Jueves, 23 de diciembre de 2010 | Hoy
HISTORIETA › ACERO LíQUIDO, AHORA REUNIDO EN UN TOMO DE 300 PáGINAS
Publicada por primera vez en la revista Skorpio hace veinte años, la obra de Eduardo Mazzitelli y Quique Alcatena sigue produciendo una disfrutable sorpresa: una increíble combinación de ideas fértiles e ilustraciones que amplían aún más ese universo.
Por Andrés Valenzuela
¿Cuántas ideas caben en una sola página de historieta? ¿Cuántos conceptos que ameritan un libro entero puede soltar un guionista... en dos viñetas? Sin importar cuál sea la respuesta inicial, es necesario revisarla tras la lectura de Acero Líquido, una serie imponente publicada originalmente en la revista Skorpio dos décadas atrás y recopilada ahora en un tomo único de casi 300 páginas, gracias a un trabajo de coedición entre los nicoleño-porteños de LocoRabia y los uruguayos de Grupo Belerofonte.
Habitualmente, cualquier historieta en la que participe Quique Alcatena obliga a fascinarse con sus dibujos. Pero en esta ocasión su trabajo –de enorme factura, sin duda– palidece ante la prodigalidad de ideas que Eduardo Mazzitelli suelta, como quien no quiere la cosa, haciéndolas desfilar ante los ojos del lector, sólo para elegir una y desarrollarla en cada capítulo. Asombra cómo el guionista puede concebir en una viñeta reinos fantásticos de esos que albergan mil aventuras y por los que muchos de sus colegas matarían.
La serie narra la vida de Hark, una especie de saltimbanqui rebelde, contestatario y libertino a quien el gobernador de una ciudad-Estado captura y somete a un tortuoso experimento. Hark se transforma en un guerrero insensible de metal fundido. A partir de allí sigue la esclavitud mental primero, la liberación luego y el recorrido abrumador por un mundo totalmente fantástico.
Cuando salió originalmente, Acero Líquido era una serie periódica sin plan fijo. Es decir, la dupla comenzó a trabajar sin tener idea de cuándo culminaría o siquiera si sobreviviría al primer encuentro con el público. Quizá por eso en sus páginas abundan tanto las propuestas geniales, extraviadas, imposibles y alucinadas. Pareciera que Mazzitelli atravesaba una etapa de efervescencia creativa que sólo podía saciar volcándola en los guiones casi compulsivamente. El resultado es una narración que a primera vista parece poco orgánica, pero que en el fondo guarda un hilo conductor muy fuerte a partir de múltiples reflexiones sobre la ética del poder y del conocimiento.
El guión se completa con una serie de personajes secundarios fuertes, que en ocasiones ganan más relevancia que el propio protagonista. Allí está Híbrido, un compañero de aventuras que parece un heraldo de la entropía. O los sabios que agregan una letra a su nombre cada vez que consiguen duplicar su conocimiento y luchan entre sí para ganar la supremacía sobre sus pares. También están los madramanes, pródigos en desgracias; Memoria, que puede predecir el futuro porque conoce todo el pasado, o Sibilina, quien sólo puede amar a un hombre desgraciado.
Pero si Hark tiene una especie de compañero de aventuras como Híbrido, que en ocasiones lo ayuda, otras lo mete en problemas y a veces le plantea problemas existenciales, el propio Mazzitelli cuenta él mismo con un compañero de aventuras destacado. Alcatena hace de ese demencial viaje mental de Mazzitelli una alucinación gráfica que no sólo resiste y se aguanta las propuestas del guión (en ocasiones particularmente difíciles de ilustrar), sino que además las potencia. Da vértigo pensar por momentos que Acero Líquido no era la única serie que Alcatena hacía en esa época. Vértigo imaginar que pudiera plasmar conceptos tan difíciles con tanta soltura, casi haciéndolos parecer sencillos, mientras debía hacer frente a otros trabajos. Pero podía. El resultado no podría ser mejor.
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