a la mamá y a los hijos y para verlo en las librerías. El libro digital no tiene valor simbólico. Roberto Fontanarrosa decía que el ebook era como la milanesa de soja: es milanesa, pero no es milanesa”.

La edición en el país está lejos de ser federal. El gran centro editor con el 72 por ciento de los casi 29 mil nuevos títulos publicados en 2015 es la capital federal y la provincia de Buenos Aires. Muy lejos siguen Córdoba con un 5 por ciento y Santa Fe y San Juan con un 3 por ciento cada una. El género más editado es la literatura (29 por ciento), las ciencias sociales (19 por ciento), los libros de derecho y de textos (5 por ciento cada uno); y los libros de arte (4 por ciento).

El sector editorial comercial –integrado por empresas editoriales que editan más de 3 libros al año con tiradas mayores a 1000 ejemplares– ha publicado el 42 por ciento de las novedades, mientras que el 47 por ciento pertenece al rubro “otros” (universidades privadas y públicas, organismos oficiales y microemprendimientos editoriales) y un 11 por ciento de los libros han sido publicados por el propio autor.

En el mundo de la autoedición, la tirada más habitual es de 100 ejemplares. A pesar de que el sector comercial editorial está concentrado en un puñado de grupos encabezados por Planeta, Penguin Random House, Grupo Prisa, Holtzbrinck, Longseller y Thomson Reuters, el 76 por ciento de los nuevos títulos fueron editados por editoriales medianas y pequeñas. “Daniel Divinsky dice que el mercado del libro es como una caja llena de pelotas: si las pelotas se inflan y son más grandes y más importantes, los espacios que quedan entre pelota y pelota son más grandes. Si las pelotas son más chicas, los espacios que quedan son más chicos. En un universo donde hay grandes grupos operando aparecen muchos espacios que han cubierto las editoriales que han surgido en los últimos años”, pondera Quevedo.

La balanza comercial del libro ha sido deficitaria. Los primeros datos parciales del 2016 no son muy alentadores. Durante el primer trimestre del año la exportación bajó un 5 por ciento mientras que subió un 40 por ciento la importación. “Quisiéramos exportar mucho más libros de los que exportamos. Y quisiéramos importar muchísimo menos de lo que se importa –reconoce Quevedo-. Como editores, aspiramos a que nuestros catálogos tengan mayor importancia no solamente en nuestro territorio, sino en el exterior, principalmente en el mundo de habla hispana. Necesitamos políticas del sector público que nos acompañen. Esto es como el fútbol: parar el equipo en la cancha es fácil, el tema es cuando se empiezan a mover”.

Una anécdota del mundial del 58 le sirve para ilustrar el asunto que desvela a los editores argentinos. “El técnico de Brasil era (Vicente) Feola. Y Feola estaba muy preocupado porque estaban jugando contra la Unión Soviética y no le podía hacer un gol y el arquero de la Unión Soviética era el legendario (Lev) Yashin, que era ‘la Araña Negra’, el terror de todos los delanteros. Feola tenía a Garrincha en el banco y le dice: ‘Vas a entrar ahora y la primera pelota que agarres te vas a mandar por la izquierda, pero cuando llegues al vértice del área no sigas para la línea de fondo, sino mandate en diagonal por el medio. Cuando te salen a marcar, te abrís de nuevo y se la pasás a Didí, que viene atrás tuyo. Didí cambia de frente y se la da a Coutinho y Coutinho hace el centro y entra Pelé, cabecea y hace el gol. Y después, la segunda pelota que te dan, hacés lo mismo, pero por el otro costado. Y en lugar de mandarte en diagonal, te abrís hasta la línea de fondo, hasta el banderín, y de ahí tirás un centro para atrás, entonces después la agarra Pelé y hace el gol. ¿Alguna duda? Sí, ¿los rusos están de acuerdo?...’ Nosotros queremos exportar más, hay que ver si los rusos están de acuerdo”.

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