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Domingo, 30 de marzo de 2014

HISTORIETA  › UNA MUESTRA SOBRE DIVITO Y OTRA DE FEDERICO FELLINI EN EL MUSEO DEL HUMOR

Cuadritos de dos personajes entrañables

La primera está dedicada a Guillermo Divito o, mejor dicho, a sus “chicas”, con originales, publicaciones y reproducciones en gran tamaño. La segunda se llama Fellas x Fefé y aborda una faceta no tan conocida del legendario cineasta italiano.

 Por Andrés Valenzuela

Con los dibujos se puede marcar épocas. Tres trazos bien puestos inician una moda o empujan a una generación por ciertos parámetros de belleza.Un movimiento bien capturado en el papel define la caracterización de un personaje en 120 minutos de película o el coloreado de unas acuarelas, el tono general de un film que hace historia. Y no es en absoluto una exageración, ni tampoco es muy difícil de corroborar. En estos días, para comprobarlo, alcanza con ir hasta Puerto Madero, caminar por Avenida de los Italianos y dar, en el 851, con el Museo del Humor. Allí se exponen dos muestras. La primera está dedicada a Guillermo Divito o, mejor dicho, a sus “chicas”, con originales, publicaciones y reproducciones en gran tamaño. La segunda se llama Fellas x Fefé y aborda una faceta menos conocida del legendario cineasta italiano Federico Fellini: la de caricaturista y humorista gráfico. Ambas acompañan la habitual muestra permanente dedicada a los doscientos años de humor gráfico argentino que ofrece el MuHu.

Guillermo Divito era un dandy. Le encantaban los autos, el jazz y las mujeres. Pero también era, artísticamente, un rupturista. Quebró lanzas con Dante Quinterno cuando tenía 30 años, harto de que su editor le exigiera hacerle faldas más largas a sus personajes femeninos. Su intuición no estaba desacertada: creó Rico Tipo a fines de 1944 y al año vendía más de 300.000 ejemplares por semana. Allí aparecieron grandes personajes que marcaron el habla porteña: Fallutelli, Pochita Morfoni, Fúlmine. Pero la clave del asunto pasó por sus “chicas”. Eran jovencitas de cintura imposible, piernas larguísimas y esbeltas, pestañas que superaban el contorno de sus rostros y ojos almendrados. Aunque hoy su imagen podría parecer recatada y por momentos conservadora, en su época resultaban prácticamente revolucionarias, emblema de un destape social que se acentuó conforme pasaron los años.

La “indecencia” que indignaba a otros editores de la época fascinaba en cambio a los y –sobre todo– las lectoras de Rico Tipo, que se veían representados en las costumbres del humor desfachatado de Divito. Por entonces, que una chica dijera “Lo que más me gusta de Mar del Plata es que mi novio veranea en Córdoba” era toda una osadía. Visto a la distancia, el dibujante retrataba a sus personajes femeninos siempre oscilando entre una creciente autodeterminación y un cierto conservadurismo del que no podían despegarse: se permitían mostrarse, podían estudiar y decidir sobre sus vidas, pero muchas aún veían como horizonte principal el casamiento (pero nada de viudos ni separados, “prefiero domar yo misma a mi marido”, advertía una).

En la sala contigua están los dibujos de Fellini. No son pocos los directores de cine que usan un lápiz para poner en orden las imágenes que les recorren la mente, pero el italiano comenzó su carrera como caricaturista y humorista gráfico. Y uno muy competente, como se advierte en Fellas x Fefé. Lector de los clásicos norteamericanos como Winsor McCay, George MacManus o Alex Raymond, el creador de La strada, La Dolce Vita, Amarcord y tantas otras, hizo sus primeros pininitos a los 17 años publicando chistes. Hasta tuvo algún gesto vanguardista con la historieta autobiográfica Il mio amico Pasqualino (publicada entre 1939 y 1943), cuando usar las viñetas para narrar la propia vida no era para nada común. Durante la Segunda Guerra se hizo algunas liras extras ofreciendo retratos a los soldados, un talento que luego retomaría en los castings de sus actores. En el MuHu se advierte esto con claridad. Hay caricaturas dedicadas al actor Vittorio De Sica (con un sobretodo que lo pinta de cuerpo entero), dibujos con apuntes de vestuario y de escenografía, y lo que hoy Hollywood llamaría pomposamente concept art dedicado a Gelsomina (de La Strada) y a Ginger (de Ginger y Fred), ambas interpretadas ante la cámara por su esposa, Giulietta Massina.

La muestra se completa con afiches de películas, homenajes de nuevas generaciones de dibujantes, algún libro con fotografías de sus películas y cuatro páginas de Milo Manara (reproducciones), de El viaje de G. Mastorna, llamado Fernet, suerte de storyboard de la película homónima jamás filmada. Es que Fellini y Manara se admiraban mutuamente y trabajaron muy de cerca en dos proyectos que finalmente no llegaron a buen puerto: El viaje... y Viaggio a Tulum.

Lo que se advierte en los trazos de Fellini es una mano suelta, un buen ojo para arrojarse sobre el papel sin boceto previo y colorear con tintas y lo que parecieran ser fibras. Los trazos en plumín, siempre rápidos y sueltos. Entrañables, como su obra.

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Un Divito auténtico y Las noches de Cabiria, de Fellini, que comenzó su carrera como caricaturista.
 
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