Vie 27.07.2012
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HISTORIETA  › LUCIANO SARACINO Y EL FESTIVAL DE HISTORIETA DE LA FERIA DEL LIBRO INFANTIL

“Antes se leía historieta como hoy se mira la tele”

El escritor y guionista sostiene que “hoy hay mucha más historieta para chicos que hace tres años”, pero reconoce que se está lejos del momento en que dominaba los kioscos de diarios y sus ejemplares se vendían por toda América latina. Hoy y mañana, la cita es en el festival.

› Por Andrés Valenzuela

Una buena idea puede volverse una linda costumbre. De pronto, como quien no quiere la cosa, tener un Festival de Historieta en la Feria del Libro Infantil y Juvenil es cosa hecha. Dos días que ya son parte interiorizada y ansiada de las actividades del tradicional encuentro de libros para pibes. Hoy empieza la tercera edición de ese festival, que se extenderá por dos jornadas y ofrecerá a los asistentes talleres de dibujo y guión, charlas y homenajes a los grandes creadores de aventuras dibujadas, en el predio del Centro Municipal de Exposiciones (Av. Figueroa Alcorta y Av. Pueyrredón, Capital Federal).

Tras dos años a cargo de Andrés Accorsi, este año la coordinación del festival quedó en manos del escritor y guionista Luciano Saracino, un referente importante a la hora de hablar de historieta para chicos, gracias a series como Las aventuras de Fede y Tomate. Saracino entiende el extraño y doble lugar de autor y organizador que le toca ocupar. “Es raro, pero no deja de ser un orgullo y, por otro lado, la historieta me gusta tanto que considero que tenemos que difundirla en todos lados.” Reconoce que por su relación con Accorsi al comienzo dudó en tomar su lugar, hasta que recibió su apoyo.

“Ahí me puse a pensar qué se podía hacer que fuera interesante, porque si no los festivales tienen esta cosa de hablar para su propio público, mesas o debates donde hablamos de nosotros mismos”, plantea. “Acá quería pensar cómo hablar absolutamente al otro sin llamar a Nik.” Si el año pasado la figura convocante fue el norteamericano Marc Wolfman, esta vez la estrella será el paraguayo Robin Wood, guionista estelar de la extinta editorial Columba y creador de personajes irremplazables, como Nippur de Lagash o Dago. 2012 parece ser un año particularmente intenso para Wood. Hace unos meses sus fans le rindieron un sentido homenaje en un evento privado en Buenos Aires, y el festival rosarino Crack Bang Boom tiene confirmada su presencia desde hace meses. Además, estos días porteños lo tendrán ocupado en distintas reuniones por la producción de una película dedicada al Tuerto de la Mesopotamia.

“Con esto, un poco la intención es volver a hablarle a aquel que leía historieta y ya no somos nosotros, contarles a los nuevos que en Argentina hubo historieta de la mejor del mundo y que la gente la leía como quien hoy mira la tele”, explica Saracino antes de lanzarse a analizar la situación actual de las viñetas dedicadas a los pequeños.

Recorrerlo todo

“Vos antes recorrías la Feria y tal y tal stand tenía historieta. Vos ya lo sabías de antes, en general se trataba de comiquerías”, describe Saracino. “Eso sigue estando, pero lo nuevo que tenés ahora es que por donde pases, vas a ver historieta: ¿Aique? Tiene. ¿Vas a Norma? Tiene. ¿Pictus? Vas a ver. Puerto de Palos también tiene. Y así un montón”. El director del festival destaca la tarea del Movimiento Banda Dibujada, dedicado a la promoción de la historieta para chicos y jóvenes, que organiza recorridas para bibliotecarios por la FLIJ, para ayudarlos a encontrar las nuevas viñetas.

“La clave es ver si se vuelve regla –considera–, si en tres ferias vemos que esto se volvió la norma, que los libros de (Javier) Rovella funcionaron espectacular y Albatros publicó otros cuatro, ahí vamos a poder quedarnos tranquilos.” Es que la historieta viene creciendo en número de títulos publicados y en calidad de edición, pero sus exponentes aún son cautos: reconocen una mejor situación, pero saben también que están lejos del momento en que dominaban los kioscos de diarios y sus ejemplares se vendían por toda América latina.

“Hoy hay mucha más historieta para chicos que hace tres años”, señala Saracino, haciéndose eco de lo comentado durante la entrega de los Premios Banda Dibujada, hace algunas semanas (ver recuadro). “Se pide Pi-Pío, se pide Pelopincho y Cachirula, y está perfecto pedir la republicación de los clásicos, pero también están Rovella, Max Aguirre, Gerardo Baró, es mucho más sano publicar eso, que me está hablando de algo vivo y no de una cosa de museo. El museo está genial y vamos los sábados, pero yo quiero ir a la historieta los lunes, martes, miércoles, jueves y viernes.”

Obstáculos inesperados

Pese al buen viento que impulsa a la historieta local, Saracino observa tres obstáculos para su crecimiento. Son tres escollos llamativos: las maestras, las grandes editoriales y la falta de publicidad.

Pese a que el lenguaje de la historieta figura en la currícula escolar, el aula encuentra serias dificultades para abordar dibujos y globitos. La cuestión no es necesariamente por prejuicios (más allá de la eterna etiqueta de “arte menor” que recibe el comic), sino de conocimientos básicos. “Vas a la escuela y tenés que explicarles no qué libro hiciste, sino qué es una historieta. Hablás con una maestra y no conocen más allá de Gaturro”, cuenta.

“De última es un obstáculo que hasta te diría que poquísimo me importa, porque uno no escribe para chicos de escuela, sino para chicos, y ésa es una diferencia fundamental. A mí el pibe que me interesa es el que juega a la pelota, anda en bicicleta y se enamora de la más linda de su curso, me gustan los Fedes.” Su mirada –confiesa– está marcada por sus épocas de estudiante “bardero” que encontraba en el aula un lugar de displacer.

“Otro obstáculo grande es que las editoriales grandes no se le animan a la historieta”, critica el guionista, hecho a recorrer oficinas con muestras. “Si hay un editor con huevos que quiere publicar, capaz le permiten sacar una para dejarlo tranquilo, pero no acompañan el libro con ninguna movida.” El mundo de los cuadritos es uno que los grandes sellos conocen poco y es, según el entrevistado, “todavía una cosa medio punk que está como en las afueras”.

“Cuando en la FLIJ se hace un festival de historieta está genial, pero mejor sería tenerlo también en la Feria del Libro Internacional, ¿por qué no? Yo no sé si no será porque las grandes editoriales tienen miedo de que este hermano menor del altillo empiece a hacer un poquito de ruido”, especula. El último escollo va asociado al anterior, y es la falta de promoción de las propias editoriales. “Creen que se puede vender un libro sin que nadie sepa que salió, ¿a quién se le ocurre?”, reclama Saracino. “Sale un libro de (Felipe) Pigna y lo ves hasta en las lunetas de los colectivos, Gaturro desapareció de las bateas de los libros infantiles en las librerías porque tiene su propio exhibidor, ¿cómo no querés que esos libros vendan?”

En este punto, el autor compara la actitud local con la de los Fondos Concursables de Cultura del Ministerio de Educación de Uruguay, que subvenciona ediciones pero también exige a los editores un plan de venta y promoción de los productos. “Si ahora vas a Montevideo, está tapada de afiches de Cardal, de Dante Ginevra y Martín Bentancor, vos los ves y cuando llegás a la librería, ya lo conocés”, cuenta.

Aventura y después

Las principales charlas del festival, sin embargo, homenajean a los maestros: Wood como invitado central, Trillo en otra. ¿No es una contradicción con el deseo de novedad y actualidad? ¿No revela una tensión en los debates del mundo de las viñetas entre historieta clásica o “de aventuras” y la nueva historieta “de autor”?

“No creo que el comic de autor espante a la gente ni que la historieta clásica sea añeja y vetusta, pero sí creo en que esa historieta clásica, de género, dio mucho de sí y luego fue desplazada por otra que no voy a llamar de autor, pero sí de vanguardia, porque autor era Trillo, que era tremendamente popular, y de autor puede ser Savarese, dibujada por Cacho Mandrafina y escrita por Wood. (Eduardo) Mazzitelli y (Quique) Alcatena son autores y lo que hacen responde a géneros”, distingue.

“Creo que es el momento de bajar algunos cambios y empezar a contar para el público. Deberíamos empezar a juntar una cosa y otra y ver qué pasa. No volver a Nippur, que ya fue hecho y muy bien, ni pensar en los tipos de escritura de (Héctor Germán) Oesterheld. Tenemos esas raíces, y la de Trillo, que fue nuestra última bandera. Pero ahora tenemos el vértigo de ser nosotros los que estamos. Creo que estamos en un momento ideal para la historieta. Y si lo desperdiciamos somos unos boludos. Esa es una responsabilidad de la que nos tenemos que hacer cargo.”

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