HISTORIETA › SAN LUIS COMICCON, PRIMERA CONVENCIóN DE LA DISCIPLINA EN LA PUNTA
El encuentro tuvo una gran concurrencia que, además de recorrer muestras y stands, pudo participar de talleres.
› Por Andrés Valenzuela
Desde La Punta, San Luis
@Pablo tiene 10 años y llegó desde Merlo al complejo Arenas de la Punta, un hotel de lujo con casino, hipódromo y shopping. Llegó con su madre, su hermana mayor y su hermano más pequeño, que es apenas un bebé. No es que el chico pueda predecir plenos en la ruleta ni que tenga pálpitos infalibles con los burros. No. Pablo se acercó a este rincón apartado de la ciudad de La Punta, en la provincia de San Luis, para mostrarles sus dos cuadernos repletos de dibujos a los historietistas invitados a San Luis ComicCon, la primera convención de la disciplina en la ciudad, que se realizó allí el sábado y el domingo. Aun antes de entrar al lugar, Pablo se encontró casualmente con dibujantes invitados, que lo animaron a continuar, elogiaron su dedicación (“¡termina las historietas! ¡Normalmente un chico las larga por la mitad!”, se sorprendía uno) y el nivel de sus dibujos a mano alzada. Era cosa de familia: su hermana hacía buenos dibujos inspirados en el manga y –contaba su madre– había por allí una tía artista plástica. Pero para sus ganas de dibujar (más grandes que su timidez), resultaba importantísimo encontrar quién se dedicara al oficio de las viñetas.
Quizá por experiencias como la del mismo Pablo, la primera edición de un festival puntano dedicado a la historieta sorprendió a propios y ajenos. El motivo principal de sorpresa fue la concurrencia, notablemente amplia para la cantidad de habitantes de la provincia y, además, para lo apartado del lugar, que sólo es accesible desde la ruta y queda a un par de kilómetros de la ciudad de La Punta. Pese a esto, el pabellón central, las carpas de muestras medievales y las dos salas de charlas estuvieron abarrotadas de gente tanto el sábado como el domingo, mostrando mucho interés en los seis stands de venta de historieta (dos de material nacional, uno de manga, otro de comic norteamericano y dos más de proyectos colectivos como el rosarino Terminus o el tándem de guionistas El hotel de las ideas) tanto como en los de otras producciones subsidiarias o relacionadas: de máscaras, muñecos, esculturas y atrezzo medieval.
Además, el público pudo disfrutar de dos muestras. Una dedicada a los artistas invitados al encuentro, que incluía a modo de “yapa” ocho páginas originales de Quique Alcatena. La otra dedicada a una serie de esculturas de Martín Canale, inspiradas en personajes famosos de las viñetas estadounidenses.
Entre sierras, mirando pistas de carrera, la gente se acercó desde distintos pueblos. Además de recorrer muestras y stands, los asistentes pudieron participar en distintos talleres. La cuestión de la producción local resultó central en San Luis ComicCon. Fue tema de debate en mesas y charlas. ¿Cómo construir nuevos espacios en lugares alejados de los habituales circuitos de distribución de la historieta nacional? ¿En qué medida pueden imponerse los autores regionales? ¿Cómo difundir las publicaciones nacionales? ¿Qué rol ocupan los personajes en la situación actual de la disciplina?
La cuestión no fue una mera discusión teórica. También fue parte central del cronograma, que incluyó abundantes demostraciones y talleres: de guión, de creación de personajes, de coloreado digital y producción. Si el primer lugar estuvo a cargo de los autores más experimentados y los periodistas especializados asistentes, los talleres quedaron a cargo de los otros invitados: Luciano Saracino, Gabriel Bobillo, Matías Santellán (los tres en guión), Ariel Olivetti, Dolores Ockeki (coloreado digital), Camila Rapetti, María José González y Pupi Herrera (creación de personajes para niños y para adultos).
Un detalle llamativo de San Luis ComicCon es que, comparado con otros eventos, la proporción de asistentes caracterizados como sus personajes favoritos es relativamente baja. Se pudo ver algún hobbit chusmeando remeras, un noble targaryen por allí, un equipo de jedis rosarinos, alguno que otro personaje de animé y un “alienígena” que insistía en preguntar a los panelistas si dedicaban algo de su producción “a los decepticons”, para sorpresa de sus interlocutores.
El balance final del evento les resultó satisfactorio a todos. A los invitados, sorprendidos y agradecidos por la recepción del público. Al público mismo, por encontrarse con la fundación de un espacio nuevo en la provincia, que se percibía como necesario. Para los organizadores, que vieron justificado su esfuerzo por la afluencia de gente. Y también, claro, para esos muchos Pablos de cualquier edad, que sueñan con dibujar y descubrieron en el contacto con autores que sí se puede hacer del comic y la ilustración un modo de vida.
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