Sábado, 20 de septiembre de 2008 | Hoy
PABLO DíAZ Y SU DOCUMENTAL SOBRE LA VIDA Y OBRA DE DAVID VIñAS
David Viñas, un intelectual irreverente, el film que puede verse los viernes y sábados en el Malba, está planteado como una extensa charla en la que el escritor entreteje datos de su vida y las pasiones que alientan su obra literaria.
Por Oscar Ranzani
“Las cosas que uno no ha podido hacer en la vida real las mete de una manera u otra en la literatura.” La frase cobra mayor dimensión si se tiene en cuenta que la pronuncia un hombre de las letras: David Viñas interpreta que la literatura es por ese motivo una especie de “venganza”. Y lo dice en David Viñas, un intelectual irreverente, documental de Pablo Díaz, que puede verse los viernes a las 20.30 y sábados a las 20 en el Malba (Figueroa Alcorta 3415). Este trabajo austero de Díaz está planteado como una extensa charla –aunque la única voz que se escucha es la de Viñas– sólo interrumpida por los testimonios de León Rozitchner, Beatriz Sarlo y Susana Santos. Tal vez porque Viñas es de esos intelectuales con los que da gusto conversar, café mediante, el escenario es el bar La Paz.
Viñas comienza contando anécdotas de su dura infancia. Luego se remonta a su estadía en un colegio pupilo de curas como consecuencia de la muerte de su madre y, posteriormente, a su paso por el Liceo Militar, del que fue dado de baja por “insubordinación”. El escritor narra con un grado de calidez que hace de la más mínima anécdota un gran recuerdo. Luego se refiere a sus influencias en la literatura, su formación en Filosofía y Letras, deteniéndose en la primera clase, y en su incursión en la política universitaria cuando fue presidente de la FUBA. Cuando llega el turno de Contorno –revista de la que fue fundador y codirector– recuerda a quienes participaron en aquella mítica publicación, el significado que tuvo en esa época y su posicionamiento ideológico y político. Viñas también habla sobre cine (escribió el cuento “El Jefe”, llevado a la pantalla por Fernando Ayala) y de su faceta dramatúrgica, de la que puede mencionarse la recordada pieza teatral Lisandro. Por supuesto, menciona su exilio en México durante la dictadura, sus lecturas preferidas en los efervescentes años ’60, sus análisis literarios y sus críticas a los intelectuales cooptados políticamente.
Díaz señala que los documentalistas “somos un poco injustos con nuestra gente importante. En Europa es raro que no se hagan documentales de la gente que tiene algo para decir, para que quede registrado”. Y no entiende cómo no hay “un documental en serio de Borges. No hay de Piazzolla o Troilo. Hay reportajes, pero no dejan testimonio en forma corrida de su vida”. Pensó en Viñas porque “es uno de los intelectuales más importantes y con una producción casi inigualable en la cultura”. El documentalista señala que su film forma parte de un proyecto más amplio: “Un ciclo que, primero, va a tener que ver con la literatura y que podría continuar con Beatriz Sarlo, con Ricardo Piglia, que tienen mucho para decir en el campo de la literatura. En la música me interesaría muchísimo hacer un documental con Horacio Salgán, el último grande que nos queda”, dice.
–¿Por qué lo planteó como una autobiografía?
–Fundamentalmente porque, como dice David, el hombre es un todo. Y ese todo tiene un inicio, un de-sarrollo y un esplendor como toda la obra de David. Se ve el rigor en la infancia de David con un tío loco, el papá que le pegaba, la muerte de su madre joven. David dice que esto marca lo que después va a ser él como escritor y como persona. Y en su caso específico tiene matices muy interesantes. Su papá fue juez en la Patagonia Rebelde: fue el juez que Hipólito Yrigoyen mandó para tratar de calmar lo que estaba pasando con los militares y los anarquistas. Más que como una autobiografía, yo lo planteo como “dar testimonio”.
–¿Qué criterios tuvo en cuenta para plantear los temas de los que habla Viñas?
–El primer criterio es el teórico de él. En esto trabajó mucho la licenciada García Cedro, productora literaria. Por otro lado, estaba lo que significó Contorno en una época que yo viví y que estuve al lado de los hermanos Viñas, ya que soy amigo de ambos. También hay que tener en cuenta que toda la obra de David está impregnada entre la literatura y la realidad social y política. Y él siempre está dando testimonio. Es de los pocos intelectuales que pone el cuerpo, que siempre está diciendo lo que los demás no dicen. No quiere decir que siempre tenga la razón, pero tiene la valentía de salir y decir cuando otros callan. Por otro lado, su postura que tiene en estos momentos de la realidad argentina y del mundo, lo escéptico que es, era otro tema: casi un tercio de la película.
–Viñas no habla sólo sobre su obra sino también de su vida. ¿Son inseparables a la hora de hacer un registro sobre el escritor?
–Absolutamente. El dice que alguna vez le han preguntado cuánto hay de lo que le pasó en lo que escribe. Y dice que, por lo menos en su caso, está ligado con sus experiencias, sus vivencias. David está tocado por una varita, no sé si mágica. Hay hombres que fatalmente están siempre en lugares insólitos. Digo fatalmente en el sentido más oriental, del destino. ¡Es increíble que haya sido el fiscal de mesa en el único voto que emitió Evita! Y por suerte encontré el pedacito de la filmación donde se lo ve. Por otro lado, David es un dramaturgo fenomenal, no reconocido en toda su dimensión.
–¿Y como intelectual?
–Depende de qué ámbito hablemos. A nivel general, creo que no. En el campo intelectual y de las letras sí: se lo lee en departamentos de literatura latinoamericana del mundo. Yo viví en Europa y tengo un hijo docente de literatura en Albany, capital del estado de Nueva York, y se lee a Viñas.
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