LAS NUEVAS IMáGENES DEL éXITO PERSONAL EN LOS MEDIOS
Sentir intensamente en la revista Caras, ser amado por muchos en las redes sociales, casarse con el jugador de fútbol y ganar un concurso televisivo que se parece a una bolsa de gatos son los últimos paradigmas del triunfo local.
› Por Julián Gorodischer
¿Qué era y qué es hoy el éxito? Cambian las imágenes mediáticas del sueño argentino según las décadas: son otras las chicas que pasan del anonimato a las portadas; son nuevas, también, las figuras prestigiosas. La antigua partenaire de capocómico y la anacrónica secretaria dejan paso a la botinera; el profesor de la Nación vive su exilio mientras se impone la autoridad del divulgador mediático desde la historia al psicoanálisis. Allá lejos quedó la ostentación de la fama y el dinero juntos, entre otras imágenes que hoy se asocian a una caricatura. El sueño argentino se llena de nuevos valores y personajes: la botinera salvada por el jugador de fútbol, el entrevistado que posa y siente profundamente y lo exhibe, el ganador de un concurso que lleva a competir a malabaristas amateur y cantantes líricos (Talento argentino), al tope de la felicidad.
Para confrontar el éxito ’08 con la prueba mediática conviene darse una vuelta por un ejemplar actual de Caras, y tener cerca una de los años ’90 para comparar. De una pose de Liz Fassi Lavalle en una escalera de mármol de Carrara se ha pasado a fondos preferentemente de naturaleza, paredes blancas lisas, ambientes neutros o la expandida y omnipresente isla de Caras de la que se conoce una sola locación con palmeras y deck junto a un mar manso.
Los intensos espirituales que reinan en la revista–emblema del éxito sufren o se extasían sin términos medios. La agenda se completa con la emocionalidad del sufriente/celebrante. La prosa exaltada describe a la bailarina de Bailando por un sueño (Sabrina Rojas, sobre su noviazgo): “El amor exalta la pasión, transmuta en frenesí y hasta deviene en adrenalina, energía explosiva para ellos. Una vez que sus corazones se unieron, todo marchó con la celeridad que impone el amor afianzado”. Desprejuiciada y hasta lúdica, la consigna anterior de la fama y el dinero juntos era una provocación a cargo de los seres triunfantes, una ostentación irrespetuosa que ahora es reemplazada por sonrisas cándidas, vestuario de elegante sport, supresión de joyas, nueva austeridad que acompaña “lo que queda bien y lo que no” según pasan las décadas.
Los exitosos de hoy son afines al ideal familiar tradicional incluso en referencia a “las uniones” de Florencia de la V o del modisto Roberto Piazza. “Yo abandoné todo por Maxi –dice la ex desnudista y actriz porno amateur Wanda Nara (nunca el éxito tan cerca de la novela rosa y su happy end)– y lo volvería a hacer mil veces más. Cuando te enamorás no te importa nada más. Mi carrera pasó a quinto plano después de conocerlo. Hoy por Maxi yo doy la vida. Hoy todo lo que hago pasa por él. Es mi marido, el que lleva los pantalones en mi casa. Me quisieron hacer quedar como una superficial por hacer compras o gastar plata. Y yo no soy así. No soy una Mariana Nannis... El quiere cuatro varones y una nena, todos seguiditos. ¡Así es que voy a vivir con panza!”
“Estoy enamorado de la panza de mi mujer, de los movimientos que tiene y de lo que imagino que está ahí adentro. Cuando nos acostamos la abrazo y me quedo dormido, sintiendo...”, declara el actor Luis Machín en otra producción. “Me caso de blanco y enamoradísima”, dice la travesti. Y el redactor acota: “Decidió elevar los sueños a su añorada condición de vehículos que conducen a la felicidad”. “¿Qué título le pondría a esta película?”, le pregunta. Y la exitosa confirma la intensidad emocional que le consiguió la foto de tapa: “La llamaría ‘mi vida color de rosa’”.
La exitosa intensidad se desentiende de los bienes materiales y hace de la antigua vidriera de ricos y famosos un espacio en el que se repite la mención de palabras como “terapia”, “autoconocimiento”, “disfrutar”, “sueño realizado”. El dolor (la muerte súbita del hijo de la conductora Maru Botana, tapa de esta semana) es la interrupción del ideal de la intensidad y merece una catarsis pública, donde antes reinaban las caras sonrientes de los bienaventurados. La tristeza se expresa con las mismas imágenes, no importa la escala. “Ahora estoy haciendo el duelo –Matías Alé, separado de la vedette Graciela Alfano– y sé que esta vorágine y la terapia me contienen... Estoy sereno y en paz. Me estoy encontrando a mí mismo. Dentro del dolor, los dos nos debemos estar encontrando.”
El desdoblamiento entre lo dicho en revistas y lo actuado en programas no opera como contradicción. La bailarina de caño, que en la TV acusa a su compañera de “enana petera”, luego en la vidriera de los exitosos espirituales es una fina y anacrónica heroína de folletín: “Recuperé al padre que me abandonó cuando era niña...”, dice la vedette Adabel Guerrero. “Fue muy emotivo y exigió grandeza emocional de ambas partes, durante tanto tiempo confrontadas...”, comenta el cronista. Y la vedette termina: “Mi madre llegó a tomar alcohol fino con jugo de naranja, y yo recibía tortura psicológica. Mucha gente dice que soy un ejemplo de vida porque, de haber estado sola sin un peso, conservé mi sueño”.
“Wanda Nara habla con el corazón en la mano, porque su estado de mujer enamorada le impide hacer otra cosa que no sea gritar a los cuatro vientos todo lo que está viviendo junto a Maxi López, el ex jugador de River Plate”, define la revista el nuevo paradigma de ascenso social. Le sigue un informe de los nombres de las favorecidas recientes: “Jésica Cirio salió con Darío Husain, Sergio Agüero conquistó a (sic) la Eliana Guercio, antes de irse a jugar al Atlético de Madrid, Silvina Luna tiene una larga lista: Gago, Garcé, Maradona, Insúa, Salas, Mantilla, Costanzo, Luciano Figueroa. Nicole Neumann rompió con su matrimonio tras conocer al ex volante de Vélez Fabián Cubero. Evangelina Anderson conquistó a Martín Demichelis. Ever Banega sale con Silvina Scheffler, ex Gran Hermano...”.
La periodista Daniela Pasik, a la que se pide opinión, las define como “unas vivas bárbaras que se hacen las tontas, que van creciendo en deportes y lograron entrar hasta en el tenis, que era más de elite. Les queda pendiente el básquet. Eso a gro-sso modo”. Si el anterior tocado por el éxito era el propio futbolista comprado por el mundo, rescatado del potrero (con emblema central en el astro Maradona), revistas y programas de espectáculos corren el foco a su acompañante femenina, menos una excéntrica (como en los ’90 era la mujer de Caniggia, Mariana Nannis) que la encarnación local del mito de Hechizada, que en Estados Unidos todavía atribuye al rescatista la identidad de un ejecutivo o un magnate. La líder de la tendencia criolla es Nara, casada fastuosamente y emigrada a Rusia, perfecto cuentito feliz sin otros relatos masivos que le compitan. Una productora de TV estudia atribuirles su propia ficción profesional, al estilo de las Socias o los Campeones de Pol-ka: el proyecto Botineras resume la gravitación social obtenida. Para la chimentera Vanina Mouján eso no habla mejor de ellas sino peor de la época que les toca: “Todo está tan empobrecido que no hay alternativas glamorosas”, opina.
El reality show retrocede a su estado más insustancial, ya ni necesita montar una escenografía (el jurado sale de gira por los teatros del conurbano), ya no hay encierro como el de Operación Triunfo, ya no hay ni siquiera un perfil temático o estilístico que justifique el rejunte. Lo que se ve, en esta escena austerísima, es un casting multitarget que por sus características de “gran bolsa de gatos” podría corresponder solamente al armado de un elenco para un circo muy primitivo, sin domadores ni payasos pero con expresiones de todas las ramas del buscavidas o el centro de las reuniones familiares.
El ganador del reality más visto, Talento argentino (Telefé), es menos ruidoso que el de programas anteriores como Popstars u Operación triunfo. Aquí falla un resorte del ensamblaje con la discográfica en crisis y los ídolos, a poco de llegar a la final, no repuntan al nivel de la popularidad del programa en su conjunto. Pese a los esfuerzos promocionales, el mago Piñataro y Fuxión Latina, por dar sólo dos ejemplos de finalistas que no llegan a las revistas de farándula, no llenarían ni un pub pequeño; el tándem aceitado no se arma con la eficacia que demostraba a principios de 2000.
Ser popular, ser cool, tener un millón de amigos: eso es la meca Facebook. El éxito en las redes sociales de Internet es tan primitiva como una acumulación de nombres propios ilustrados con fotitos. El status de Facebook es tan cuantitativo como el número de amigos que figura en el perfil del usuario, desatándose carreras entre adolescentes para superarse en número y existiendo hasta una versión paródica que pretende llegar al millón coma uno amigos para superar a la canción de Roberto Carlos. Según la opinión de Luis Paz, redactor de temas de tecnología para este diario, “las redes sociales virtuales no escapan a la naturaleza de las nuevas y pretendidas imágenes del éxito”.
“La flogger Cumbio como icono máximo –sigue Paz– no aparece mucho más promisoria que las botineras que encabezarán obras en Mar del Plata y Carlos Paz este verano o que los talentosos que propone Talento argentino. Todos por igual se enfrentan al mismo riesgo: que al ascenso estrepitoso lo siga una caída sin estrépito, una caída en el desuso de la imagen propia, finalmente reemplazada por otras más nuevas cuando éstas queden viejas.”
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