HISTORIETA › DAVID B., AUTOR DE L’ASCENSION DU HAUT MAL, INVITADO A COMICOPOLIS
El dibujante francés relató en seis volúmenes la evolución de la epilepsia de su hermano y cómo esto modificó el núcleo familiar. Ese trabajo revolucionó la historieta de su país e instaló a la editorial L’Association, de la que forma parte.
› Por Andrés Valenzuela
“Cuando me volví historietista, sabía que quería contar la historia de mi familia, explicar cómo fue que mi hermano enfermó a los 7 años y cómo eso nos cambió la vida.” La explicación podría haber surgido de boca de cualquiera de las decenas de autores que en las últimas dos décadas hicieron de la autobiografía uno de los géneros predilectos del comic mundial. Pero quien dice eso no es cualquier dibujante: es nada menos que Pierre-François Beuchard o, como lo conoce el mundo artístico, David B. El dibujante está de visita en Buenos Aires para el festival Comicópolis, que se realiza hasta el domingo en el predio de Tecnópolis, en Villa Martelli. Con su libro L’ascension du haut mal (“La ascensión del gran mal”) revolucionó la historieta francesa y mundial, y le dio proyección y éxito crítico a un género por entonces dejado de lado en las viñetas de su país. El éxito de ese trabajo, publicado originalmente en seis álbumes, marcó el derrotero de B. y también el de muchos de sus colegas. Además sirvió para impulsar definitivamente a la entonces jovencísima editorial L’Association, que había cofundado con otros seis autores (entre quienes se contaba, por ejemplo, el enorme Lewis Trondheim). Del éxito de L’ascension... y la consolidación del sello emergieron luego obras como Persépolis, de Marjane Satrapi, que también encontró espacio en el colectivo autoral-editorial.
“Fue gracias a L’Association que pude publicar el libro, porque comencé a hacerlo en 1995 y por entonces un trabajo así era muy difícil de editar en el mercado francés”, recuerda. L’ascension... narra los ataques de epilepsia de su hermano y cómo eso marcó los ritmos de la vida familiar. Su éxito lo llevó a ser publicado por el mundo. “Creo que su éxito radica en que cuenta una historia muy humana; conocí a muchas personas en todos lados que me dijeron que tuvieron los mismos problemas, ellos y sus familias, así que resulta muy satisfactorio haberlo podido expresar con mi trabajo. La epilepsia no es una enfermedad de la que se hable mucho”, reflexiona.
B. entiende el papel crucial que jugó en la evolución de la historieta francesa. “Cuando creamos L’Association, queríamos hacer historietas que no se pudieran hacer en el mercado francés, bd’s más cercanas a la realidad, a la vida real. Entonces, libros así era justo lo que buscábamos y a la vez era único e inusual.” Antes de L’Association, considera, las bateas galas eran territorio casi exclusivo de la aventura en sus distintas variantes. “Nosotros introdujimos en ese panorama nuevos temas”, afirma orgulloso.
Esa satisfacción con el deber cumplido no se va siquiera cuando se le menciona la controversia que envolvió recientemente al colectivo editorial, que incluyó cartas abiertas, portazos de fundadores y críticas a la selección reciente de las obras. Con diplomacia, B. sonríe y asegura que se trató sólo de una crisis de crecimiento. “Ahora estamos fuertes y muy contentos con ello, los superamos”, afirma y señala otros problemas: “Nuestro principal inconveniente es que no encontramos suficientes cosas interesantes de autores franceses”. De las muchas muestras que reciben, cuenta, hay poco realmente innovador. “Así que traducimos mucho, porque no encontramos demasiados libros que puedan tener un impacto duradero en el mercado.”
“Duradero” es un término clave. La edición francesa de historieta no para de crecer en volumen. Cada año se publican más títulos, pero no aumentan los puntos de venta de igual manera. Las bateas están inundadas. “Hay toda clase de libros y de editoriales, y a las más grandes les va muy bien con los libros más tradicionales”, analiza y enumera a Dargaud, Dupuis, Casterman y otras, casi todas pertenecientes a grandes grupos mediáticos y editoriales de Francia y el resto de Europa. “Aunque a veces parece que muchas sencillamente publican lo primero que encuentran”, lamenta. El problema de eso, cree, es que distraen a lectores y libreros de las novedades valiosas, y perjudica a los sellos que buscan crear un catálogo de long-sellers, como L’Association. “Nuestros mejores títulos, L’ascension..., Persépolis, los de Trondheim, nos ayudan a publicar otros que son difíciles para el mercado francés”, concluye.
Aunque el último volumen de L’ascensión du haut mal salió hace casi diez años, B. no dejó de publicar en todo ese período. De la obra del francés se desprende una enorme atención a lo nocturno y los sueños, tema que se destaca particularmente en la exposición que presenta en Comicópolis. Allí incluye páginas e ilustraciones que van desde comienzos de la década del ’90 hasta la actualidad.
“La muestra incluye casi todos mis libros porque siempre dibujo sueños en ellos”, comenta el dibujante francés. “A comienzos de la década del ’90 solía convertir mis sueños en comics para aprender diferentes estilos, porque sueño de modo muy narrativo, por llamarlo de algún modo.” B. hasta tiene libros exclusivamente dedicados a sus universos oníricos. “Es que cuando sueño, lo hago con historias fantásticas que no se me ocurrirían durante la vigilia. ¿Cómo? No sé, pero, claro, como historietista es la clase de cosas que uno busca. Re-iconizo mi vida, y supongo que también forma parte de mi capacidad y mi imaginación como dibujante. Un colega dice que no soy justo con ellos, que me abuso, ¡trabajo hasta cuando estoy dormido!”
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