LAS TENDENCIAS EN LA TELEVISION: ARRIBA LAS PALMAS
Sangre, niños, teléfonos y Dios en un combo para masas
Maradona fue, televisivamente, el gran tema del año, aunque su figura y su show se enmarcaron en otros. La tiranía de los niños, la obsesión por los teléfonos, la sangre, la violencia, los pases resonantes y la vuelta a la telenovela clásica, con ricos y pobres enamorándose, son los infaltables en una revisión del año que pasó.
Por Emanuel Respighi
y Julian Gorodischer
¿Qué hubo en 2005 para ver? Niños –muchos niños a toda hora– simulando su pequeño acto escolar en Showmatch, o cantando en Susana Giménez menos movidos por la persecución del fajo que por la búsqueda frenética del CD propio, como émulos bajitos de los que los precedieron en Operación Triunfo. En lo de Tinelli, cotizaron bien las pequeñas rumberas, los folkloristas de menos de diez, la niña ciega que tocó el cielo del rating (y que acaba de ganar la final anual en Melódico) y protagonistas de episodios conflictivos como el gordito que lloró ante cámara o la que lo acusó de hacer negocio con los chicos. La tele hipermasiva, por encima de los veinte puntos, fue un gran circo que suprimió la metáfora: otros años podía parecerse a un circo, con reminiscencia acrobática o payasesca; esta vez fue una carpa repleta de freaks de exhibición sádica (mártires, microcefálicos, incendiarios de su pelo o infinidad de magos sacrificiales liderados por Tu Sam Junior) y una troupe de mujeres pintadas probaron ser lo más visto entre lo que hubo. Circense fue, también, la dinámica del ingreso estelar más comentado del año (La Noche del Diez, con picos de más de 30 puntos), basado en pruebas físicas (fútbol-tenis, jueguito con la pelota, baile de estrellas), llantos sucesivos y números vivos.
Sangre y ruido en el teléfono
En 2005, la tele se obsesionó con los teléfonos y nació un negocio redondo. Las medianoches (Call TV, Clase X y Llamá y ganá) se poblaron de parejas de chico/chica desaforados, saltando sobre fondo colorinche y en 3D, parecido a una alucinación lisérgica. Escenografía y gritos, en los teleprogramas (que lanzaron a una sexy Carla Conte, de Call TV, a un estrellato de entrecasa), intentaron mantener despierto al insomne bombardeándolo de agudos, impregnando de flúo la pantalla. Sobraron teléfonos, a su vez, en la ficción auspiciada por empresas (Telefónica, en Numeral 15) y en otra menos sponsoreada pero tan monotemática llamada Conflictos en red, con trama de idea fija: siempre la tecnología se interpuso en el amor. Lo de Numeral... pretendió ser una remake en extenso del experimento de los Cortos Sedal, y más que el mérito irregular sobresalió la flamante modalidad publicitaria: si el 2004 impuso el reinado de la PNT (Publicidad No Tradicional), el año que se va se saturó del Advertainment (arte que vende): omitió el logo para promocionar una onda, un mambo, según contaba el publicista a Página/12.
La TV de 2005 relajó el tono de sus tiras de las 21 convirtiendo al ex policial Sin código en una comedia delirante, retomó las tribunas repletas de gritos y vivas recreando al adolescente-maníaco (extrañamente aparecido después del 30/D del fatídico Cromañón, en Feliz Domingo y El último pasajero), llenó la pantalla de curvilíneas (Carla Conte, Luli Salazar, Luisana Lopilato) escribiendo un manifiesto estético nunca tan coherente consigo mismo: exuberancia, bulla y estridencia. Las tres cualidades se vieron en todas las tribunas (Feliz Domingo, Showmatch y hasta en la del nuevo Duro de domar de Roberto Pettinato) dando un mismo tono a un año en el que lo primordial no fue invisible a los ojos: el pecado fue pasar desapercibido.
Y por las noches se tiñó de un rojo shocking: abandonó los “como si...” y se fijó en el primer plano del cadáver fresquito en los recorridos del docurreality Forenses de Canal 9 sobre autopsias policiales, en la curación de heridas sangrantes (E24), y entregó el clímax de la mejor ficción del año (el unitario Mujeres asesinas, del 13) a la puñalada. Las chicas se vengaron usando el utensilio de cocina, ex amas de casa engañadas o esposas celosas que –como justicia poética– los/las rebanaban con saña. Si Criminal (con Diego Peretti, en Canal 9) se centró en el crimen para contar una fábula moral (sobre lo que les pasa a los tentados que salen a matar/vengar, con la ficción como su correctivo ejemplar), Mujeres... alteró los modos trillados de narrar: contó un policial sin intriga que anticipó el final sin perder suspense y centró su punto de vista en el delincuente transgrediendo la argumentación detectivesco/policial.
Humor, payasos e informalidad
En lo que puede considerarse como el único beneficio de la despiadada lucha por el rating, la TV del 2005 reinventó un segmento que durante años había sido descuidado por la industria: el de las mañanas televisivas. Una vez que los canales lograron que el promedio del rating se mida únicamente de 12 a 24 (ya no de “apertura a cierre”), todas las pantallas se animaron a la franja, en directo desmedro del histórico Desayuno por el 7 y de las radios, que hasta este año eran los únicos acompañantes mediáticos de los madrugadores. Así, en la primera mañana primaron los noticieros (Telenueve al amanecer, Arriba argentinos), mientras que a partir de las 9 la tele eligió a los magazines para acompañar a las amas de casa.
Allí, sin la presión del rating ni la rigidez de estructura alguna, el destacado fue Mañanas informales, el ciclo del 13 que fue encontrando su tono a fuerza de un desparpajo que no evadió los pogos rockeros ni charlas decontracté para atraer a las masas. La ironía de la dupla Jorge Guinzburg-Ernestina Pais, potenciada por el humor grotesco y sarcástico del Payaso Mala Onda, conformaron un mix televisivo inédito, ideal para empezar el día con una sonrisa. De 9 a 12 fue otra propuesta que tuvo su público, pero que nunca terminó de quebrar la típica estructura del género. Distinto fue el caso de Buenos días, Argentina, la híbrida propuesta de Telefé que no supo cómo posicionarse en una franja horaria de joven experimentación, pero a la que seguro ningún canal descuidará de aquí en adelante.
Freaks y cambio de figuritas
Entre tantos programas de humor grueso, el grotesco dejó su huella y generó “valores” que dieron que hablar. Los freaks que interpretaron Erica Rivas, en Casados con hijos, y Griselda Siciliani, en Sin código, demostraron que personajes de composición no se limitan al drama y el teatro. La mariquita naïf de Nicolás Scarpino en Sin código, el desprejuicio de Maju Lozano en RSM y Clase X y la simpatía que se esconde detrás de la delantera de Carla Conte (Feliz Domingo y Call TV) son también dignos de comentar. Un lugar aparte en la TV de 2005 lo ocupó el Bicho Gómez, el actor que detrás del maquillaje del Payaso Mala Onda logró hacer reír a carcajadas, sin otra herramienta que la espontaneidad.
Más cerca de la causalidad que de la casualidad (¿o, acaso, el año que se va deja evidencias concretas de que la calidad televisiva nacional va en franca recuperación?), lo cierto es que el cambio de figuritas fue el tema nacional por excelencia. El pase de Marcelo Tinelli al 9 (donde con muy poco volvió a mostrar que es el hombre con mayor capacidad para generar rating de la TV argentina), su posterior llegada al 13 para el 2006, el salto “obligado” de Mario Pergolini a Telefé, la sorpresiva llegada de Nicolás Repetto al 9, el arribo de Roberto Pettinato al 13 y la danza de actores, productores y conductores que coquetean con uno y otro canal fue lo único que sacó la modorra a una TV que parecería detenerse en la cáscara de un negocio millonario. Claro síntoma de un año televisivo desabrido para el televidente. Uno más... ¿Y van?