Sábado, 14 de febrero de 2009 | Hoy
UN FILM COLECTIVO QUE INTERROGA AL PASADO Y AL PRESENTE
Como suele suceder en esa clase de uniones de varios realizadores, Alemania 09, 13 cortometrajes sobre el estado de la nación tiene sus puntos altos y bajos, pero consigue grandes momentos. Hoy se conocerá al ganador del Oso de Oro.
Por Luciano Monteagudo
Desde Berlín
A 40 años del mayo del ‘68 y a 20 de la caída del Muro, ¿cómo pensar desde el cine la práctica democrática y la identidad nacional alemana? Esa es la premisa que está detrás de Deutschland 09: 13 Kurze Filme sur Lage der Nation (Alemania 09, 13 cortometrajes sobre el estado de la nación), un film colectivo que ayer reunió sobre la pantalla y el escenario del Berlinale Palast a algunos de los directores más reconocidos del cine alemán actual. El proyecto tiene un antecedente directo, el famoso Alemania en otoño (1978), una reacción de Rainer W. Fassbinder, Alexander Kluge y Edgar Reitz, entre otros, a los acontecimientos políticos que sucedían por entonces en el país, sacudido por las acciones violentas de la Facción Ejército Rojo, varios de cuyos miembros fundadores aparecieron sospechosamente muertos en una prisión del Estado. No hay ahora en Alemania conmoción semejante (salvo el temor de una recesión económica que puede llegar a ser más larga de lo previsto) ni tampoco –es forzoso decirlo– esta nueva generación de cineastas está a la altura de la vanguardia de lo que entonces era conocido como el Nuevo Cine Alemán. En todo caso, el gesto de este nuevo film es más valioso que su resultado final, que siempre suelen ser desiguales en una película colectiva.
Documental y ficción, concretos o abstractos, realistas o fantásticos, cada corto goza de toda la libertad de encarar su tema como mejor le parece a cada realizador. Fatih Akin (Oso de Oro 2004 por Contra la pared) elige, por ejemplo, una entrevista a un ciudadano alemán de origen turco, como él, que fue prisionero en Guantánamo y a pesar de haber sido liberado sin cargos sigue figurando en los puestos de migraciones como un sujeto peligroso. Hans Weingartner (The Edukators) también se ocupa de un caso real, pero reconstruido con actores: de cómo el Estado alemán tiene hoy una hipótesis de conflicto interno y mantiene bajo vigilancia a centenares de ciudadanos.
Dominik Graf reflexiona sobre la pérdida de la identidad personal a partir de la demolición de viviendas populares, reemplazadas por negocios inmobiliarios; Tom Tykwer se ríe de la alienación del ejecutivo alemán contemporáneo y Dani Levy imagina una pesadilla cómica en la que pesa su calidad de berlinés de origen judío. Previsiblemente, el más provocador es Romuald Karmakar –una de las estrellas del Bafici del año pasado–, quien a través de una entrevista a un veterano inmigrante iraní, propietario de un strip-club berlinés, revela las fantasías sexuales del alemán medio. Y la más melancólica y reflexiva es Angela Schanelec (también una abonada al Bafici), que con apenas un puñado de planos de un peso godardiano le da una dimensión metafísica a su visión de Alemania.
Sobre Alemania como una idea, o como un pedazo de Historia, tan concreto como un fragmento del Muro que cayó hace dos décadas, es Material, el documental que Thomas Heise –conocido en la Argentina a través del DocBsAs– presentó en el Forum del Cine Joven. El punto de partida es muy simple: el montaje de material que Heise (proveniente de Berlín oriental) había venido filmando espontáneamente desde 1988 y había guardado a la espera de que alguna vez, quizá, cobrara sentido. Nunca hubo un proyecto concreto de film detrás de esas imágenes –que incluyen los ensayos de la mítica puesta teatral de Germania Tod in Berlin, de Heiner Müller, y las masivas manifestaciones en Alexanderplatz en noviembre de 1989– hasta que ahora Heise las reunió en esta serena pero a la vez inquietante meditación sobre el paso del tiempo. Hay algo de arqueólogo en Heise, como si con esas imágenes desenterrara un bloque de tiempo. Un tiempo que aparece hoy tan lejano –los Trabis, las asambleas barriales– que esa ciudad, y esa gente, que Heise redescubre en la pantalla parece hoy casi irreconocible, una vez que el espectador finalmente emerge a la calle.
Mientras tanto, en la competencia oficial –que esta noche anuncia sus premios– hay una película alemana que no debería pasar inadvertida al jurado. Se trata de Alle Anderen (Todos los otros), segundo largo de Maren Ade, de quien en el Bafici 2005 resultó premiada su primera película, The Forest for the Trees. Hay un gran salto hacia delante en la directora (33 años), que aborda la crisis de una pareja joven con una lúcida madurez y una infrecuente solidez dramática.
El es un arquitecto con más ambiciones que proyectos concretos y ella (Birgit Minichmayr, excelente) en cambio tiene los pies mucho más firmes sobre la tierra. Están solos, lejos de Alemania, aislados en una casa de veraneo en la paradisíaca isla italiana de Cerdeña y esa intimidad –quebrada por la molesta aparición de una pareja amiga– irá mostrando paulatinamente sus grietas. Allen Anderen es un film eminentemente contemporáneo, que refleja el conformismo y la frivolidad de la alta burguesía alemana de hoy, pero aún así resuenan en sus imágenes ecos del Rossellini de Viaggio in Italia o del Bergman de Un verano con Mónica, como si Maren Ade los hubiera elegido como sus mentores.
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