Lunes, 1 de junio de 2015 | Hoy
HISTORIETA › ENTREVISTA A PAUL GRAVETT, AUTOR DEL LIBRO 1001 CóMICS QUE HAY QUE LEER ANTES DE MORIR
Es uno de los principales divulgadores del noveno arte, en buena medida responsable de que en su país le estén prestando atención. Su libro es referencia obligada, aunque reconoce que “metimos cuanto pudimos, pero mucha gente igual creerá que falta alguno”.
Por Andrés Valenzuela
Paul Gravett está lleno de energías. Es puro entusiasmo. Página/12 logró ubicarlo tras un largo rato, recorriendo los pasillos del último Encuentro Federal de la Palabra: está feliz de encontrarse con autores argentinos, ya que a muchos los recomendó en su libro 1001 cómics que hay que leer antes de morir. También se declara admirado por la exposición Huellas de una invasión, dedicada a El Eternauta, y cuenta que hasta pasó a ver el musical de Zamba, el personaje de Pakapaka. Gravett es uno de los principales divulgadores de la historieta en el Reino Unido, tanto en su rol de periodista (ahora en The Independent) como cuando le tocó editar la revista Escape Magazine, en la que hicieron sus primeras armas autores que hoy son primeras figuras de la disciplina a nivel mundial, como Neil Gaiman o Dave McKean. En su opinión, la prensa británica atraviesa un cambio de paradigma sobre el lugar que otorga a la historieta en sus secciones de cultura. “En The Observer tienen una sección de ‘novela gráfica del mes’ y hacen un montón de otras reseñas también”, ejemplifica, y destaca especialmente la atención que brindan a la disciplina prestigiosos escritores de las islas: “La presentan como una nueva y emocionante forma de narrar historias y no como una especie de aberración o cosa secundaria”.
Para Gravett, que hizo de la divulgación de la historieta su misión en la vida, ésta es una época soñada. No sólo por la mayor llegada del noveno arte a los medios de su país, sino porque gracias a Internet es posible acceder a una enorme cantidad de material de gran calidad. “Pasamos de tener muy poca información a tener muchísima. Antes de Internet, ¿cómo hacíamos para saber qué se publicaba en Argentina? ¡Era dificilísimo! Hoy estamos en el punto donde nos parece demasiado material disponible y no podemos manejarlo”, analiza. “Allí es donde nuestro rol como periodistas y críticos es fundamental, debemos ser guías, discriminar y promover lo que creemos que es mejor, necesitamos dar sentido a todo lo que se produce.”
Uno de los hitos fundamentales de estos más de 30 años dedicados al comic fue la experiencia en Escape Magazine. Allí comenzaron muchas de las actuales glorias británicas, pero también le abrió las puertas a historieta de todo el mundo que no había llegado a Inglaterra. Por ejemplo, en Escape se publicó por primera vez en inglés Alack Sinner, de los argentinos Carlos Sampayo y José Muñoz, u obras de Oscar Zárate. “En retrospectiva, si la revista funcionó es porque ya había una escena de gente haciendo y queriendo publicar cosas que no fuesen superhéroes ni cosas para chicos”, reflexiona. “Era el tiempo del pospunk y la new wave, había mucha creatividad dando vueltas y nos encontramos con eso, porque si algo no podés hacer, es inventar una escena, tiene que estar ahí y la gente tiene que estar trabajando.”
¿Y 1001 comics...? “Reconozco que es un poco frustrante leerlo, porque supongamos que conseguís todos esos comics, ¿cómo hacés para leerlos?”, comenta. Además, el tomo tiene una notable variedad estilística, temática e incluso de origen geográfico de sus recomendaciones. “Queríamos algo plural, no quedarnos con los nombres de siempre, porque seguro, quizás hay 15 grandes historias de Batman imprescindibles de leer, pero meterlas en el libro implicaba dejar afuera, supongamos, El Eternauta, ¡una locura!”, recuerda. Para el libro contactó críticos de todo el mundo, como el argentino Juan Manuel Domínguez; al final quedó una selección igualmente inabordable. “Hicimos malabares para meter cuanto pudimos, pero mucha gente igual creerá que falta alguno, porque incluso el que vos y yo podamos creer que es el peor comic de la historia, para alguien será su favorito, porque lo leyó en la edad correcta o le tocó alguna fibra dentro.” Además, cuenta un pequeño secreto de este libro: cambia según cada edición. “Amo eso, significa que hay más de 1001 historietas para leer y también que cada selección le habla mejor que otra a cada nación.”
Entre los temas de la historieta en la actualidad, Gravett distingue tres elementos fundamentales: el ascenso de las autoras mujeres, la discusión en torno a la novela gráfica y el impacto del cine de superhéroes hollywoodense. “Durante décadas la historieta fue sobre todo cosa de tipos: había chicas, pero eran una minoría”, señala, “ahora no sólo hay más mujeres leyendo cómics, sino también haciéndolo y reseñándolo”. Desde su rol, asegura, se esfuerza por promoverlas. “Creo que ayuda a cualquier disciplina la mayor diversidad, de género o lo que sea, y el nuestro fue dominado por hombres durante demasiado tiempo.” Sobre la “novela gráfica”, Gravett considera que fue un término “muy útil para disfrazar” la historieta. “Es cierto que muchas veces son novelas por estructura, y que sirvió para entrar en las librerías o llegar a las manos de críticos y expertos, fue una estrategia de marketing inteligente, pero ya está, ya lo usamos lo suficiente, ya rompimos las barreras culturales y creo que ya podemos decir simplemente ‘comics’ o ‘historietas’.”
“El término incluso ahora nos plantea problemas, porque pareciera que la historieta sólo puede ser buena si es larga, eso implica dejar afuera de la ‘buena historieta’ a una buena tira diaria de periódico; pero es un error creer que la diferencia entre ambas es de calidad o categoría, lo que importa no es la extensión.” Además, destaca el contrasentido de incluir en la categoría “novela gráfica” a historietas documentales, autobiográficas o periodísticas. “Ya hay gente hablando de ‘literatura gráfica’”, cuenta.
En cuanto al cine, Gravett reconoce mejoras en las ventas para algunos de los productos originales, pero también advierte un fenómeno nuevo: el de los fans de historietas que jamás leyeron. “Marvel está reproduciendo la experiencia lectora de historieta, en particular la de sus comienzos, cuando recién empezaban a interrelacionar a sus personajes, y lo hacen con un plan a largo plazo que nadie hizo antes en cine”, puntualiza. “El resultado es que hay fanáticos de Marvel que no leyeron ni una historieta, pero coleccionan las películas, tienen su DVD favorito.” Para Gravett, esto significa que el género de superhéroes en el cine está siendo “autosustentable” y aunque reconoce que a él lo “aburre un poco”, entiende que quienes quizás este es su primer contacto con el medio, es maravilloso. Y concluye: “Podríamos discutir si esos personajes siguen siendo de historieta o pertenecen a las películas y sus efectos especiales”.
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