Sábado, 10 de septiembre de 2016 | Hoy
CULTURA › EL MUSEO DEL HUMOR SE ENCUENTRA EN UNA NEBULOSA SIN RESPUESTAS
Aunque el espacio tiene una actividad permanente, es un éxito de público y hasta está incluido en los circuitos turísticos, sigue sin ser institucionalizado y amenazan con su traslado a un lugar más pequeño. Figuras de renombre manifestaron su rechazo.
Por Andrés Valenzuela
“Teníamos la promesa de que nos dejaban todo el edificio, incluso ya teníamos las maquetas de cuatro salas más en el primer piso y cosas previstas para las galerías”, cuenta Hugo Maradei, director interino desde 2012 del Museo del Humor porteño (Av. de los Italianos 851). Y aunque por ahora esas obras de ampliación están en veremos, la “buena” noticia es que al menos también están en veremos los planes de la Dirección de Museos, Patrimonio y Casco Histórico de la Ciudad. Es que desde las oficinas de Guillermo Alonso planeaban llevar el MuHu a dependencias del Museo de la Ciudad: una sala en un primer piso por escalera con espacio para colgar 30 obras, contra las más de 200 que suele exhibir el espacio entre su muestra permanente y las temporarias.
La situación colmó la paciencia del Consejo Consultivo Honorario del Museo, integrado por figuras de renombre: Quino, Hermenegildo Sabat, Carlos Garaycochea, Guillermo Mordillo y Fernando Sendra. “Nombres de calle” del humor gráfico argentino, con prestigio internacional. Ellos redactaron una extensa nota, que presentaron a las autoridades con el apoyo de otros 400 colegas y figuras de la cultura. Allí hacen un raconto de la historia del MuHu y cuentan los avances de la actual administración contra su buen funcionamiento. En un pasaje advierten que “las noticias son peores, ya que se le ofrece al Director del Museo un puesto de curador de una sala de humor en el Museo de la Ciudad, con lo que se deduce que el Museo del Humor sería desmantelado o enviado el proyecto a vía muerta”, lo cual encendió las alarmas en el sector.
“Lograron su objetivo, parece”, comenta a Página/12 Maradei. Es que tras la difusión de la situación, Alonso tuvo que salir a declarar en el matutino La Nación que “no está previsto” su traslado y que su demoradísima institucionalización está “en estudio” junto a la situación del resto de los museos de la Ciudad. Las declaraciones de Alonso traen cierto alivio a los humoristas, que sin embargo siguen con atención cualquier novedad.
La institucionalización del MuHu es otro de sus reclamos históricos. El espacio se inauguró en junio de 2012, aunque no tuvo su decreto de creación sino hasta octubre de ese año. Comenzó a funcionar en la ex Cervecería Munich, donde aún está y por toda mano de obra recurrió al personal de la ex Dirección General de Museos, ya asignada allí. Más allá de su decreto constitutivo (que indicaba su funcionamiento en ese predio y ordenaba un patrimonio inicial tomado de los otros museos de la Ciudad), jamás se lo institucionalizó. Es decir, jamás se terminaron de realizar los pasos formales: establecer un organigrama, objetivos y demás particularidades de cualquier dependencia pública. Este trámite comenzó en 2013 su andadura por las oficinas del gobierno porteño, hasta su parálisis a mediados del año pasado. Los motivos de la demora, aseguran desde el Museo, son un misterio: el MuHu tiene público asiduo, organiza muestras constantemente, tiene trato con otras instituciones a nivel nacional e internacional y hasta el bus turístico de la Ciudad tiene parada en su puerta. “Es exitoso y no supone un costo adicional”, destaca su director interino.
¿Y si el gobierno porteño insiste con su traslado? “En ese caso el Consejo Consultivo pide que se otorgue un lugar similar”, explica Maradei sobre el reclamo de los humoristas. Este puede ser un punto difícil de zanjar, pues es también el que más demoró la creación de un Museo del humor en el ámbito porteño. Durante casi diez años los humoristas se reunieron con autoridades de distintas administraciones sin éxito, hasta que en 2011 y 2012 apareció la perspectiva de la ex cervecería Munich como espacio propicio para su funcionamiento.
En 2016, a cuatro años de su inauguración, el Museo sigue funcionando. El último cuadrito de esta tira queda por ser dibujado. Un chiste que, por ahora, no tiene remate.
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