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Viernes, 7 de junio de 2013

HISTORIETA  › DIEGO PARES HABLA DE FIERRITO, EL NUEVO SUPLEMENTO DE LA FIERRO

“El lector elimina el tiempo”

En su edición número 80, la revista que aparece mañana junto a Página/12 abre el juego con un suplemento que tiende puentes entre los cuadros de ayer y de hoy: “Un espacio que permite la experimentación, la locura, el riesgo”, se entusiasma Parés.

 Por Lautaro Ortiz

“¿Y ahora qué?” escribió un lector de la revista Fierro sabiendo que mañana la publicación dirigida por Juan Sasturain llegará a las 80 ediciones mensuales. Más que curiosidad, la pregunta es desafío: a esta altura todo lector sabe que ninguna edición se parece a otra. Y mañana será menos igual. Con tapa del dibujante Félix Saborido, llega Rick City, serie creada en los ’80 por Carlos Trillo para el mercado europeo y que por primera vez se publica en el país. Rick City no es más que un juego temporal (una ucronía) que tiene como sede aquel bar donde Rick Blaine (Humphrey Bogart) escuchaba una y otra vez la canción de Casablanca. Entre citas cinéfilas y pasos de comedia, la serie fue pensada para que luciera en sus múltiples estilos un Saborido en plenitud creadora. Pintada para la ocasión por Humberto Miranda, la historia que marca el regreso de Carlos Trillo a la revista es desde ya un festejo.

Y mientras avanza y terminan las series regulares como ¡México Lindo! (Calvi), Eden Hotel (Agrimbau-Ippoliti), Putrefacción (Couselo-Fraticelli), y mientras el Borges, de Lucas Nine, sigue huyendo de un Girondo celoso, Fierro lanza el primer número de Fierrito, suplemento de humor que rinde homenaje no sólo al pasado (clara cita que remite a la revista Patoruzito), sino que va hacia el presente con la publicación de nuevos historietistas. Así, creadores insoslayables de la historieta nacional como Roberto Battaglia y su Don Pascual, Eduardo Ferro y su Langostino, y un extraño Copi con su más delirante canguro Kang!, se hacen presentes en este suplemento junto con nuevos dibujantes como Ciriani, Panno, Riskin, Navarro, Souto, que a su vez están respaldados por los ya imprescindibles Cachimba y Sala.

El responsable de esa mixtura/locura es el dibujante Diego Parés (Haedo, 1970), quien se hizo cargo de la edición y concibió el concepto gráfico del nuevo suplemento. No es casualidad que haya sido el elegido. Entre todas las virtudes de Parés (su trazo, su vitalidad creadora y sus ideas, que se multiplican en innumerables colaboraciones) cabría destacar esa que sólo está reservada para unos pocos: a través de sus creaciones se puede leer y entender la tradición y el futuro del humor argentino. No necesita redibujar o citar personajes, no necesita sentarse a teorizar sobre historieta, sólo le basta crear, por ejemplo, Rispo, Chumbo, Service o Humor Petiso, para que el lector sepa que en ahí hay un dibujante que sabe de qué está hecho el material con el que trabaja, que sabe cuándo es necesario revisarlo y cuándo romperlo en pedazos. Desde su casa de Flores, donde vive hace tiempo, Parés habla de este nuevo desafío: “Editar este suplemento es hacer algo que tengo ganas desde hace rato y que, por cuestiones económicas o por pereza, fue bastante difícil: dirigir una revista de humor. Lo que Fierro me permite es jugar un poco a ser el director de una revista. Tengo ganas de meter cuchara ahí, medio como hacía Kurtzman en la Mad, sugiriendo, orientando, tirando ideas, editando, viendo cómo utilizar el material que recibo”.

–¿Cuál fue el concepto gráfico que pensó para el suplemento?

–El pastiche rápido, grosero, medio a lo bestia, la superposición de estéticas, yendo desde lo más nuevo hasta lo clásico. La tapa del suple es un ejemplo de eso: conviven el joven Riskin con Battaglia, Cirianni con Ferro. Si me preguntás qué une a dibujantes de humor de distintas generaciones, diría la amalgama del tiempo, la convivencia en un limbo. En mi baño puedo tener para leer una Patoruzito, un Crumb, una de Fantagraphics, una Condorito y un libro de Oski. Tiene que ser posible amalgamar todo eso en una estética, en una idea. Eso trataré de llevar al papel. Es un suplemento de humor, pero un suplemento de humor en Fierro, y es por eso que tengo muy presente el viejo Oxido, que permitía la experimentación, la locura, el riesgo. Quiero también sostener a algunos autores jóvenes, porque la continuidad favorece al crecimiento. Si Ferro o Battaglia fueron quienes fueron es porque no hicieron una, sino miles de páginas. 

–¿Cuál es el resultado de esa mixtura entre Copi, Ba-ttaglia o Ferro con los nuevos autores?

–Es esa convivencia que digo. ¿Dónde se unen? En el lector. El lector es, puede ser, la eliminación del tiempo. La historia de la historieta se condensa en un solo punto, el lector. Una buena historieta no tiene tiempo, no es más actual la última novedad que una historieta de 1940. Una historieta no es un bife que se pudre y lo tenés que tirar. Si es buena permanece y convive con el presente sin dificultades. Lo único actual es el lector como vértice de todo lo que existe.

–¿Qué significa poder publicar a Battaglia y a Ferro?

–Cuando era pibe conocí a Ba-ttaglia a través de Fierro y me voló la cabeza. El tipo estaba loco. Ferro es una bestia. Fueron dos genios de la historieta. Es palo y palo, continuidad con ritmo sostenido, peripecias, gags, demencia, imaginación y buenos dibujos. Langostino y Don Pascual son de lo mejor que se hizo en Argentina. Ocurre que no existen libros de ellos, nadie ha recopilado y editado ese material, que lejos de ser para nostálgicos, es para disfrutar aquí y ahora. Fierro viene nuevamente a ser puente entre esas grandes obras y los lectores que aún no los conocen.

–¿En dónde radica esa genialidad?

–Eduardo Ferro es un dibujante excepcional, detrás de esos monitos hay unas estructuras muy sólidas, unos contrastes siempre interesantes. Un uso del dibujo en pos de la historieta justo: nunca falta y nunca sobra. Su dibujo es rápido pero siempre vivo. Battaglia es similar, pero más laborioso, es menos expansivo que Ferro pero superexpresivo. Lo que para Ferro es el blanco, los espacios vacíos, para Battaglia es la repetición. Es la contención de un demente, en cualquier momento parece a punto de explotar. Evidentemente, Quinterno sabía muy bien lo que hacía al darles a ellos dos las páginas de humor en la Patoruzito. Yo los tengo muy presentes cuando hago El Sr. y la Sra. Rispo. Lo que hace interesantes a Langostino y Don Pascual no es el gran arco argumental, no hay planes, no hay un guión como en una película. Nadie, ni ellos mismos, sabían lo que iba a ocurrir la semana siguiente. Lo que los hace interesantes es lo que va ocurriendo, la relación entre los personajes, la sorpresa y la incertidumbre. Se juntan unos tipitos ahí en el cuadrito y sale lo que tiene que salir, es la química la que manda. Me gustaría que pase eso en Fierrito.

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“La historia de la historieta se condensa en un solo punto, el lector”, argumenta Parés.
Imagen: Leandro Teysseire
 
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