Desde Valencia

Sopranos que cantan mientras cruzan el escenario volando, tenores que luchan contra un dragón robot capaz de asomar su enorme cabeza de metal en el foso donde toca la orquesta, personajes vestidos con trajes que recuerdan a Metrópolis de Fritz Lang, enormes pantallas de alta definición como telón de fondo de un escenario alucinado, así es la versión de Siegfried, la tercera ópera de la saga de El anillo del Nibelungo de Richard Wagner que pone en estos días en escena la Fura dels Baus en el I Festival del Mediterráneo que presenta el Palau de les Arts Reina Sofía en Valencia. Bajo la dirección del prestigioso Zubin Mehta, la Orquesta de la Comunitat Valenciana y el grupo teatral catalán han puesto en escena el pasado año los dos primeros episodios de la célebre tetralogía, El oro del Rhin y La Walquiria, y en 2009 presentarán El ocaso de los dioses, el drama final de esta impactante mitología, obra cumbre y polémica de la historia de la música en la que el compositor alemán trabajó durante un cuarto de siglo, entre 1848 y 1874.

España sucumbe al embrujo de Wagner. Desde el inicio del siglo XXI, los grandes teatros de ópera de Madrid y Barcelona dieron el puntapié inicial programando la Tetralogía completa. Para no ser menos, la recientemente inaugurada Opera de Valencia, un edificio vanguardista obra del arquitecto Santiago Calatrava, redobló la apuesta encargándole a La Fura dels Baus la dirección escénica del proyecto. El resultado: un éxito extraordinario de crítica y público que se volvió a repetir este año con la puesta en escena de Siegfried. Según el crítico especializado de la revista Opera News, Roberto Herrscher, se trata de “una de las mayores inversiones de talento y dinero público en el reino de la cultura”. En diálogo con PáginaI12, Herrscher no duda en calificar el trabajo de excelente. “La Opera de Valencia –afirma– se ha transformado en una de las mejores de toda España en su corta existencia.”

Como es habitual en las producciones que encara La Fura dels Baus, la tecnología y el despliegue multimediático ocupan el centro de la escena. La arriesgada puesta de Siegfried, dirigida por el miembro de la Fura, Carlus Padrissa, se sostiene a lo largo de las más de cinco horas que dura el espectáculo en seis megapantallas de alta definición montadas sobre ruedas que se unen para formar una sola imagen o se separan de acuerdo con las exigencias del texto y que otorgan un fondo de gran belleza plástica a toda la obra. Acompañando a los cantantes, una tropa de trapecistas y figurantes colgados de arneses le dan a la puesta un aire de alucinación que no es habitual encontrar en el clásico mundo de la ópera. El despliegue técnico alcanza su punto máximo con la aparición del robot dragón que guarda el anillo en su cueva durante el segundo acto y al que Siegfried mata con su espada recientemente forjada. Pero si la propuesta de la Fura sorprende, más fascina aún la extraordinaria orquesta que ha logrado crear de la nada en apenas dos años el prestigioso director indio Zubin Mehta. Apoyado por la dirección musical del genial Lorin Maazel, Mehta consigue una interpretación lírica de la obra de Wagner que no tiene nada que envidiar a las mejores versiones que se han podido oír durante el último cuarto de siglo en los grandes escenarios internacionales.

Para el próximo año se espera el estreno de la última parte de la tetralogía, El ocaso de los dioses, con la puesta también a cargo de la Fura; aunque el plato fuerte que hará las delicias de los melómanos será la presentación de las cuatro obras juntas, con un intervalo de apenas unos días, en fecha aún por determinar. Todo un acontecimiento por lo difícil que resulta ver la tetralogía programada de este modo en los grandes teatros del circuito internacional.