Viernes, 23 de enero de 2015 | Hoy
HISTORIETA
Dios, el Hombre, el amor y dos o tres cosas más
Tute, Sudamericana.
La primera novela gráfica de Tute es una suerte de constante devenir. El autor presenta un personaje (Dios), lo charla, lo sigue y en cuanto la mirada se posa en otro elemento, sigue a ese elemento y luego a otro y luego a otro más. Y si no fuese por el gran trabajo que desgrana ideas y explorando conceptos, se la pensaría como un ambicioso ejercicio de estilo. Pero, en rigor, el libro es mucho más que un simple ejercicio. Se sostiene en toda la experiencia como historietista y como humorista gráfico de Tute, en su seguridad para construir situaciones con elementos mínimos, en su agudo oído y en la sencillez de su trazo suelto que aquí resulta más útil que nunca para ahondar en lo que hace.
Planeta Jungla
Ricardo Ferrari y Oscar Capristo, LocoRabia/Grupo Belerofonte.
En el futuro postapocalíptico de este libro, el planeta no se convirtió en un desierto, sino en una gran selva. Los resabios de la técnica y la industria se reparten, incomprendidos, entre los humanos ahora agrupados en tribus de dudosa civilidad. La dupla construye aquí un universo rico e interesante, aunque en el resultado final no termina de tener unidad ni de ser el auténtico protagonista de las historias. Hay dos arcos argumentales más extensos (uno dedicado a las amazonas), pero éstos tampoco terminan de dominar el relato. Pese a esto, que le quita algo de potencia, no deja de ser una buena lectura con ideas interesantes.
Una última carta
Damián Connelly y Laura Fernández, Dead Pop Comics.
De todas las novelas gráficas que publicó Connelly hasta el momento, Una última carta es la más redondita. Se sostiene en una buena trama policial y en un excelente trabajo gráfico de Fernández, que capitaliza la experiencia acumulada en los últimos años. Por un lado, la historia del matón que quiere retirarse conjuga una intriga de esas que saben emparentar al policial con la tragedia ineludible. Personajes sórdidos, amores y dinero se cruzan. Por otro lado, la dibujante mendocina hace un gran trabajo con gestos y expresiones corporales, en particular en cada escena de golpiza patoteril. También construye muy bien las páginas dedicadas al sexo entre los personajes.
Miracleman
OvniPress.
Este comic es una excelente forma de ver cómo cambió el abordaje del género de superhéroes en el curso de algunas décadas. Al comienzo, Miracleman era una suerte de refrito de Shazam, con aventuras cándidas. Hoy, el protagonista se enfrenta a un tejido de intrigas, traiciones de sus viejos compañeros de aventuras, angustias personales (como que su mujer quede embarazada de su alter ego superhumano y no de él) y una justificación mucho más elaborada sobre el origen de sus poderes. Tampoco faltan las conspiraciones gubernamentales ni cierta cuota de destino trágico. Punto a destacar: cómo el guión lleva la dicotomía entre Mike Moran y su contraparte superheroica.
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