Viernes, 22 de abril de 2011 | Hoy
HISTORIETA › VIRUS TROPICAL, DE LA COLOMBIANA POWERPAOLA
En la línea de los “biocomics” en boga, PowerPaola recuerda aquí sus choques con su padre y con la religión, la cambiante relación con su madre, la primera menstruación, las escapadas para bolichear, su debut sexual y, finalmente, su independencia.
Por Andrés Valenzuela
La señora de Gaviria ya había tenido dos niñas, Claudia y Patty, y no quería más. Por eso decidió ligarse las trompas de Falopio. Pero por algún motivo su barriga empezó a hincharse. “Es imposible que usted esté embarazada, señora”, le dijo un doctor. “Debe ser un virus tropical”, opinó. Otros “especialistas” aseguraron que no era tropical, sino ecuatorial, que tenía “aire”, “mal de ojo” y hasta un “embarazo psicológico”. Resultó que tenía a Paola. Y Paola, hija de un padre sacerdote y una madre dedicada a la adivinación para completar la olla familiar, creció hasta convertirse en PowerPaola y escribir, dibujar, la primera etapa de su vida en Virus tropical, una novela gráfica –un “biocomic”– que recorre sus años iniciáticos hasta la independencia de la casa familiar.
A primera vista es difícil distinguir lo excepcional de Virus tropical, pues no captura por el dibujo (eso viene después), ni las primeras páginas prometen algo espectacular. Tiene, sí, una sensibilidad enorme para plasmar una vida. También personajes entrañables. Sobre todo, retrata sin dramatismo a una familia cuyos vínculos se hacen y deshacen con la distancia y los viajes, una familia en la que las mujeres llevan la batuta y que recuerda en algo a las películas de Almodóvar, pero sin el morbo que caracteriza a las cintas del español, quizá porque la historietista colombiana se cuida muy bien de adjetivar las transiciones en los cuadros de texto que sitúan los acontecimientos.
PowerPaola publicó la historia primero como una serie de fanzines en Colombia. Luego empezó a subir el relato al blog colectivo Historietas Reales (http://historietasrea les.wordpress.com/), a una página por semana. Allí capturó inmediatamente la atención de lectores y colegas y es raro encontrar entre las nuevas voces de la historieta argentina quien no la elogie. Al punto que Ricardo “Liniers” Siri, una de las figuras más destacadas del ambiente, decidió recopilar la obra a través de su propio sello, la Editorial Común.
¿Qué tiene de especial este relato? Quizá su virtud más llamativa sea conseguir rápidamente la identificación de las lectoras, sempiternas convidadas de piedra de la historieta. Esta es una novela pensada por y para ellas, en la que los hombres poco tienen para opinar.
PowerPaola recuerda aquí sus contrariedades con la religión, con su padre, la cambiante relación con su madre, el sostén que encontró en sus hermanas mayores, el desarraigo por las mudanzas frecuentes, la primera menstruación, las escapadas para bolichear, sus primeros trabajos como dibujante, la primera relación sexual y, finalmente, la inesperada independencia. Pero hace todo esto con sencillez, con naturalidad, como entendiendo que las cosas más difíciles son también parte de una vida equilibrada. Por supuesto, en su historia hay despedidas dolorosas, una cuota de drama y una buena porción de lágrimas, pero –por eso de eludir los adjetivos– la autora no muestra tristeza.
A primera vista, el dibujo de la joven colombiana no se destaca. Una mirada rápida sólo ve trazos hechos por alguien recién iniciado. Pero quizás ahí está uno de los motivos por los que captura tanto al lector: inspira cercanía. Por otro lado, cuando se empieza a prestar atención a las viñetas, se advierte una composición muy sólida en cada cuadro en la construcción de los ambientes. La dibujante llena cada espacio con detalles minuciosos sobre el mundo que transitó. Son esos detalles los que desmienten la primera impresión. Hay mucho trabajo, mucha reflexión en el dibujo de PowerPaola. Y, parece, en su vida también.
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