EL LIBRO DE ENTREVISTAS DE NICANOR LORETI
En Cult People, el periodista y guionista compiló 16 entrevistas con esa clase de personajes que el mainstream suele ningunear.
› Por Facundo García
¿Son exitosos los artistas “de culto”? Depende del cristal con que se los mire. Los más afortunados logran colgarse de la fama, o algo que se le parece. Es el caso de George “Zombi” Romero, Wes “Freddy” Craven y, sobre todo, David “Accidente Sexual” Carradine. También están los que se las rebuscan en rodajes de magro presupuesto, en personajes secundarios o encarnando a villanos malísimos en películas aún más malas. Como sea, todos comparten la capacidad de despertar pasión en ese público que no se conforma con las figuritas que promociona la industria, y la vigencia de esos bichos raros demuestra que la selva del espectáculo aún deja espacio para que sobreviva un puñado de actores, directores y productores que vale la pena conocer. Por eso es que Cult People –el libro de entrevistas que escribió Nicanor Loreti, publicado por FAN Ediciones– tiene doble mérito: por un lado, haberles seguido la huella a personalidades escurridizas y muchas veces ninguneadas; por otro, colocar en primer plano un anecdotario que ilumina con ironía las zonas ocultas del Séptimo Arte.
Como en una versión periodística de Kill Bill, Loreti fue cumpliendo de a poco el sueño de encontrarse mano a mano con distintos referentes clase B y/o bizarros. En las dieciséis charlas que compiló, las escenas tragicómicas crecen y se ramifican, abonadas por dibujos de Gustavo Sala. Aparecen seres como Cynthia Rothrock, que reparte patadas en el superpoblado mundo de los lanzamientos en DVD y describe al detalle la situación de quienes pelean en la segunda división de la fama. “Hay un montón de diferencias entre trabajar en una película de Hong Kong y una norteamericana”, reveló en un tramo de la nota. “Para empezar, en EE.UU. siempre tenés un guión y sabés lo que está pasando en el set.”
A su vez está la voz de los que empujan para que el cine amplíe sus perspectivas, sin preocuparse demasiado por la plata que eso les cueste. El productor Anthony Taylor, por ejemplo, se permitió recordar a Incubus (Leslie Stevens, 1965), una pieza que no sólo incluía una trama desquiciada de satanismo y monjes malditos, sino que estaba hablada en esperanto, una lengua que pretendía convertirse en idioma universal y resultó un fracaso. “Cuando ideamos ese proyecto –le confesó Taylor a Loreti–, tenía mi propia compañía y era miembro de varias firmas. Entonces vendí mi membresía y usé mi propio dinero. Sí, es la peor idea que se le puede ocurrir a un productor, pero tenía fe en el film.”
¿Qué impulsó al autor a charlar con esa caterva de empresarios en problemas y actores considerados de medio pelo? “Es que el pibe es un enfermo”, rumorean los que lo conocen. A sus treinta, Loreti asume que su fiebre por las cintas de dudosa reputación dejó de ser un berretín adolescente y reconoce que las noches enteras viendo aventuras de Chuck Norris o engendros del horror italiano lo ayudaron a completar el mapa de un universo de apellidos y citas en el que ahora navega con gusto. “Sinceramente, Sábados de Súper Acción fue una academia. Con el video el asunto se hizo más serio. Me alquilaba cuatro VHS y después de los títulos seguía pensando en cada una de las historias. Ver tantas pelis termina siendo como vivir en una, de manera que cuando empecé a trabajar en la revista La Cosa fue cuestión de tiempo que me pusiera a buscar a aquellos que había admirado desde que tengo memoria.”
–Es complicado clasificar a los entrevistados de Cult People. No son “ganadores” típicos, pero tampoco parece que les haya ido tan mal...
–Son marginales. Los franceses hacen de eso una fortaleza. Podría decirse que han encontrado cierto equilibrio. En otros países –y especialmente en Estados Unidos– lo que tenés son solitarios que viven relativamente fuera del mainstream, como Herschell Gordon Lewis, Darío Argento y Romero. Ellos mantuvieron un arte propio, por eso les cuesta filmar. De hecho, no hace mucho Romero se vio obligado a hacer una remake para financiar los laburos que realmente le interesaban. Y eso que hizo La noche de los muertos vivos y tantos otros clásicos. Es insólito.
–En la lista hay varios que deben transmitir una energía muy particular. ¿Quién lo impactó más en ese sentido?
–Me pegó mucho conocer a Billy Drago, el que hizo de malo en Los Intocables, de Brian De Palma (nota del R.: ahí Drago se puso en la piel de Frank Nitti, el maldito que saca de quicio a Kevin Costner diciéndole que su mejor amigo “murió gritando como un cerdo irlandés”). Yo seguía a Billy porque solía encarnar villanos tremendos, de esos que se regodean en la maldad. Se veía de lejos que el chabón era grosso. Entonces descubrí por la web que su esposa tenía una academia de teatro y me contacté. El loco me contó toda su vida con una onda excelente, y hasta el día de hoy nos comunicamos por carta. Es fascinante, porque amén de ser súper talentoso, el hecho de hacer de malo le permitió obtener una visión muy original de las grandes estrellas, tanto dentro como fuera de los estudios.
En la actualidad Loreti hace crítica y guiones. Rememora su paso por la Universidad del Cine como un episodio lejano, ya que su formación fue autodidacta: “Creo que hay mucho elitismo en la enseñanza del cine. Las pelis de culto te liberan de eso”, dispara. Tras vender algunas ideas que ya circulan en el mercado del DVD estadounidense, el entrevistado está produciendo un policial. “Y bueno, me fui construyendo una vida decente”, resume, con el tono entre duro y chistoso que usan los héroes que pululan en las trasnoches de los canales de cable.
* Cult People se presentará el martes 18 de agosto a las 19, con el humorista Gustavo Sala como invitado, en el Auditorio J. L. Borges de la Biblioteca Nacional (Agüero 2502). Entrada libre.
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