Hay guerra abierta en la web. De un lado, están las corporaciones de la industria cinematográfica, televisiva y musical. Del otro, el sitio de intercambio de archivos peer to peer más importante del mundo. La batalla de esta semana la ganaron las grandes compañías: la Justicia sueca sentenció a los cuatro fundadores de Pira tebay.org a un año en la cárcel y multas por el valor de 3,6 millones de dólares. Los acusados ya anticiparon que apelarán el fallo y que la página seguirá funcionando de cualquier forma. “Tranquilos, es sólo el teatro que hacen los medios”, repitieron. Por su parte, los denunciantes del caso –una aglomeración de compañías lideradas por la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI)– se mostraron satisfechos con la condena, que lograron a partir de convencer a los jueces de que los acusados habían facilitado el acceso de gran cantidad de personas a 33 archivos con copyright. Pero lo único seguro es que el resultado final de la compulsa sigue siendo incierto. Aunque por ahora no van a ser encerrados, Fredrik Neij, Carl Lundström, Gottfrid Svartholm y Peter Sunde tendrán que ver cómo se las arreglan para dar vuelta la torta en las próximas instancias legales. Por lo demás, no hay modo efectivo de impedir que la circulación de información siga acelerándose en Internet. Las multinacionales lo saben bien, lo que pasa es que su apuesta tiene que ver con lo que ellos llaman “crear conciencia” mediante golpes de efecto. Claro que lograr victorias reales a costa de Piratebay no les será tan fácil. En primer lugar, hay una generación entera de nativos digitales que ya no volverán a comprar un disco ni una película a la vieja usanza. En segundo término, los servidores que coordinan la comunicación entre los veintidós millones de usuarios que recurren a la “Bahía Pirata” están en algún lugar fuera de Suecia, lo cual hará especialmente difícil su desactivación. Por último, la página consiguió suficientes fondos para abrir un espacio idéntico tan pronto como sea necesario.