Domingo, 14 de agosto de 2016 | Hoy
HISTORIETA › ENTREVISTA A LA GUIONISTA ESTADOUNIDENSE GAIL SIMONE
Considerada una de las mujeres más influyentes de la historieta de su país, Simone escribió a varias de las superheroínas más icónicas, como Batichica o La mujer maravilla, además de haber alzado su pluma y su voz en reclamo de un comic más diverso y menos sexista.
Por Andrés Valenzuela
Desde Rosario
Una mirada ligera podría suponer que Gail Simone debe su carrera como guionista de superhéroes a las redes sociales. Sería injusto asegurar eso. Sí, es una twitera inteligente, graciosa e interesante. También es cierto que ganó notoriedad en 1999 con el sitio “Women in Refrigerators” (“Mujeres en heladeras”) y por su participación en foros de discusión online, la verdad es que se ganó su lugar en la industria editorial gracias a su capacidad inobjetable para ofrecer a los lectores y, sobre todo, las lectoras, buenas historias de personajes icónicos a la altura de sus reclamos por un cómic menos sexista, más diverso y con contenidos que reflejen los intereses de todos sus lectores y no sólo el público tradicional estadounidense. Con 42 años y menos de dos décadas de carrera en el medio, Simone ya es considerada una de las mujeres más influyentes del mercado del cómic estadounidense y escribió a varias de las superheroínas más icónicas del sector, como Batichica o La mujer maravilla, además de algunos proyectos personales y otros personajes de compañías independientes.
De visita en Argentina para el festival internacional Crack Bang Boom, que se realiza en Rosario, Gail Simone atrae toda la atención y concita todo el respeto de la audiencia. Pregunta si se consigue Mafalda en inglés y muestra todo su interés. “Estoy aprendiendo español, sé que ella es enorme acá y me parece un buen modo de mejorar”, confía.
–Women in Refrigerators la hizo conocida y en cierto modo le abrió las puertas de la industria, ¿cómo recuerda aquellos días?
–Bueno, no diría que me metió en el medio, porque si te querés meter es un modo bastante malo de hacerlo. Básicamente ahí señalé a toda la industria las enormes fallas que tenía, no porque me interesara formar parte sino porque como lectora había notado que había dejado de leer cómics, siendo que eran una de mis lecturas favoritas.
Women in Refrigerators surgió tras una escena en la que un superhéroe encontraba a su novia descuartizada en el freezer de su heladera. Un grupo de lectoras, con Simone a la cabeza, comenzó a señalar el sexismo vigente en la narrativa comiquera, cómo los personajes femeninos quedaban relegados a roles menores y, en muchas ocasiones, apenas eran una excusa para que sus contrapartes masculinos salieran a vivir sus aventuras.
“En esa época vivía en un pueblito pequeño que ni siquiera tenía comiquería, así que el único modo que tenía para charlar sobre eso que me gustaba eran los foros de discusión online”, cuenta Simone. “Posteaba algunos textos cortos, graciosos, y la gente me preguntaba todo el tiempo por qué no había más chicas que leyeran historietas”, recuerda. “La verdad es que hasta ese momento no lo había pensado, pero que me lo preguntaran tanto me obligó a reflexionar sobre el tema”.
–¿Cuál fue la conclusión?
–Me di cuenta de que los personajes femeninos eran violados, se le quitaban sus poderes y básicamente se los dejaba de lado. Les pasaban cosas horribles sólo para que los superhéroes varones pudieran enfrentar el mal, clamar venganza y pelear contra los villanos. Veía que esto sucedía una y otra vez y, queriéndolo o no, la industria enviaba un mensaje a sus lectoras de que no importaban, que su plata no era importante. Creo que era una cosa general en la sociedad de entonces.
–Pero había habido artistas mujeres en el pasado y personajes como La mujer maravilla que habían significado otra cosa.
–Claro, cuando los cómics empezaron en Estados Unidos, varios de los personajes más interesantes, de los mejores, más fuertes y vigorosos aventureros, ¡eran mujeres! Estoy hablando de los años 30, 40. Con el tiempo, en la posguerra, se las sentó y ubicó como secretarias, ya sin tanta aventura y en roles secundarios. Lo que a mí me había atraído en primer lugar a las historietas era que a diferencia de clásicos literarios como Alicia en el país de las maravillas o El mago de Oz, que desde luego son geniales, en el cómic las chicas tenían aventuras propias, no aventuras que les sucedían por accidente, porque se caían por un agujero de conejo o un tornado las llevaba a una tierra extraña. En cambio en los cómics tenías a La mujer maravilla que se iba de su isla a conocer el mundo y tener sus propias historias. No sé si la gente se da cuenta la diferencia enorme que eso supone para una chica lectora. Y al mismo tiempo tenías a Lois Lane, que no tenía poderes pero era mucho mejor periodista que Clark Kent y que todos los demás, que daba todo por conseguir una nota y llegar a la verdad. Eso era buenísmo. Entonces cuando con los años ves que eso se lava, que eso se deja de lado, es muy doloroso. ¿Por qué vas a poner plata y tratar de ser parte de un mundo que claramente no te da la bienvenida?
–¿Cambió eso en estos últimos años?
–¡Un montón! Eso fue en 1999 y hoy las convenciones atraen a un público compuesto en un 50 por ciento por mujeres. El año pasado fui a un evento que tenía un 75 por ciento de público femenino. Pero en realidad creo que cambió para las minorías en general, no sólo para los personajes femeninos. Cuando empecé a ir a convenciones me di cuenta que la industria hacía todo mal. Los personajes y las historias no reflejaban a sus audiencias. Eso era insultante, por no hablar de un enorme error artístico y comercial. Ahora que la industria es más global, se vieron forzados a atender esto, porque sino se mueren, no van a tener a los mismos lectores otros 75 años. Tienen que cambiar con los tiempos. Ahora no sólo tenemos personajes diversos, también tenemos autores diversos y editores que trabajan para abrir la industria y equilibrar la cosa.
–Las controversias por cuestiones de género surgen todo el tiempo en la industria: Batwoman, Starfire, las portadas de Frank Cho, ¿cómo lidia la industria con esto?
–Estamos mejor. Me parece que durante mucho tiempo, los ejecutivos de las grandes editoriales miraban datos viejos. Tienen sus equipos de mercadeo, que hacen sus investigaciones y todo, pero seguían viendo data vieja, que hablaba de otros lectores. Hasta que se dieron cuenta y empezaron a fijarse quién entraba a los puntos de venta hoy, quién iba a las convenciones y quiénes compraban los cómics, cosa que las investigaciones previas ya no reflejaban. Por eso las ventas no andaban bien y para sobrevivir tenían que hacer un mejor laburo. Eso corre tanto para las dos grandes, Marvel y DC, como para las pequeñas. Y empezaron a acomodarse. Ahora tenemos más títulos liderados por personajes femeninos que antes en todas las compañías. Nos falta muchísmo y no tenemos equidad ni por asomo, cierto, pero avanzamos bastante.
–¿Impactó en algo el ascenso de las novelas gráficas en las ventas? En general es un formato que da más espacio a historias que interesan a las mujeres. Están ahí los records de ventas de Marjane Satrapi o Alice Bechdel.
–No sé, creo que las lectoras siempre estuvieron ahí, pero leían cómic independiente, no a las grandes compañías. Ahora que hay más conciencia de la que había, sabemos que queremos historias de todo tipo, que nos interesa la ciencia ficción, lo testimonial, las aventuras, el romance, las de detectives, lo que se te ocurra. Y mirá, a veces viene gente del cine, de la tele e incluso mismo del campo de la historieta, me cuentan sobre “Women in Refrigerators” y me quieren explicar en qué consiste. ¡Yo la creé! Así que se volvió mucho más grande de lo que pensaba inicialmente, me excedió y eso es maravilloso porque muchas veces no podés ver instintivamente estos problemas, necesitás que alguien te los señale. Especialmente si sos un ejecutivo editorial encerrado en tu oficina o si tenés una posición de poder en la industria.
–Esos roles siguen dominados por los hombres.
–Pero va a haber más diversidad. En DC Comics la presidenta es una mujer, tenemos una línea de cómics orientada a las lectoras más jóvenes que se distribuyen masivamente. Ahí hay otro problema, porque durante mucho tiempo las comiquerías no eran lugares muy amigables para que fuera una chica. Ahora tenemos una red de cómo 600 vendedoras que piden títulos, recomiendan cómics, y eso hizo que muchas más chicas se muestren dispuestas a ir a una comiquería. Incluso ahora son lugares mucho más amigables para los niños, hay más material para que los pequeños compren. Eso también es positivo. No tiene sentido mantener la industria tan pequeña, considerando sus enormes posibilidades.
–Escribió a muchos personajes icónicos, incluyendo a uno de los pocos grupos de superheroínas, Birds of Prey.
–Hacer esa serie fue increíble. Estaban por cancelarla y estaban dispuestos a darle una oportunidad a alguien nuevo en ella. Yo ya trabajaba para Marvel y en San Diego ComicCon los de DC insistían en reunirse conmigo y para mí... no sé, estaba en la competencia y no me parecía correcto, hasta que vino Geoff Johns y me arrastró a la reunión. Y yo realmente quería probar que podía haber una serie liderada por chicas que podían ir de misiones y aventuras, como si fuera una peli de policías. También quería demostrar que Canario Negro era un personaje valioso y no solo la novia de Flecha Verde. Así que acepté y al final tuvieron que prestarle atención porque las ventas aumentaban, los lectores contaban que lo compartían con sus novias y sus hermanas y eso también empezó a traer más gente a las series animadas.
–Tuvo un período largo con la Mujer Maravilla también.
–Sí, pero creo que salí ganando mucho más yo de lo que el personaje se benefició por tenerme a mí como guionista.
–¿Por qué?
–Porque para esa época viajaba mucho por Estados Unidos y el exterior y pude ver de primera mano lo que el personaje significaba para la gente en todos lados. Me di cuenta que especialmente en países donde no tenemos, digamos, la misma “igualdad de derechos y oportunidades” que en Estados Unidos, era un símbolo para muchas mujeres y también para algunos hombres. Un símbolo de coraje para salir de relaciones de abuso, para expresarse, atravesar quimioterapia, cantidad de situaciones difíciles y problemas cotidianos. Era una historia tras otra de gente que se acercaba con lágrimas en los ojos contándome historias así de poderosas, de cómo Wonder Woman las había inspirado para superarse. Ahí te das cuenta que el personaje creció más allá de sus creadores, que las empresas que tienen los derechos y que los guionistas circunstanciales que los escribimos. Un poco como Superman.
–Su favorito, sin embargo, es Batichica.
–¡Sí! Y escribirla fue increíble. Cuando tenía seis años veía en mi pueblo una reposición de la serie de tv de los 60. Y un día vi aparecer a esta heroína pelirroja, que era inteligente, se la bancaba sola y tenía aventuras. Y yo vivía en una granjita, era tímida, la única niña pelirroja de mi escuela y fue como una revolución para mí, una de mis primeras experiencias con personajes de cómic, además. Me inspiró mucho y no sé si estaría hoy en la industria si no fuese por ese momento. Me mostró qué podían ser los superhéroes, que significaban para muchas personas. Así que poner palabras en su boca, escribir su diálogo, era un sueño. Ese personaje fue inspiracional para mí. Después de verlo, literalmente al día siguiente empecé a hablar más en clase, levantar la mano, pararme más derecha.
–En fantasía heroica hay una expresión para referirse a la imagen derogatoria de las mujeres: “armadura bikini”. Usted guionó un tiempo a Red Sonya, que da esa misma imagen. ¿Cómo lidia con un personaje así?
–Tenía esa misma imagen del personaje cuando me pidieron que lo escribiera. Y dije que ni loca lo hacía. La veía con su armadura minúscula, semidesnuda, era el poster de una banda mala. No era el tipo de personaje que me interesaba. Pero charlando con mi madre descubrí que era su ídola. Yo no podía creerlo, ¿mamá, por qué te gusta eso? Y me dijo que la veía como un personaje fuerte, una mujer con garra y me rogó que agarrar el trabajo. No me convencía la cosa, aunque me gustaran las aventuras pulp y los orígenes del personaje, pero lo hice para darle el gusto a mi mamá. ¿Y sabés qué? Fue realmente divertido, la pasé genial escribiéndolo y si lo reviso, creo que es mi trabajo más feminista hasta el momento.
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