Vie 27.12.2013
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HISTORIETA  › UNA TEMPORADA ATRAVESADA POR EL CRECIMIENTO SOSTENIDO

Hay un techo alto para el noveno arte

La actividad historietística registró un aumento, tanto en cantidad de títulos publicados de autores argentinos como de espacios de circulación. El listado de invitados internacionales incluyó a figuras como David Lloyd, Paul Pope, David B., Joost Swarte y David Rubín.

› Por Andrés Valenzuela

“En los años electorales, la historieta se estanca”, arriesgaba, hace tres o cuatro años, un reconocido dibujante argentino, responsable de uno de los tantos lugares en los que se puede estudiar la disciplina. El contexto era sencillo, una charla informal, algunas consideraciones sobre el sector: el habitual intercambio de impresiones y reflexiones entre dos actores de un mismo campo. Hasta el año pasado, las poquísimas cifras disponibles le daban la razón al dibujante. En años comunes y corrientes, las editoriales publicaban un tanto y los espacios (festivales, lugares de exposición, oportunidades de distinta índole) surgían. Al año siguiente, con la perspectiva de las urnas por delante, las editoriales publicaban ese mismo tanto y los espacios se sostenían. Al año siguiente, pasada la inquietud de los comicios, los sellos lanzaban tantos y un poco más de libros y aparecían oportunidades nuevas, para repetir el ciclo luego. En 2013 se quebró la tendencia y por primera vez en un año de elecciones nacionales hubo un aumento sostenido tanto en cantidad de títulos publicados de autores argentinos como de espacios de circulación para el noveno arte.

Refugios comiqueros

El índice de espacios es el más sencillo de hacer: exceptuando al mendocino Unicomix, que se suspendió días antes de su realización, todos los festivales y locales alcanzados en 2013 se sostuvieron y, además, aparecieron nuevos. Un Comicópolis a todo trapo, en el predio ferial estatal de Tecnópolis, se sumó a un cronograma que ya incluía a Crack Bang Boom en Rosario, al Festival de Historieta en la Feria del Libro Infantil y Juvenil, al puntano San Luis ComicCon, a su similar de Salta y una serie de pequeños festivales concentrados en la historieta emergente y autogestiva, como Dibujados y el Festival Increíble. A la oferta hay que sumar a Animate y a la flamante (y calurosa) Argentina ComicCon, que hacen de las viñetas su bandera, aunque en rigor son más convenciones de cultura pop que incluyen a la historieta como uno de sus mundos posibles.

El listado de invitados internacionales notables a estos encuentros permite destacar a figuras como David Lloyd, Paul Pope, David B., Joost Swarte y David Rubín. También vale considerar aquí la visita de cazatalentos y editores de los principales mercados, tanto en Crack Bang Boom como en Comicópolis (donde en la iniciativa terció la gente de Export.Ar), y que apuntaron tanto a los casos particulares de dibujantes aspirantes como al encuentro de catálogos de editores con ganas de colocar material local fronteras afuera.

En este sentido hay que anotar de cara al 2014 las promesas de Argentina ComicCon en pos de más invitados internacionales y, sobre todo, de invitados “del palo”, la confirmación ya planteada de nuevas ediciones de Crack Bang Boom y Comicópolis (para las mismas fechas aproximadas de agosto y septiembre, respectivamente). Se echan en falta todavía otros festivales en los dos principales centros urbanos fuera de la lista: Córdoba y, ahora, Mendoza.

A esto hay que sumar la apertura de puertas de espacios tradicionales. El Museo Nacional de Bellas Artes dedicó una exposición bellísima a Oski y la Biblioteca Nacional hizo buen uso de su Archivo Nacional de Historieta y Humor Gráfico y dedicó sendas muestras a Carlos Trillo y a Calé. En el rubro porteño hay que reconocer la labor del Museo del Humor, pero a la vez hay que lamentar la ya manifiesta desidia de la dirección del Centro Cultural Recoleta con su otrora magnífico Espacio Historieta. La actual gestión, cuando recuerda que debe dedicar el sector al universo del plumín, lo desperdicia en favores institucionales y lo desvaloriza con muestras de bajo nivel. En contraposición, reapareció por iniciativa privada el Museo de la Caricatura Severo Vaccaro, con su interesante patrimonio histórico y una nueva gestión.

En otras instituciones, vale destacar la aparición de un área de Narrativas Dibujadas en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, lo mismo que el avance de distintos proyectos de ley en pos de la historieta, la seguridad previsional de los artistas gráficos y por la creación de un Instituto Nacional que pueda contener, impulsar y dar organicidad a las ayudas estatales.

El crecimiento en números

Aquí vale hacer un doble juego con la perspectiva de los números. Entre 2010 y 2011 la cifra de títulos publicados –siempre hablando de autores argentinos y considerando a las revistas como un único título– rondaba los 87, 88, título más, título menos. Hasta allí, la teoría del año electoral se sostenía. En 2012, la cifra pegó un salto notable y alcanzó los 107: un crecimiento en torno del 30 por ciento. Pero este año, cuando al comienzo algunos incluso auguraban una merma, el número volvió a trepar. Al cierre de esta edición la cuenta alcanzaba los 117, es decir, 9,35 por ciento más que el año pasado. Y esa cifra se alcanza sin contar un gran número de reimpresiones y reediciones, sin anotar los fanzines, sin considerar la historieta de autores extranjeros (que incluye líneas de las principales editoriales norteamericanas y un buen número de obras de autores latinoamericanos y europeos) y quitando también de la ecuación a los libros sobre historieta.

Lo que falta, desde luego, son cifras concretas de ventas, aunque ése es un mal endémico en el sector editorial. Sí se pueden intuir algunas cosas, a partir de alguna que otra tirada declarada por los sellos. Sudamericana (o Random House Mondadori, o ahora Penguin House Mondadori, o como el lector quiera llamarla) apostó fuerte por Lola, de Alejandra Lunik, y lanzó al mercado nueve mil ejemplares acompañados de una enorme campaña publicitaria con afiches en vía pública, algo inédito desde la pobre performance artística y comercial de Luis Ordóñez con Los López. Nik, más allá de las consideraciones que puedan hacerse sobre la calidad de su obra, es probablemente el autor vivo de ficción más vendido de la Argentina, y reparte su Gaturro por varias editoriales, sin considerar la montaña de merchandising que lo acompaña. Sus ventas se traducen en decenas de miles. Eso, o sus editores gustan demasiado de mandar a imprimir papel en colores brillantes.

Con algo de suerte, la falta de cifras pueda paliarse en 2014, con la incipiente organización de los numerosos editores especializados, que abarca tanto a los fanzines que recién empiezan hasta los sellos con más catálogo. El heterogéneo grupo comenzó a reunirse este año y tuvo una cumbre en el festival rosarino Crack Bang Boom, en agosto. Al momento, aún están organizándose internamente, estableciendo líneas de trabajo y congeniando las muy diferentes realidades que vive cada una de sus firmas, pero el trabajo conjunto, con sus dificultades y obstáculos, siempre deja lugar a la esperanza.

De los lanzamientos de 2013, alrededor del 45 por ciento se concentra en cinco sellos, sobre la treintena que operan en el circuito: Random, ahora Penguin House Mondadori, Ediciones de la Flor, LocoRabia, La Duendes y Llanto de Mudo, con unos 10 títulos cada uno.

Haciendo un análisis un poco más fino, se advierte que los títulos que tienen –al menos en apariencia– más rebote y circulación tienden a ser los de humor gráfico y los de historieta de superhéroes, motorizada por la iconografía de las marcas y los tanques hollywoodenses. De cualquier modo, también queda espacio para algunos clásicos y autores seguros: este año salieron dos colecciones dedicadas al clásico Dago y varias editoriales apostaron por la dupla Mazzitelli-Alcatena. Los sellos más humildes en general empiezan con tiradas modestas y reimprimen a medida que lo requieren.

En suma

El año de avances también agrega otras facetas, como por ejemplo la consolidación de los Premios Banda Dibujada, cuya vigencia y relevancia no se discuten en el sector o los capítulos pilotos de series animadas basadas en historietas nacionales. Lo que queda por ver de cara a 2014 es si todos los logros de este año pueden sustentarse y si se pueden recuperar o ganar los espacios que aún restan. No son objetivos imposibles ni mucho menos, aunque así lo parecían hace una década. La historieta argentina lleva años demostrando que sí se puede resurgir.

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