HISTORIETA › “PRATT EN VEA Y LEA”, EN EL NUMERO 75 DE LA REVISTA FIERRO
La edición que sale mañana con Página/12 incluye un inédito del dibujante italiano. Los investigadores Aldo Pravia y Gustavo Ferrari realizaron una pesquisa sobre el trabajo de Pratt en la revista Vea y Lea, que incluye ilustraciones de cuentos de Rodolfo Walsh.
› Por Lautaro Ortiz
Que Hugo Pratt y Rodolfo Walsh se vieron alguna vez lo atestiguan algunas páginas de la recordada revista Vea y Lea, publicación de interés general al estilo de magazine norteamericano que se editó en el país desde 1946 hasta 1962. Allí donde uno escribía cuentos policiales con el comisario Laurenzi al mando, el otro –padre del Corto Maltés– creaba ilustraciones con libertad de técnica y tamaño: acuarelas a doble página que obligaban al lector a mirar más que a leer. Si bien a Walsh lo único que le gustaba de esa revista (“sólida, no brillante, para hombres de 40 años”) era la página de Quino, no podía escapársele el fuerte trazo del pincel y las rápidas y poderosas aguadas que impuso Pratt a la sección de relatos donde se publicaron “Los dos montones de tierra” y “Transposición de jugadas”, cuentos escritos por Walsh en 1961. Ambos se vieron y se leyeron. Dato suficiente para que dos coleccionistas e investigadores de historieta comenzaran la pesquisa del trabajo de ilustración hecho por Pratt (doce ilustraciones en total) y lo dieran a conocer por primera vez –en un suplemento especial– a los lectores de la revista Fierro que sale mañana junto a este diario.
Pero el inédito “Pratt en Vea y Lea” no estará sólo en esta edición 75: lo rodean los llamados clásicos de la historieta nacional como Alberto Breccia, Domingo Mandrafina, Jorge Moliterni, Arturo del Castillo y Solano López, con breves aventuras no recopiladas antes en libros. Para esta edición “clásica” de Fierro de “cuasi riguroso blanco y negro aventurero a la manera de antaño” (como lo define Sasturain en su nota editorial) fue invitado el versátil y talentoso dibujante Félix Saborido, quien creó una portada “al estilo Columba”, pintada por el gran Diego Parés. Ni homenaje, ni rescate. Un número para el disfrute.
La cosa es así: en noviembre 1960 el dibujante italiano Hugo Pratt inició su última etapa en Argentina luego de haber regresado de Londres, donde realizó varias ilustraciones de guerra para la Fleetway Publications. Cuando la Editorial Ramírez compró Frontera de H. G. Oesterheld, Pratt comenzó a trabajar en Vea y Lea y otras publicaciones de ese sello. La importancia de Pratt como ilustrador la explican Aldo Pravia (quien conoció al dibujante en 1986 y se encuentra realizando una suerte de biografía que abarca el periplo argentino entre 1950 a 1959) y Gustavo Ferrari, coleccionista y estudioso de la obra de Hugo Pratt y Alberto Breccia.
–¿Cuál es la historia que vincula a Pratt con Vea y Lea?
G. F.: –El inicio de su colaboración coincide temporalmente con la compra de las publicaciones de la Editorial Frontera (fundada por Oesterheld), donde Pratt estaba trabajando, por parte la Editorial Emilio Ramírez. Podemos pensar que, más allá del reconocimiento artístico del que gozaba, el hecho de estar en Frontera cuando se produce el traspaso le abrió las puertas para colaborar en las publicaciones del nuevo editor.
A. P.: –En esos años Pratt también mantenía sus colaboraciones con otras editoriales argentinas como Para Ti y Damas y Damitas, donde hacía ilustraciones de cuentos. De esta manera, y trascendiendo las fronteras de las publicaciones del género de la historieta, en la revista Vea y Lea, entre los números 355 y 371 (de enero a septiembre de 1961), se publicaron doce magníficas ilustraciones de Pratt en blanco y negro y a doble página.
–¿Qué diferencia observan ustedes entre las ilustraciones realizadas para Vea y Lea y las del resto de las publicaciones?
A. P.: –Pratt siempre tuvo inquietudes plásticas y ha realizado obras diversas, llegando inclusive a montar algunas muestras en galerías de arte en Buenos Aires y en Europa. Las ilustraciones realizadas para esa revista parecieran mostrar una libertad inusual para alguien acostumbrado a los inflexibles límites de cada cuadrito de las historietas. Son verdaderas explosiones plásticas, realizadas con vigorosos trazos de pincel, en técnicas diversas, que reflejan la intriga y el espanto de las distintas narraciones. Existen muchas otras ilustraciones de Pratt que presentan grandes diferencias, de estilo, de técnicas y de concepción con respecto a las ilustraciones para esa revista. Pensá que fue capaz de ilustrar la portada de una revista femenina con una hermosa escena cuidada y realista, de embellecer un libro de poemas de Rudyard Kipling y otro de cartas de Arthur Rimbaud, de realizar trabajos para distintas campañas publicitarias, de decorar un Fórmula 1 y diversas tapas de discos. Pero principalmente sobresalió por su brillante técnica y manejo de la acuarela, elemento con el cual realizó incontables y magníficos trabajos como estos que verán los lectores de Fierro.
–¿Cómo se inició este trabajo de investigación?
G. F.: –Estos hallazgos se dan gracias a la combinación de nuestras búsquedas constantes, el estar en contacto con vendedores y libreros que saben del tema y un toque de suerte. La primera Vea y Lea con Pratt llegó a mis manos en 2001 en el Parque Rivadavia, gracias a un conocido librero. Durante años seguí buscando infructuosamente, hasta que hacia 2004 nos conocimos con Aldo y empezamos una búsqueda más intensiva. Esta pesquisa nos llevó a la Biblioteca Nacional, donde pudimos relevar once de las ilustraciones. Con el tiempo fuimos consiguiendo los ejemplares originales y gracias a Guillermo Parker, que se encargó del escaneado y retoque de los dibujos, esos once fueron publicados en 2007 como suplemento de la revista Fumetto de Italia. La novedad de la próxima Fierro es que hace pocos meses pudimos encontrar un doceavo cuento ilustrado por Pratt, cuya particularidad es que fue escrito por Rodolfo Walsh.
–¿Creen que se conocieron personalmente?
G. F.: –Pratt fue ante todo un gran lector, la biblioteca de su casa en Suiza era famosa por tener miles de volúmenes. Para él, el tiempo vivido en Argentina fue una etapa de formación y maduración en todos los sentidos y siempre recordaba sus lecturas. Borges y Arlt en primer lugar, también Leopoldo Lugones y Horacio Quiroga. Pero de Walsh nunca dijo nada. Es posible que lo haya leído (más allá de los dos cuentos suyos que ilustró), pero creo que sería muy aventurado sostener un encuentro personal, aunque es evidente que se conocían por sus obras.
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