Lun 10.08.2009
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MEDIOS › ENTREVISTA A DAVID SIMON, PERIODISTA CREADOR DE LA SERIE THE WIRE

“Están destruyendo un bien cívico”

El guionista del notable policial de HBO llamó a que los diarios cobren por su contenido en Internet, desatando la furia de los “evangelistas de los nuevos medios”: “Creen que sentarse frente a una computadora los convierte en periodistas”.

› Por Ian Burrell *

Hace tiempo que David Simon se afeitó la gruesa barba de chivo que tenía en la foto del equipo del viejo Baltimore Sun, con su nombre escrito a máquina, su firma y el logo rojo de un diario otrora grande. Ya no tiene el derecho a llevar ese pase, con su caja rectangular donde se lee “Prensa”. Pero el sentimiento de lealtad de Simon hacia el periodismo de diario es tan fuerte como entonces, a pesar de la fama que alcanzó como guionista de The Wire, una de las series de televisión más aclamadas por los críticos. Quienes han visto la serie recordarán cómo la quinta temporada abrió en una redacción que replicaba la del Baltimore Sun, donde se juntaba al equipo para comunicarle: “Es una mala época para los diarios”. Al anunciar una nueva ronda de retiros voluntarios y la baja del equipo dedicado al extranjero, el editor ejecutivo James Whiting (interpretado por Sam Freed) concluía: “Simplemente, tendremos que encontrar la manera de hacer más con menos”.

Han pasado catorce años desde que Simon, que cumplirá 50 en 2010, se adhirió a uno de esos retiros voluntarios (la tercera serie de recortes en el diario), y recuerda claramente haber escuchado la versión real del “más con menos”. Su indignación ante la decadencia de la industria estadounidense de los periódicos lo puso en el centro del debate sobre el futuro del periodismo. Recientemente publicó un largo artículo en el Columbia Journalism Review, “Build the wall” (“Construyan la pared”), implorando a los dueños de The New York Times y The Washington Post a empezar simultáneamente a cobrar por sus contenidos en Internet. Semejante visión provocó la ira de los evangelistas de los nuevos medios, que sostienen que el contenido gratis es la esencia de Internet. Artículos publicados en el influyente sitio web Gawker lo condenaron como “un dinosaurio mortalmente equivocado” que alienta a los diarios a “cometer crímenes federales” al romper las leyes anti-trust.

Sentado en un salón del Soho Hotel de Londres, Simon no está dispuesto a retirar su posición, aun cuando su fama y fortuna están aseguradas. “Alguien escribió una nota en Gawker cuya última línea era ‘David Simon debería cerrar el puto culo’”, dice. “Eso demuestra cuán flaca, cuán intelectualmente decepcionante es Internet.” Simon cree que sus críticos se sienten amenazados por el argumento de que el periodismo ciudadano no es sustituto de “la amplitud y profundidad de un saludable periódico regional” al cubrir la vida de una gran ciudad. “Lastima sus sentimientos, los hiere psíquicamente, porque ellos quieren creer que sentarse frente a una computadora y escribir sobre lo que sienten los convierte en periodistas.”

En una era en la que el cinismo público hacia los métodos de los medios de noticias está en su punto más alto, Simon defiende la artesanía del periodismo, y dibuja un paralelo con los policías veteranos que estudió de cerca como reportero de policiales en Baltimore Sun. “Todos han visto tantos programas sobre policías que creen entender el trabajo policial”, señala. “Pero el buen trabajo policial tiene tantos matices, a veces es tan complejo, que no tiene nada remotamente que ver con lo que se cree. Tuve que cubrir el tema durante años para entenderlo. Del mismo modo, el trabajo de reportero tiene matices, y es sutil y cuidadoso, y descansa en personas que han seguido el mismo tema por años, y tienen fuentes bien desarrolladas. En mis primeros años en policiales era arrastrado por tipos mayores que yo y que tenían mejores fuentes, que me explicaron cuándo me mentían y cómo.”

Simon cree que muchos propietarios de organizaciones de medios nunca entendieron ni valoraron esas habilidades, y que esa es una de las claves de la decadencia de los diarios. “Estábamos esclavizados por esos personajes de Silicon Valley, y nuestros propios líderes no venían de la sala de redacción. Los responsables de nuestra industria despreciaban el producto, veían las noticias y la producción de noticias como un costo y a la publicidad como un propósito. Todo lo que se interpusiera en el ingreso y más ingreso de publicidad era una afrenta”, analiza. “Cuando se estaba realizando el prototipo de Internet, la gente de nuestra industria debería haber destinado dinero a investigación y desarrollo, para saber qué hacer con esa nueva dinámica y crear un producto tan esencial para los lectores que estuvieran dispuestos a pagar por él. En lugar de eso, se llevaron todos los beneficios –y hubo grandes beneficios en los ‘80– y se los dieron a Wall Street y a los salarios de los CEOs. Todos esos tipos hoy viven en los campos de golf. Y los reporteros no tienen trabajo.”

A pesar de todo, dice, aún no es tan tarde, si se introduce un sistema pago en el corto plazo. “La última década es la primera en la historia de los diarios en los que la circulación fue libre. La pregunta que hay que hacerse es ‘¿Son los diarios más fuertes o más débiles por haberlo dado todo gratis?’. ¡Están en peligro, por Dios! Y todavía hay gente, profetas de los nuevos medios, que te dicen ‘Vos no entendés Internet’. Y mi respuesta es ‘Vos no entendés el periodismo’”, dice. “Lo que están haciendo es destruir un bien cívico elemental en el nombre de la tecnología, en vez de hacer jugar la tecnología para el bien cívico. No hay nada gratis en enviar reporteros a Fallujah o a cubrir el Congreso en Washington.” Simon se esfuerza en decir –y algunos de sus críticos no terminan de entenderlo– que no es anti-Internet. Es, sin dudas, “el modelo para el futuro” y dice que “no soy un nostálgico de lo impreso, me doy cuenta que cortar árboles es anacrónico”. Pero sí está preocupado por el periodismo y por el concepto de una sala de redacción. “No se trata de un tipo en una terminal escribiendo lo que siente; las cosas tienen que ser adecuadas, pasar por editores más veteranos.”

Al erigir una “pared de pago” y cargar un pequeño precio por la suscripción online, los diarios introducirían una nueva fuente de ingresos. Cada sitio de diario puede ser una plataforma que incluya material de otros proveedores especializados de noticias, con consumidores comprando paquetes similares a los del modelo de televisión. Simon dice que debería haber sucedido hace años. “Estos idiotas no supieron verlo. Sus sueños siempre tenían que ver con grandes secciones de avisos agrupados y gordos suplementos de clasificados. No pudieron ver lo que Internet estaba ofreciendo, un sistema de delivery con pura ganancia.” La aparición de la televisión por cable mostró que el público estaba dispuesto a pagar un plus por contenidos extra, en un medio que antes era gratuito. Los hombres de negocios de la industria periodística “se acuchillaron a sí mismos” al replicar el pensamiento de la industria automotriz de Detroit, convencida de que “nunca un estadounidense compraría un auto japonés o alemán”.

A Simon no le preocupa la antipatía pública hacia los periodistas: dice que siempre fue así, y siempre lo será. “Para citar a Otis Redding, solo extrañarán el agua cuando la fuente se haya secado”, dice. “La actitud del público hacia el periodismo profesional es de resentimiento, amargura, alienación e irritación general. Es natural. Fui reportero durante trece años y no me crucé con mucha gente que amara su periódico regional. La gran mayoría estaba enojada porque era muy conservador, muy liberal, muy demócrata, muy republicano, publicaba mal sus apellidos cuando hacían algo bien y publicaba bien sus apellidos cuando hacía algo mal.”

Además de The Wire, Simon es autor de Homicide, un análisis íntimo de la vida de trabajo de los detectives de Homicidios, y The Corner, su cuidadosa deconstrucción del mercado callejero de drogas. Ambos libros eran periodísticos, y fueron exitosamente trasladados a la TV. Su próximo proyecto pondrá el foco en la vida y la cultura de los músicos que viven en el barrio Treme de New Orleans. Simon extraña “la gloriosa cacería de carroña” de seguir una historia, y rechaza la idea de que esa tarea pueda ser adecuadamente realizada por un amateur. “No fui a cubrir un departamento de policía urbano por cierta idea de tarea cívica o por curiosidad. Fui a la estación de policía cada día, recorrí los distritos, conocí gente y cubrí la ciudad porque el Baltimore Sun me pagó para hacerlo cada día. De otro modo no lo hubiera hecho. Hay una razón para llamarlo profesión.”

Menciona a grandes del periodismo como Damon Runyon e Izzy Stone (quien montó su newsletter personal y llegó a vender 70 mil ejemplares en los sesenta). Si los grandes grupos fallan en establecer un modelo pago, los pequeños grupos de reporteros especializados podrían seguir el ejemplo de Stone y encontrar una manera de cobrar con contenido de calidad. Pero su temor pasa por el hiato hasta que el futuro periodismo quede establecido. “Tras el colapso de los diarios, tendremos un período de tiempo en el que la corrupción será robusta, no tendrá inhibiciones”, advierte. “¡Qué gran momento para ser un burócrata mentiroso, un político sucio!”

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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