Martes, 7 de junio de 2016 | Hoy
CULTURA › ENTREVISTA A JORGE TELERMAN, DIRECTOR DEL COMPLEJO TEATRAL DE BUENOS AIRES
El funcionario, que sí podría hablar con fundamento de la “pesada herencia” –recibió de la gestión PRO un complejo vaciado–, prefiere no hacerlo. Habla de los proyectos y promete que el 1º de marzo de 2017 comenzará la programación del Teatro San Martín.
Por Paula Sabatés
Jorge Telerman recibe a Página/12 en el edificio La Prensa, ubicado a metros de la Casa Rosada. Allí trabajan temporalmente algunos de los trabajadores del Teatro San Martín, que tuvieron que ser reubicados cuando éste cerró. Es la primera vez que se entrevista con este diario desde que asumió el cargo, en diciembre pasado, de director del Complejo Teatral de Buenos Aires, que reúne a las cinco salas teatrales de la ciudad y que él mismo fundó en el 2000 cuando era secretario de Cultura, antes de que existiera el ministerio. También es la primera vez que lo hace desde que aceptó trabajar para la gestión macrista, luego de haber sido el jefe de campaña de Daniel Scioli en la última elección. Por eso la charla excede lo estrictamente artístico y administrativo del complejo para bucear en los rincones más ideológicos de su nueva actividad.
Es extraño: él sí que podría presumir de la “pesada herencia” y sin embargo prefiere no hacerlo. De la gestión anterior –también de signo PRO– recibió un complejo vaciado, literalmente y en sentido figurado. Tres de los teatros están cerrados, en obra y sin actividad (además del San Martín, el Teatro Presidente Alvear y el Teatro de la Ribera, que llevan más de 700 y 500 días sin actividad, respectivamente) y las únicas dos salas que permanecen abiertas tuvieron un pésimo rendimiento durante 2015, con una y dos obras en total en cartel durante todo el año. Pero más allá de lo concreto, lo que se llevaron consigo Alberto Ligaluppi y Hernán Lombardi, quienes antecedieron a Telerman y Darío Lopérfido al frente del complejo y el Ministerio de Cultura porteño, respectivamente, es el valor simbólico de los teatros de la ciudad, que hoy carecen por completo de todo prestigio y toda legitimación.
Visiblemente entusiasmado con la tarea de devolverle la vida a las salas, el funcionario dio en la charla algunas definiciones. El Teatro de la Ribera abrirá sus puertas el 17 de este mes bajo la dirección de Diana Teocharidis y lo hará con la obra El andador, con dramaturgia de Florencia Aroldi y dirección de Andrés Bazzalo. Por su parte, se espera que el Alvear esté nuevamente en funcionamiento a finales del año próximo. En cuanto al San Martín, la promesa de Telerman es que el 1° de marzo de 2017 comience la programación, que se completará a través de una convocatoria (ya abierta) de proyectos de la comunidad artística. Mientras tanto, los espectáculos que estaban programados para este año se encuentran distribuidos entre el Cultural San Martín, la Usina del Arte, el Anfiteatro de Parque Centenario y el Teatro 25 de Mayo, bajo la misma modalidad de contratación.
–Vienen muy bien, con la convicción firme de que hay que tomar al toro por las astas y restablecer en plenitud al complejo, que ocupa una centralizad insoslayable dentro de la vida cultural de la ciudad. Estamos trabajando mucho en el Teatro San Martín, haciéndole una renovación integral no solamente en sus aspectos estéticos sino también en lo escenotécnico, una modernización que va a alcanzar todos los espacios de producción y de trabajo. No es la misma obra que se venía haciendo, es más amplia, se va a intervenir todo, desde el primero hasta el último piso. Va a ser nuevamente un espacio agradable para los casi 700 trabajadores que hay en el teatro. Además, nuestro plan es que todo el complejo empiece a trabajar en franjas horarias más amplias, que no solamente haya actividad en los horarios de representación, sino que haya seminarios, encuentros, políticas en conjunto con otras áreas, como educación. Que sea un espacio que llegue a toda la comunidad.
–Porque en pocos días vamos a poner los carteles en la calle, a modo de obligarnos a nosotros mismos y a la empresa a cumplir con ese plazo (risas). Infraestructura nos va a devolver el teatro en enero, y nos tomaremos un mes y pico para su puesta en marcha. Además, este año vamos a anunciar la programación sustancialmente antes de diciembre, que es cuando se suele presentar. Será hacia el final de esta novedosa convocatoria que hemos abierto por tres meses, a la que considero una definición en materia de políticas públicas ya que significa que todos los artistas y creadores del país van a poder acercarnos su material para que lo tengamos en consideración y armemos una programación muy completa.
–El campo intelectual y artístico afortunadamente tiene una sana desconfianza hacia el Estado. Es parte de una dinámica rica y enriquecedora de la sociedad, y hacia eso creo que la mejor respuesta son los hechos. También había desconfianza en que cada sala tenga un director y finalmente así será. Lo que sí diría es que la convocatoria no es una concesión que yo estoy haciendo a la comunidad artística sino un pedido. Lejos estoy de esperar un reconocimiento por eso. Al contrario, a nosotros nos va a facilitar la tarea, vamos a tener un mejor pulso de lo que está pasando en el ámbito de la creatividad. Después sí, ya hay un esqueleto, porque quiero darle al San Martín cierta impronta y hay ciertos textos, autores y directores que quiero que estén. Pero le puedo asegurar a la comunidad que nunca nada va a ser programado por un capricho personal, sino porque piense que artística y simbólicamente tienen que estar. Los gustos personales me los doy en mi actividad privada, y ni siquiera.
–Las ideas políticas nunca han sido para mí un instrumento para cavar trincheras. Me apasiono cuando defiendo una idea y trato de ganar cuando me presento a una elección, aunque muchas veces no lo logro (risas), pero nunca una idea política ha sido obstáculo para continuar una amistad con alguien. En este caso, a Horacio (Rodríguez Larreta) lo conozco desde hace treinta años, competimos electoralmente, pero el afecto se ha mantenido. Al ser convocado por él y por el ministro de Cultura, en ningún momento nos hemos hecho los distraídos, pero tampoco nos olvidamos que tenemos intereses comunes, como el de hacer que esta ciudad sea cada vez más rica, mejor y más justa. Creo en esa cultura política, nos hace mejores dirigentes y creo que da mejores resultados para la población. Además, por supuesto que con ellos comparto una comunidad de valores. Yo pienso que el teatro tiene que estar abierto a la comunidad, y ellos también.
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