Lunes, 28 de septiembre de 2009 | Hoy
EL DESPIDO DE UN EJECUTIVO CLAVE PONE EN RIESGO PIRATAS DEL CARIBE 4
Dick Cook ayudó a generar películas tan importantes para el estudio como El rey León y Toy Story. Cuando se enteró de su partida, Johnny Depp anunció que está reconsiderando su compromiso con la taquillera saga de piratas.
Por Guy Adams *
Cuando se dirigió al público de la primera convención de fans de Disney de la historia este mismo mes, a Dick Cook se lo pudo perdonar por regodearse en el cálido brillo de ser el patrón de todo lo que contemplaba. El gerente de Walt Disney Studios, de 59 años, hizo lo que mejor le sale: ponerse compinche como Johnny Depp, Nicolas Cage y Miley Cyrus para declarar públicamente lealtad con la franquicia con más historia en el cine. Hoy, mientras se sienta en su casa meditando su abandono del cargo, se le puede perdonar por preguntarse si está a punto de despertarse de la clase de pesadillas de las que están repletos los guiones de Hollywood.
El viernes pasado, Cook reunió a cerca de 90 de los más antiguos ejecutivos en el cuartel de Burbank y abruptamente anunció que se iba después de siete años en el más alto cargo del estudio. Después de ayudar, en varios momentos de su carrera en Disney, a generar varias de las vacas más gordas del cine, incluidas Toy Story y Piratas del Caribe, Cook sentía que su posición se había vuelto insostenible. Desacuerdos de larga data con el CEO de Disney, Bob Iger, lo habían dejado sintiéndose como “una clavija cuadrada en un agujero redondo”.
La noticia, entregada en un discurso emocional durante la merienda, tuvo todas las marcas registradas de un clásico golpe de Estado de la industria cinematográfica. Turbia, inesperada, y con el anuncio de un cambio radical para el más famoso de los “seis grandes” estudios de Hollywood, su partida hizo que los Blackberries zumbaran por las colinas de Los Angeles. Para preocupación de los accionistas y la audiencia cinematográfica, también deja incertidumbre pendiendo sobre algunos de los más esperados y lucrativos proyectos a futuro de Disney.
Aunque relativamente desconocido fuera de los círculos profesionales, Cook fue uno de los más efectivos corredores de Bolsa del cine. Su relación personal muy cercana con directores estelares como Jerry Bruckheimer y Tim Burton, como también con toda una generación de actores de primera línea, acercó un grupo de talentos sin par a lo que a él le gustaba llamar “la familia Disney”. El impacto de su partida quedó claro en la reacción de Johnny Depp, quien decidió llamar por teléfono a Los Angeles Times en mitad de la noche desde Londres para informar que estaba “impactado y muy triste” por lo que le había sucedido “al tipo más dulce que existe”. El actor dijo que ahora está reconsiderando su compromiso con la cuarta película de Piratas del Caribe, lo que amenaza a la pieza central –de mil millones de dólares– de los planes de Disney para los próximos dos años. “Hay una fisura, una grieta en mi entusiasmo en este momento. La película nació en la oficina de Dick”, aseguró Depp.
Las preocupaciones del actor se repiten dentro del mundo de las celebridades y entre los miles de empleados de Disney que habían llegado a apreciar a Cook –el genial, levemente excéntrico y sencillo director del Estudio quien, a pesar de su estatus elevado, todavía estaba listo para usar corbatas de Mickey Mouse– como uno de los suyos. Oficialmente, su repentina partida –tras casi cuatro décadas ascendiendo a través de las jerarquías de la compañía, habiendo empezado como operador del monorrail en Disneylandia– está envuelta en misterio. En una declaración que anunciaba su salida, solamente dijo: “Es el momento adecuado para buscar nuevas aventuras... y en las palabras de uno de mis héroes del béisbol, Yogi Berra: ‘Si llegás a una bifurcación en el camino, tomala’”. Sin embargo, extraoficialmente se sabe que tiene que ver con el choque de personalidades con Bob Iger, un personaje más cerebral y probablemente más corporativo, que empezó como pronosticador del clima por TV antes de escalar a través de las jerarquías de la cadena ABC, y que fue incorporado al timón del vasto grupo Walt Disney en 2005.
Mientras que Cook es un empresario a la vieja escuela, criado en la cultura Disney, Iger es un extraño que parece convencido de que la firma necesita pasar por un realineamiento creativo muy fuerte para mantener alguna apariencia de dominio en un mercado juvenil fragmentado. Mientras que a Cook le gusta jugar con las cartas cerca de su pecho, haciendo películas en un secreto casi total antes de darlas a conocer con toda pompa, Iger cree en un enfoque de “equipo Disney” en el que todas las divisiones de la compañía –desde los parques temáticos hasta sus canales de televisión y sus negocios de merchandising– trabajen junto al estudio.
Iger fue responsable de muchos de los recientes movimientos agresivos de Disney. Este año, él negoció un misterioso acuerdo de distribución con la empresa Dreamworks, de Steven Spielberg, que le arrebató a su rival Universal, y la adquisición multimillonaria de la compañía de comics Marvel. Aparentemente, Cook fue sorprendido por esas adquisiciones. Y fue más avergonzado en mayo, cuando Iger declaró públicamente su preocupación acerca del funcionamiento de algunas películas recientes de Disney, como la decepcionante Confessions of a Shopaholic. Cuando habló con analistas financieros, culpó a Cook por el 97 por ciento de caída del ingreso que hizo que el estudio declarara una pérdida por primera vez en cuatro años. “Tiene que ver con la elección de las películas y la ejecución de las que fueron elegidas para ser producidas”, dijo. “Fue un año difícil... no es problema del mercado, es algo interno.”
Los principales candidatos a suceder a Cook incluyen al fundador de Pixar John Lasseter y al socio de Spielberg, Stacey Snider. De todos modos, hay un problema con cualquiera de esos dos nombramientos: como casi cualquiera que haya hecho negocios con Disney, ambos se cuentan a sí mismos entre los amigos leales al hombre al que quizás ahora les pidan que reemplacen.
* The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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