Jueves, 3 de septiembre de 2009 | Hoy
OPINIóN
Por Fernando Birri
Lo que ustedes van a ver, más que un film, es su fantasma. Porque cuando llegaron los terribles años de la dictadura argentina, así como desaparecieron personas, desaparecieron libros y películas. Y de La verdadera historia de la primera fundación de Buenos Aires no había podido hacer copias cuando la terminamos, cosa que generalmente hacía, ni mandar el duplicado en negativo fuera de la Argentina, que es la razón por la cual se pueden seguir viendo. Pero en ese caso no habíamos podido hacerlo, entre otras cosas por motivos económicos. Por lo tanto, había sólo dos copias, que se pasaron mucho porque la película tuvo un premio famoso en la Argentina en su momento, el Premio Nacional de las Artes. Entonces se vio mucho y las copias quedaron como papel picado. Habíamos conseguido hacer una copia en blanco y negro, pero que prácticamente no es ni una tercera parte de la película, que además fue hecha en colores. El cuadro de Oski que filmé era en colores, así que, personalmente, no quería ni ver esa copia. Pero sabía que había quedado una copia más en la Argentina.
Cuando volví, después del segundo exilio, en 1985, busqué la copia, que había quedado en casa de mi hermana Mirta. Faltaba el tercer rollo, con lo cual consideré que la película estaba prácticamente desaparecida, como los libros y las personas. Pero hablé con León Ferrari y le pregunté si podía ir a ver en su vieja casa, a la que él no había vuelto. Durante la dictadura se la habían destrozado y él se había ido a Brasil. “Si querés, acá están las llaves, yo no voy”, me contestó. Fui con su hermano menor, abrimos la puerta de la casa, y estaba como la habían dejado esos canallas: los vidrios rotos, cortinas por el suelo, papeles, vidrios... De pronto vi en el suelo una lata de película. Era el tercer rollo. Increíblemente, la película estaba intacta.
La copia completa casi no se había pasado. Me la llevé a Italia y busqué la manera de reproducirla, pero es muy difícil, cuesta mucho, de manera que la película durmió casi quince años en que los que no quise pasarla, esperando que se pudiera hacer una operación de rescate. Hasta que entró lo formidable de la era contemporánea en ese aspecto: se hizo una copia digital, se le volvió a dar el color, se le limpió el sonido. Parecerá una exageración, pero es mejor la copia que la original. El mito de los originales, en este caso, no se sostiene. Por eso digo que es como un fantasma: casi medio siglo después, una película que se creía desaparecida vuelve a aparecer, vuelve a poder ser vista y escuchada.
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