Martes, 7 de julio de 2009 | Hoy
LA MEMORIA DEL TANGO EN VíAS DE RECUPERACIóN
La Asociación TangoVía recuperó cien mil discos “perdidos” de la historia del tango y va por su digitalización masiva. Ignacio Varchausky, director artístico del proyecto, cuenta el proceso, que requiere de la concientización del Estado y la sociedad.
Por Cristian Vitale
Un mundo de rarezas. Aníbal Troilo, que fue al bandoneón lo que Maradona al fútbol, cantando tangos en la casa de una amiga –en Montevideo– con Roberto Grela en guitarra; Alfredo Gobbi, más o menos lo mismo pero en violín, grabando standards del género solo y con un piano; Astor Pia-zzolla, caro nexo entre los dos, un día de 1960 contando su travesía en Estados Unidos por Canal 9. “El programa se llamó Welcome Mister Piazzolla y es muy gracioso, porque Astor actúa y cuenta, a través de una serie de sketchs, cómo había sido su experiencia. Y además toca como los dioses”, refresca Ignacio Varchausky, primer motor de una Asociación sin fines de lucro –TangoVía–, cuyo fin es recuperar y preservar el patrimonio cultural del tango en forma integral, temática y cronológica. Nada menos. “El proyecto pretende terminar con cien años de olvido y garantizar que exista para nosotros y las próximas generaciones, una copia en alta seguridad en un formato imperecedero como el digital, toda esa rica historia. En la era digital, si no somos capaces de garantizar una copia de este material, es porque somos unos necios”, sigue el contrabajista, fundador de la Orquesta El Arranque.
Hasta hoy, luego de un testarudo trabajo día a día, TangoVía no sólo logró rastrear ese mundo de rarezas para melómanos sino también encontrar, reconstruir y digitalizar las discografías completas de Horacio Salgán, Ignacio Corsini, Libertad Lamarque, Carlos Di Sarli o el mismo Piazzolla y registrar, además, casi 120 temas jamás publicados del gran Pichuco. Un camino que recién empieza si se tiene en cuenta que se llevan digitalizadas seis mil de las cien mil grabaciones de tango realizadas entre 1902 y 1995, de las que sólo un 20 por ciento están disponibles en CD. “Si hacemos la cuenta, nos faltan digitalizar 94 mil temas. En tres años ya hicimos lo más difícil –ubicar y recuperar el material–, ahora el gran desafío es digitalizarlas, un proceso que nos llevaría unos cuatro o cinco años. Fue un trabajo arqueológico”, indica el músico-productor.
El cálculo a ojo es que semejante proceso de digitalización puede llegar a costar casi un millón de dólares, que para el director artístico de la asociación, es mucho y nada a la vez. “Es cierto que puede parecer una enormidad para una institución como la nuestra, que no persigue fines de lucro, pero cuando pensamos en la historia del tango completa, se torna poco, ¿no? Cualquier país serio estaría apoyando algo así. Al menos, queremos que la sociedad, las empresas y las instituciones tomen conciencia de esto.” La idea surgió hace quince años, cuando Varchausky presentó un proyecto en el Fondo Nacional de las Artes, que consistía en digitalizar el catálogo completo de Corsini, de cuya prolífica producción –650 temas– sólo había disponibles cien. La iniciativa no prosperó. Años más tarde, y a través de TangoVía, un grupo nutrido de artistas, investigadores, productores e instituciones culturales se le unió para abarcar toda la historia del tango, Corsini incluido, por supuesto. “Lo de Ignacio lo terminé haciendo yo con herramientas muy rudimentarias. Después, con otra gente, nos propusimos extender la mirada sobre lo urgente que es generar una copia de seguridad en un formato digital de altísima definición de la historia del tango en el disco”, redunda.
El trabajo fue arduo y duró tres años. Varchausky y equipo rastrearon el grueso del material que estaba en manos de coleccionistas “de todas las latitudes” y dieron con buena parte de las piezas perdidas. Un día a día intenso. “Había que pensar en hacer algo urgente. Es usual que los coleccionistas se vayan desprendiendo del material, que lo vendan, lo regalen o simplemente se mueran. Y esas colecciones, cuando no se dispersan en manos de varios coleccionistas, muchas veces terminan en la basura. Y, digamos la verdad, es verdaderamente un crimen que los discos de la historia del tango terminen en un volquete. Nosotros pensamos el proyecto como algo que trasciende al género, es un rescate del patrimonio argentino y es vergonzoso que no se haya hecho antes.” Además de los discos –de pasta, de vinilo y en todas sus revoluciones– los rastreadores de tesoros también dieron con un preciado material subyacente: revistas, diarios, partituras, grabaciones radiales y televisivas, fotos o pruebas caseras, y clasificaron todo en un archivo digital, una base de datos a la que investigadores y aficionados podrán acceder vía Internet (www.tangovia.org), membresía mediante. Los archivos están clasificados por intérprete –la música y sus circunstancias–, pero también se podrá buscar por artista, época, arreglador, etcétera. Y en breve se creará un portal on line para consultas a distancia.
A lo que la Asociación apunta ahora, entonces, no es a ubicar el material –tarea casi concluida– sino a preservarlo. Es decir, digitalizar las 94 mil grabaciones que aún están en su soporte original, muchas de ellas en pésimo estado. “No se trata de poner un disco de pasta en una bandeja cualquiera y pasarlo a la compu, sino hacer una copia de alta calidad, siguiendo estándares internacionales”, se esperanza Varchausky. La metodología, siempre hablando de material analógico, es distinta para cada caso. Por ejemplo, mientras los discos de vinilo se limpian con alcohol, los de pasta sólo pueden ser lavados con una mezcla de agua y jabón, mejorados con una máquina limpiadora profesional que recomienda la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos y luego convertidos a audio profesional para lograr el fin último: una copia segura y fiel del original. “Sabemos que al menos tres mil de las grabaciones que figuran en los catálogos de las grabadoras y muchas más miles de horas de programas radiales y televisivos ya no existen en ningún formato y se han perdido para siempre, de ahí la urgencia de rescatar nuestra memoria”, concluye.
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