EL PROYECTO MUNDO ALAS EN EL ESPACIO CULTURAL NUESTROS HIJOS
Las excusas eran la presentación del disco de Carina Spina y de Cuento con alas, el libro de Patricia Knopf y Silvina Mansilla que retrata la historia de los artistas convocados por León Gieco. Pero todo derivó en una rotunda celebración de la vida.
› Por Karina Micheletto
La escena transcurre en lo que alguna vez fueron aulas para instruir a cadetes de marina, en lo que alguna vez fue la ESMA, en lo que alguna vez fue territorio del horror. En lo que hoy es un espacio cultural sostenido por gente en su mayoría joven, a la que se le nota la alegría en el trabajo. No hay voluntad museística en la forma en que se plantea este espacio, y eso es, quizá, lo que más impresiona al traspasar las rejas de Avenida del Libertador. Se siente vivo el presente, no el pasado; el pasado ha sido transformado, pero sus marcas permanecen visibles. Hasta aquí llega un nutrido grupo que enseguida transforma el lugar en una suerte de bulliciosa estudiantina. Son los miembros de Mundo Alas, que parecen haber encontrado en León Gieco un coordinador de viaje dispuesto a sumarse a la farra, pero también a pedir silencio cuando es necesario.
El martes pasado, en el Espacio Cultural Nuestros Hijos, dos nuevos capítulos del proyecto Mundo Alas tuvieron su presentación en sociedad: el libro Cuento con alas, que recoge los testimonios de vida de los artistas de Mundo Alas, y el flamante disco de la cantante Carina Spina, Pasos en el tiempo. La presentación estuvo llena de risas y de música, y allí estuvieron Gieco, Spina y muchos de los artistas comprometidos en el proyecto: Pancho Chévez, Maximiliano Lemos, Alejandro Davio, Carlos Mello, Carlos Sosa, Antonella Semaán, Raúl Romero, los bailarines de la compañía AMAR tango danza, entre otros. Faltó el bailarín Demián Frontera: estaba ensayando para el reestreno del espectáculo En ruedas del amor, que presenta los domingos en el Teatro Club del Bufón del Abasto, según se encargó de anunciar su mamá, Susana.
Hubo más invitados: Silvina Chediek, que puso la voz a la versión parlante de Cuento con alas; las musicoterapeutas Patricia Knopf y Silvina Mansilla, autoras del libro; Teresa Parodi, directora del ECuNHi; Luis Gurevich, quien participó del disco de Spina y del libro parlante; Oski Amante, que grabó la música de la película Mundo Alas; María José Lubertino, titular del Inadi (el organismo auspició la edición en braille y parlante del libro); Fernando Molnar y Sebastián Schindel, los directores de la película junto con Gieco, familiares, amigos. Más tarde, Hebe de Bonafini y varias madres de la Asociación Madres de Plaza de Mayo siguieron desde las primeras filas la presentación del disco y el libro, y la posterior proyección de la película, en un auditorio colmado que, como todo en el ECuNHi, muestra marcas de un pasado maravillosamente modificado: aquí mismo, explica Teresa Parodi, funcionaba un astillero donde se reparaban barcos, y los gruesos ganchos y cadenas todavía cuelgan de los techos.
A la hora de la música, Spina mostró un par de temas de su CD, donde hay lugar para canciones de Silvio Rodríguez, Isabel Parra, Teresa Parodi y, claro, León Gieco. Su voz es clara, afinada, capaz de dotar de un nuevo color a un tema popular como “En la frontera”, de Parra. Cantaron y tocaron también Pancho Chévez, Alejandro Davio, Maximiliano Lemos, bailaron los chicos de la compañía AMAR, se supo que el tema “Milonguita” fue compuesto por Gieco para la mismísima Milonguita presente, según el apodo que le puso la maestra de jardín a una de las bailarinas.
Los integrantes de Mundo Alas son artistas con diferentes discapacidades: algunos son ciegos, o con síndrome de Down, o en silla de ruedas, cargan secuelas de parálisis cerebral o de hidrocefalia, otros no tienen brazos, otros no tienen brazos ni piernas. Discapacidades que, como definen las autoras del libro en la opinión que acompaña a esta nota (ver aparte), imponen la marca de la diferencia en un mundo que excluye lo diferente. Para poder mostrar cuán buenos artistas son, todos ellos tuvieron que vencer sus marcas. El libro Cuento con alas cuenta la forma en que lo hicieron.
Al menos dos reflexiones despierta la lectura del libro, el recorrido por las intensas historias de vida de estos artistas. La primera, sobre el poder transformador de la música, inmenso, seguramente aún desconocido dentro de las fronteras de lo que conocemos como ciencia. Cualquiera que haya visto la forma en que reacciona un niño muy pequeño ante la música, sabe que en el ritmo y la melodía hay algo misterioso, anterior a la cultura; una conexión directa con algo del más profundo orden de lo humano. La segunda, sobre el poder transformador del ser humano, inconmensurable. El filósofo Cornelius Castoriadis habla de “la todopotencia del hombre”, y no se trata de receta de libro de autoayuda: el hombre puede todo lo que quiere; y lo quiere todo. Algunos lo olvidan en la batalla cotidiana que es la vida. Los artistas de Mundo Alas lo quieren todo.
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