Viernes, 20 de marzo de 2009 | Hoy
LA CURIOSA PELEA ENTRE BOB DYLAN Y SUS VECINOS DE MALIBú
Por Guy Adams
Desde Los Angeles
El puede ser la voz de una generación, pero si uno es tan desafortunado como para vivir al lado de la casa de Bob Dylan, las canciones de protesta y el sonido de la armónica no es lo único que –citando su letra más famosa– está soplando en el viento. El músico se encuentra enredado en una disputa doméstica que tiene que ver con el nocivo olor que emana de un baño portátil ubicado en el jardín de su casa en la cima de una colina de Malibú, sobre el océano Pacífico. Los vecinos del reclusivo Dylan –quien compró hace más de veinte años la propiedad en Point Dune, un punto famoso por su belleza en el noroeste de Los Angeles– hicieron públicas sus quejas porque la brisa nocturna que llega del mar lleva un hedor de cloacas dentro de sus casas.
Una familia a la que los movileros de TV describieron como “atrapada en la mierda” se quejó esta semana a la policía, afirmando que el olor enfermó a su hijo y los obligó a abandonar la planta alta de su casa. “¡El Sr. Derechos Civiles está matando nuestros derechos civiles!”, les dijo a los reporteros David Emminger, apuntando al baño químico detrás de un container de almacenamiento, cerca del alambrado que señala el borde de la propiedad de Dylan. Emminger dice que desde que fue instalado, seis meses atrás y para uso del personal que patrulla por las noches la propiedad del músico, el baño convirtió algunas partes de su casa en inhabitables. El hombre sostiene que hay noches en que es incapaz de dormir, y que su hijo de ocho años, David Jr., cayó enfermo a causa de los olores. “Empezó en septiembre. Cuando iba al jardín delantero sentía náuseas”, le dijo Cindy, esposa de Emminger, a Los Angeles Times. “Al principio no me daba cuenta de dónde venía el olor, hasta que finalmente advertí que habían movido el baño frente a mi puerta delantera. Los dos somos alérgicos y sensibles a los químicos. Y se pone peor a la noche, cuando hay viento. Prendemos los cinco ventiladores, pero igual se nos mete en la casa. Hoy ni siquiera usamos la parte superior, dormimos abajo.”
Los oficiales de Salud Pública de Malibú están investigando la queja presentada por la pareja, que instaló cinco ventiladores de tamaño industrial en su jardín delantero para enviar el olor nuevamente hacia la propiedad de Dylan. Las leyes locales prohíben a los dueños de propiedades generar olores excesivos: la ciudad aparentemente envió a un oficial para inspeccionar el baño en enero, pero fue rechazado por el staff de seguridad y acusado de violación de entrada. “El guardia dijo que iban a demandar a la ciudad”, dijo un inspector al LA Times. Dy-lan no ha hecho ningún comentario sobre el asunto, y ni su vocero ni su abogado –que vive en Nueva York– contestaron los llamados.
No es la primera vez que la propiedad de Dylan en Malibú, una de las parcelas más caras en el negocio inmobiliario de California, se sitúa en el centro de la controversia. Una barraca que Dylan hizo construir para acomodar a su equipo de seguridad –presente en la casa las 24 horas– desató una disputa en 1989, cuando los inspectores de Construcción y Seguridad del condado de Los Angeles le negaron el permiso por ser inaccesible para discapacitados. El cantante evitó los requerimientos de accesibilidad al prometer por escrito que no contrataría a personas discapacitadas para trabajar en su guardia de seguridad.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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