(Agustín Graham Nakamura / Pictus)

Este volumen recopila distintas historietas cortas de Graham Nakamura (Zero Point) desde sus comienzos a la actualidad. Comienza por su obra de adolescencia y se extiende hasta la última realizada el año pasado. Desde luego, toda su estética está atravesada por el manga y el animé, pero es fascinante ver como de un trabajo al siguiente el argentino-japonés se libera progresivamente de sus primeras influencias y se forma como historietista para conseguir la voz autoral que hoy conocen sus lectores. Todas las historias giran en torno a los miedos y están atravesadas por lo onírico. Muchas de ellas son mudas, además, y se sostienen en una notable narración gráfica.

(Ziul Mitomante y Hernán González / Mitomante Ediciones y Buen Gusto Ediciones)

Misterios es una obra rara dentro del campo de la historieta, más para contemplar que para leer. La dupla Mitomante-González ofrece una serie de ¿historias? cortas y mudas, que se esfuerzan más en construir un clima, se vuelcan más por lo lírico y un vuelo poético-alegórico, antes que por la construcción de un relato tradicional. Hay personajes, hay situaciones, pero el foco no está puesto en la resolución sino -como sugiere el título– en alimentar una incógnita. La primera atracción hacia el título viene desde lo gráfico, pues González sostiene el trabajo a fuerza de rayitas y tramas, en un alarde de minuciosidad que obliga a estar atento a los detalles que esconde en las viñetas.

(Alejandro Farías y Jozz / Mojito Colectivo Editorial)

Farías (Mi Buenos Aires querido) da aquí otra muestra de su ductilidad como guionista. En Piedra... el guionista se despacha con un thriller digno de Quentin Tarantino. Un secuestro, narcotraficantes de barrio chico que aparecen de la nada, dos repartidores de pizza y una piba con el Edipo mal resuelto construyen una trama de tropiezos y confusiones desafortunadas, para derivar en un final shakespeareano. En este sentido, es uno de los guiones más redondos del autor. Aquí lo acompaña un dibujante brasileño, Jozz, de trazo suelto y narrativa ágil, que retrata muy bien las calles de los barrios de Buenos Aires y trabaja con soltura las secuencias sin diálogos.

(Manuel Depetris / Editorial La Pinta)

¿Y qué clase de historieta es ésta? Seguramente, la de un artista plástico haciendo historieta. Afortunadamente, y a diferencia de muchos de sus colegas, además de plástica, Depetris sabe de historieta y se nota. No deja de lado su formación de Bellas Artes ni su acercamiento estético, pero sabe construir una secuencia y entiende la necesidad de contar algo con la superposición e hilación de imágenes. Depetris cuenta cuatro historias cortas de tipos desacompasados con el ambiente que los rodea, desde el que visita a su abuela en el interior santafesino hasta un Van Gogh que se descubre fuera de lugar. Todo con un dibujo desafiante, que estimulará al lector aburrido de ver siempre lo mismo.