HOY SE PRESENTA ENTREDICHOS, OSVALDO BAYER 30 AñOS DE POLéMICAS
El libro recopila siete “duelos de ideas” que sostuvo el autor de La Patagonia rebelde entre 1979 y 2004 con diversos personajes de la cultura. La obra se presentará a las 19 en la Biblioteca Nacional con una mesa redonda que promete.
› Por Silvina Friera
Aunque hay discusiones tan perecederas como los alimentos, los intercambios de ideas y “duelos” protagonizados por el autor de La Patagonia Rebelde no tienen fecha de vencimiento. Reflejan, en el espejo de la sociedad argentina, la actualidad de problemas políticos nunca resueltos, heridas que no cierran, que no cicatrizan; debates en los que abundan los puntos suspensivos. Pero también proyectan la pasión del historiador, periodista y escritor por la memoria y la justicia. Entredichos, Osvaldo Bayer 30 años de polémicas, editado por Casa América Catalunya y La Ochava Ediciones, con compilación y epílogo de Fabián D’Aloisio y Bruno Napoli, se presenta hoy a las 19 en la Biblioteca Nacional (Agüero 2502), en el marco de una mesa redonda de la que participarán Horacio González, el abogado Rodolfo Mattarollo, los historiadores Felipe Pigna y Omar Acha, la periodista Sandra Russo, la socióloga María Pía López y los compiladores. El libro, cuya coedición permitirá la distribución simultánea en Argentina y España, recoge siete polémicas, entre tantas otras, que Bayer ha mantenido en los últimos treinta años con Ernesto Sabato, Alvaro Abós, Mempo Giardinelli, Roberto Baschetti, Günter Lorenz y Rolando Graña sobre el exilio y los posibles regresos, la doctrina de los dos demonios y la lucha de las Madres de Plaza de Mayo, la violencia política, el rol de los intelectuales y el peronismo.
Con escritos preliminares de León Rozitchner y Rodolfo Mattarollo, el libro incluye siete ensayos, uno por cada polémica, de Silvina Jensen, Marina Franco, María Pía López, Horacio González, Sandra Russo, Omar Acha y Felipe Pigna, que aportan nuevas miradas y reflexiones sobre esos debates. Las dos polémicas que abren el volumen se desarrollan durante el exilio de Bayer en Alemania. La primera, con Günter Lorenz, en 1979, se trata de un resonante caso de censura sufrida por el escritor cuando su ponencia titulada Residencia en la amada tierra enemiga fue rechazada por considerarla “impropia”, “contraproducente”, plagada de deformaciones demagógicas, de clisés y de generar los efectos contrarios a los buscados por la organización del III Coloquio Latinoamericano. El episodio llegó a la prensa como el “caso” del escritor “desinvitado” a un evento cultural al que había sido convocado para escribir una pieza “polémica” y que estimulara los debates. “No es que su condición de desterrado lo convirtiera en un aterrado, en el sentido de quien vive sin tierra y que por tanto puede ubicarse como un dios omnisciente y distante. La complejidad del planteo de Bayer –razona la historiadora Silvina Jensen– es tirar de los hilos de la enredada madeja con que se han tejido las historias de ‘las Argentinas’ y ‘las Alemanias’ en los dos últimos siglos.”
La segunda polémica, en 1980, se desarrolla en las páginas de la revista Controversia, publicación de los exiliados argentinos en México, con Rodolfo Terragno. Bayer cuestiona el planteo de Terragno sobre el exilio: “El destierro fue siempre –dentro del infortunio– un priveligio”. La historiadora Marina Franco subraya que donde aflora la diferencia más profunda entre ambos polemistas es en el papel de los intelectuales. “Si la pretensión de Terragno de ‘entender’ y ‘hacer entender’ expresa los sentidos de las elites ilustradas en las normalizadas democracias latinoamericanas de los ’80, Bayer reclama la continuidad de los sentidos combativos construidos en décadas de politización intelectual a escala latinoamericana, entre el ‘compromiso’ y un cierto antiintelectualismo”, compara Franco en su ensayo. “La necesidad de Terragno de asumir culpas, responsabilidades y deudas no es más que la contraparte de Bayer cuando éste reclama heroicidad, sufrimiento y resistencia. Dos márgenes opuestos de una misma exterioridad geográfica vivida con dificultad y malestar y a la que se suma un contexto histórico bisagra entre dos épocas y dos tradiciones, del optimismo militante de Bayer al escepticismo ilustrado de Terragno.”
El entredicho con el autor de Sobre héroes y tumbas se originó a raíz de la publicación en la revista El Periodista de la lista de represores que había elaborado la Conadep y que el gobierno de Raúl Alfonsín se había negado a dar a conocer. En la lista aparecía el ex nuncio apostólico en Buenos Aires monseñor Pío Laghi, defendido por Sabato, “el héroe de la clase media argentina”. Bayer sostiene que el autor de El túnel le debe al pueblo argentino un real acto de contrición y recuerda “su gran talento de reacomodamiento situacionista” (cita, entre otras, declaraciones de Sabato, una de mayo de 1976: “El general Videla me dio una excelente impresión. Se trata de un hombre culto, modesto e inteligente. Me impresionó la amplitud de criterio y la cultura del Presidente”). La socióloga María Pía López señala que esta polémica se sitúa en la encrucijada de dos debates fundamentales durante los años ’80. “Por un lado, en las discusiones sobre cómo considerar lo ocurrido durante la dictadura, cómo analizar sus daños más profundos y cómo juzgar a sus responsables. Por otro lado, en la confrontación entre distintos modos de configurar la tarea intelectual y su faz política.”
En una nota publicada en la revista Fierro en octubre de 1985, Abós define como terrorista a Severino Di Giovanni, biografiado de Bayer. La figura del militante anarquista disparó una encendida polémica entre los dos escritores. González sopesa los enfoques y argumentos de los polemistas. La perspectiva de Bayer en todos sus escritos es “salvar a los hombres que son víctimas de una injusticia mayor y que tienen el atractivo de que han actuado en medio de la tormenta de los días”, según el director de la Biblioteca Nacional. “No son inocentes, pueden haber matado. Pero en ellos hay una inocencia superior, que hay que rescatar en medio de su culpable castidad. Bayer ha desarrollado una intensa literatura en torno de estos personajes caídos: es una literatura de salvación, son biografías de rescate. En cambio, Alvaro Abós practica otro ángulo moral”, explica González. “Condena con fulminante literalidad. Sus escritos descansan en un trabajo sobre la punición moral.”
En el periódico Madres de Plaza de Mayo, Bayer publicó un artículo en el que analiza el ataque que recibieron las Madres en septiembre de 1987 por parte de algunos medios alemanes, justo antes de una gira que realizaría por ese país Hebe de Bonafini. En ese artículo, Bayer desmenuza de punta a punta una de las notas del Tageszeitung, de Berlín, firmada por la periodista alemana Gaby Weber, en la que sostiene que las Madres de Plaza de mayo han fracasado como movimiento, que “estaban solas”, que “los argentinos estaban hartos del pasado”. La nota de la periodista alemana se fundamentaba en declaraciones de Rolando Graña. Con punzante ironía, Russo rechaza que haya sido una polémica. “La demoledora estructura argumentativa con la que Osvaldo desmenuza la carta defensiva de Rolando Graña se lee como un fuera de juego instantáneo. Ya por la mitad de la respuesta de Osvaldo, uno invitaría a Rolando Graña a tomarse unos cuantos toddys en materia moral.” Bayer le auguraba un buen futuro al entonces periodista de El Porteño. “Graña sostiene que las Madres han fracasado. ¿Quién es Rolando Graña? Pareciera el gran oráculo. Sus frases son pronunciadas ex cátedra. Jamás se lo vio ni aparecer en la lucha contra la dictadura. Aparece ahora. Se ha hecho conocido en Europa, de pronto, con estas declaraciones, atacando a las Madres. Buen principio. Tiene futuro. Es de los que ‘llegan pronto’.” Russo recuerda que todavía faltaban muchos años para que Graña volviera a tener “un momento de triste estrellato”, como el que alcanzó cuando censuró el programa TVR en América. “Faltaban muchos años para que dejara definitivamente de posar como un periodista progresista. Quizás este fallido con Osvaldo fue la primera foto en la que salió movido a la derecha”, concluye Russo.
La publicación en PáginaI12, el 23 de enero de 1993, del artículo de Bayer titulado Matar al tirano, por los setenta años del atentado del anarquista alemán Kurt Gustav Wilckens en el que murió el coronel Varela, el fusilador de peones rurales, atizó la polémica con Giardinelli sobre la violencia como método político. En su ensayo, Acha observa que la dureza del debate excede el razonamiento político. “Es equivocado ver en los argumentos de Giardinelli la aplicación de máximas abstractas y en los de Bayer el uso de contextualismos empíricos. Ambos están debatiendo sobre los principios deseables en la acción política de la izquierda. Al proclamar el derecho de ‘matar al tirano’, Bayer va más allá del caso Wilckens. Giardinelli lo ve bien y por eso responde. Es que éste eleva un principio de una sociabilidad que considera irrenunciable: el ‘no matarás’.”
El último entredicho, el más reciente, en mayo de 2004, surgió a raíz del artículo de Bayer La historia está para aprender, también publicado en PáginaI12, en el que reflexiona sobre el discurso “cuasi falangista” pronunciado por Eva Perón el 1º de mayo de 1949. El autor de La Patagonia rebelde establece un paralelismo entre las palabras de Evita y La Liga Patriótica, que para el sociólogo e historiador Roberto Baschetti resulta inadmisible. En su ensayo, Pigna afirma su disidencia con el planteo de Bayer. “No creo que pueda considerársela a Evita una heredera del pensamiento y las prácticas políticas de aquella derecha.” El autor de Mitos de la historia argentina aclara que también disiente con Baschetti, cuando incluye a Bayer entre aquellos que consideran al peronismo “culpable de muchos de los males de la Argentina”, como Victorio Codovilla, Alvaro Alsogaray y Marcos Aguinis. “Osvaldo está muy lejos de ser un ‘gorila’ por manifestar honestamente lo que no comparte del peronismo”, advierte Pigna. En el campo de batalla de las ideas, Bayer es un polemista formidable que se agiganta cuando defiende el núcleo profundo y decisivo de su magma de convicciones. Aunque a veces tropiece con una piedra llamada peronismo.
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