Lunes, 19 de enero de 2009 | Hoy
ENTREVISTA AL MUSICO LUIS GUREVICH
Es el compositor de “Cinco siglos igual”, “Las madres del amor” y “De igual a igual”, entre otros clásicos popularizados por León, con quien toca desde hace 20 años. Y ahora se dio el gusto de sacar su propio álbum, Canciones junto con, compartido con músicos amigos.
Por Cristian Vitale
“León siempre me dice ‘vos sos buen versionista’.” Luis Gurevich repite la última parte de la frase, tres veces. Claro, la figura del rey no puede estar ausente en su discurso. Imposible. Hace 20 años y un piquito que, tras las jóvenes experiencias con Prema, David Lebón y MPA, se ha transformado literalmente en “su socio” y la cosecha mutua tiene la suficiente entidad como para fundir a los dos en uno, y explicar el pico creativo del León post-ochentas: “Cinco siglos igual”, “Gira y gira”, “Todos los días un poco”, “Maestras de Jujuy”, “Río y mar”, “Mensajes del alma”, “De igual a igual”, “Las madres del amor”, “Canción para luchar” y un largo etcétera de lindas canciones, la mayoría del acervo gieconiano más reciente. “¿Alter ego? No sé, para mí es un orgullo haber hecho todo esto con León. Pero lo propio también tiene lo suyo ¿no? Cada cual tiene sus actividades y eso nos retroalimenta. Ahora, él está a full como director de Mundo Alas –la película– y yo, al fin, pude sacar mi disco”, encara. El sutil y tal vez cómplice despegue de Gurito –compositor, arreglador, productor, multiinstrumentista– radica precisamente en focalizar en primer plano la edición de su disco debut: Canciones junto con. Un muestrario de doce temas –casi– todos compartidos con músicos amigos: Once: casi un seleccionado de música popular.
Dice él: “Siempre que me juntaba o coincidíamos en algún lugar con ellos, la charla era ‘estaría bueno que algún día hagamos algo’. Entonces, fui creando un ámbito para concretarlo: mi casa. Las canciones respiran esa calma, esa tranquilidad que implica grabar en el hogar. Un lugar donde no corre el tiempo e impera la comodidad de tomar mate y esperar que las ganas de cantar lleguen”. El salpicado de canciones conserva, además de ese tono intimista, un parámetro fijo: todas las músicas son suyas. Desde las reversiones de aquellas consagradas (“Ruta del coya”, “Alas de Tango” y “Cinco siglos igual”) hasta un demás cuya letras e interpretaciones pertenecen a los “junto con”: Miguel Cantilo sintetizó la historia de la ciudad en el Río de la Plata (“Mar dulce”); Teresa Parodi concibió la hermosa historia de un cara sucia mientras Gurito, a la par, zapaba en el piano (“Alas de libertad”); Julia Zenko debutó como compositora (“Mal de luna”); Víctor Heredia le dio una vuelta grácil a un tema que, también, incluyó en su último disco (“Mariposa de Bagdad”) y la dupla Chango Farías Gómez-Peteco Carabajal le agregó un toque MPA (agrupación en la que Gurevich militó mediando los ochenta) al regalo de Raly Barrionuevo: “Así va este amor”. “No fue elegir clásicos sino deseos. Fue algo placentero y natural... sin presión. Sentarme a tocar el piano mientras Teresa escribía la letra en un cuaderno; componer juntos con Alejandro Lerner; invitar a Kubero Díaz para que le dé al tema de Claudia Puyó el tono blusero que precisaba. Eso, sentí que todo el mundo estaba a favor de hacerlo y que aprendí mucho, además de darme a conocer”, grafica.
–¿Por qué primó el deseo ante los demás factores?
–Hay una secuencia que lo explica bien. Cuando Liliana (Herrero) vino a cantar al Luna Park para la presentación de Bandidos rurales, quedó impactada con “Ruta del coya”. Recuerdo sus palabras: “algún día la voy a grabar”. Son cosas que van quedando. Con Baglietto igual. Yo sabía que le gustaba mucho “Alas de tango”, incluso se había subido a cantarla con nosotros en una de las presentaciones de Orozco. Creo que en La Falda. Digo, por eso, que más que hacer versiones de clásicos que habían impactado en la gente, la premisa fue el deseo que tenían ellos de cantar esas canciones.
–No es el caso de “Alas de tango”, cuyos arreglos son más bien sutiles, pero sí de “Ruta del coya”. Le dio una vuelta estética notable. Principalmente en la orquestación y en la preeminencia del piano...
–Sí. La original es mántrica y las reminiscencias norteñas se notan más, pero elegí una más “libre” y, dada esa libertad, se me ocurrió que la única que podía cantarla era Liliana. Le pasé la versión por Internet. Me acuerdo que era un lunes y el miércoles ya estaba conmigo, cantándola. Fue un sí quiero maravilloso.
–¿Cómo deviene el proceso cuando le traen una letra y tiene que concebir la música?
–La leo varias veces y veo qué me va pasando, el mismo proceso del escritor cuando recibe una música y va buscando imágenes. Es algo que se nota con claridad en “Mar dulce”, la letra de Cantilo. Me había mandado varias, pero ésa me inspiró melodías que graficaban muy bien el “concepto”, me pareció piola el hecho de enfocar al Río de la Plata como el único testigo de lo que pasó en nuestra historia reciente.
Bonus: Gurevich recuperó el loop de murga de “Los Guardianes de Mugica”, para trasvasarlo al tema que generó con Gieco “especialmente para el disco” (“La Banda de Calitón”) y reunió al Dúo Guriza (él más el Mono Izarrualde) para reinventar “Cinco siglos igual”, en una versión distinta a la original. “Me di varios lujos con este disco –insiste Gurevich–. “Primero el compromiso del encuentro con los músicos, ¿no?: eso de buscarle la vuelta a la canción, perfeccionarla, hacerle el arreglo, juntarse para cantar y tocar. El trabajo duró cuatro años y hubo perseverancia y ganas. Es más, no sé si habrá presentación o no... me alcanza con que haya salido”, concluye el compositor, que ya fantasea con un potencial volumen II.
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