Mié 12.08.2015
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MEDIOS › LO VIRTUAL Y LO HUMANO, ANALIZADOS EN MEDIAMORFOSIS

Dos universos que se cruzan

Durante la segunda edición del encuentro transmedia, que finalizó ayer en el Distrito Audiovisual, productores y especialistas plantearon un debate que no resolvió la tensión, pero al menos aportó herramientas para intentar transitarla con armonía.

› Por Emanuel Respighi

Condicionados o digitados por la tecnología: ése es el dilema que en este tiempo intenta resolver la industria de la comunicación y el entretenimiento. De lo que nadie tiene duda alguna es de que la existencia humana está atravesando su más intensa transformación desde, al menos, el comienzo de la edad moderna. Hoy, hombres y mujeres se relacionan más tiempo con aparatos tecnológicos que con otros seres. ¿La humanidad toda va camino a convertirse en rehén de la tecnología? ¿Cómo se redefine la identidad en la era de la digitalización, que no conoce de límites geográficos ni artísticos? ¿Cuáles son las narrativas que surgen a partir de la gran cantidad de plataformas que rodean la vida cotidiana? Estos fueron algunos de los interrogantes que sobrevolaron las dos jornadas de Mediamorfosis, la segunda edición del encuentro transmedia que finalizó ayer en el Distrito Audiovisual y en el que productores y especialistas de todo el mundo mostraron experiencias, plantearon hipótesis y esbozaron futuros posibles.

“La dicotomía sobre si los medios crean la realidad o la reproducen es vieja, anticuada. Los medios hoy en día crean su propia realidad. Una realidad que nos invade las veinticuatro horas, en cualquier lado y con las más diversas variantes. De cómo los medios crean esta realidad y nos la ofrecen dependerá el futuro de cada ciudadano, que a su vez tendrá la libertad para elegir su propio destino”, señaló Darío Sztajnszrajber, el filósofo que abordó las fronteras (im)posibles entre la tecnología y lo humano. Esa inevitable y cotidiana interacción entre los dispositivos tecnológicos y la impronta humana alcanzó en Mediamorfosis un espacio de debate que –como se esperaba– no resolvió la tensión pero al menos aportó herramientas para intentar transitarla con armonía. Tanto para la industria como para los usuarios.

La revolución digital no es secuencial, sino que es coexistencial. Es decir: en la era digital no se deja de consumir un medio para ir a otro, sino que las plataformas se acumulan. El consumo es “multitasking”, en donde el usuario hace varias cosas a la vez. Esa es una de las (pocas) ideas en las que hubo consenso entre los diferentes expositores. La otra conclusión que se desprendió de las jornadas es que en la actualidad los medios son sociales, que deben estimular la interacción de los usuarios y que deben generar “experiencias” que trascienden el fin primario de cada medio o de cada artefacto tecnológico.

“La revolución digital acaba de empezar y la televisión sólo la transmitirá de manera parcial: hay que pensar la sociedad digital como algo social, interactivo e inmersivo”, señaló el británico Mark Atkin, organizador del Festival de Nuevas Tecnologías de Sheffield. “Los estudios demuestran que la tecnología disruptiva tiene un tiempo de irrupción y excitación, luego viene una de desilusión y ahora estamos atravesando la etapa en la que la tecnología comienza a desarrollarse con criterio de posibilidad de ser útil para nuestra vida cotidiana. Estamos en el ciclo de aprendizaje. Tanto cuando comenzó la radio como la televisión, ambas tecnologías reunían a toda la familia al lado de los aparatos tecnológicos. Después, tanto el consumo de radio como de tele dejaron de ser un consumo social para pasar a ser individual. Hoy, las redes sociales nos permitieron volver a que las noticias y el consumo cultural –aunque a distancia– sea social.”

La irrupción digital modifica el consumo “de adquisición” de antaño para conformar uno ligado “a la accesibilidad y a la interacción”. El contenido transmedia y al alcance de todos transforma la vida social. El gran interrogante es hasta qué punto la tecnología modifica la narrativa. “Me preocupa que sólo se piense transmedia definida sobre cómo trasladamos de una plataforma a otra. Eso es viejo”, le cuenta a Página/12 Paula Zuccotti, especialista en diseño y tendencias transmedia. “En el teléfono está todo. En vez de pensar cómo atravesamos de una plataforma a otra, hay que pensar este nuevo tiempo sobre cómo pasamos de la realidad a la ficción que propone la tecnología. La tecnología redefine muchas categorías. ¿Qué es realidad y qué ficción hoy? ¿Cuál es nuestra identidad? ¿La que publicamos en las redes o las que asumimos fuera de las pantallas? La forma artística dominante del siglo XXI es que cada uno ve algo diferente sobre lo mismo, cada uno ve y produce una realidad diferente.”

En relación con la manera en que la tecnología está revolucionando la TV, el productor Diego Guebel (Cuatro Cabezas, actual director de la señal brasileña Bandeirantes) tiene una visión más escéptica, menos tecnócrata. “La TV de aire y el cable tienen productos parecidos. Lo que cambia es la manera de ser vistos. La TV de aire es como ir al club, un lugar de pertenencia, que se dispara a través de las redes sociales. Los que miran los contenidos grabados o en la web no pueden interactuar. Pasa lo mismo que pasaba hace veinte años, cuando la gente levantaba el teléfono fijo o te juntabas al otro día en la oficina para hablar de algún programa. Por eso digo que no es nuevo compartir. En todo caso, compartimos opiniones y contenido de manera diferente. Las redes sociales actuales suplantan a los que antes llamaban por teléfono a los canales. Son pocos. Uno puede ver pinceladas gruesas. No está la verdad revelada en las redes”, afirma.

El próximo paso en materia tecnológica parece ser la “realidad virtual”, que no es otra cosa que la posibilidad del usuario de ser protagonista de las historias. El realizador Oscar Raby (Assent) brindó las primeras claves de esta nueva manera de narrar las historias, que a través de cascos (Oculus, Sony, HTC los lanzarán al público a fin de año) da la posibilidad a que el usuario elija cómo recorrer la historia en 360 grados. “La clave de la realidad virtual es que el programador no controla la cámara”, señaló Raby. “Uno puede diseñar la escenografía, pero el lenguaje deja de ser lineal desde el momento en que la cámara, el punto de vista, lo maneja el usuario. No sólo dejándole apretar botones para tener más información, sino que el usuario es el que maneja la cámara. El público ya no está frente a la pantalla, sino que está en el medio de la historia. La realidad virtual es la sugerencia de las cosas que suceden, no la demostración de algo que sucede. La realidad virtual es el puente más corto entre la ficción audiovisual y el mundo real.”

Entre los interrogantes y las hipótesis, entre casos en transcurso y el futuro inmediato, entre la sensación de que lo nuevo ya es viejo, la segunda edición de Mediamorfosis se desarrolló con la inquietud de quienes son conscientes de la transformación en marcha pero que sólo tienen ideas para armonizar el mundo real y el virtual. Esos dos universos a los que cada vez cuesta más mantener en dimensiones diferentes.

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