PESE A ALGUNAS PROTESTAS, LEONARD COHEN BRILLó EN TEL AVIV
El maestro canadiense reunió a más de 45 mil personas en un concierto destinado a abogar por la reconciliación, la tolerancia y la paz. Planeaba otro en Ramallah, también a beneficio, pero debió suspenderlo por la acción de grupos de boicot.
› Por Donald Macintyre *
Se trató de un Leonard Cohen a la antigua. “No sabemos cuándo caminaremos nuevamente por aquí”, le dijo al público que agotó las entradas del estadio de fútbol Ramat Gan. “Pero les prometemos que daremos todo lo que tenemos esta noche.” Y lo hizo. Enseguida se disipó cualquier preocupación que pudieran tener los fans después de que el cantante, compositor y poeta canadiense, de 75 años, se desmayara mientras cantaba “Bird on the Wire” en Valencia, España, hace diez días (aparentemente por haber ingerido comida en mal estado). Risas incrédulas salieron desde la multitud hacia esos versos familiares de “Chelsea Hotel”, la seductora elegía a su affaire de fines de los ’60 con Janis Joplin: “Me dijiste otra vez que preferías hombres apuestos/ pero que por mí harías una excepción”. Y ciertamente el maestro, de tradicional traje y sombrero fedora, se veía y sonaba excelente en la noche de septiembre todavía cálida de Tel Aviv, en lo que fue su primer concierto en Israel después de más de veinticinco años.
Literalmente, él salió bailando del escenario antes de cada uno de los tres bises, uno de los cuales encantó a la embelesada multitud a pararse en un excitado canto colectivo, con miles de manos moviendo sus palitos verdes brillantes al compás de “So Long Marianne”. El, con su voz de bajo barítono, estuvo en su pico, desde una gloriosamente funky “I’m Your Man” hasta la oscura y misteriosa “Famous Blue Raincoat”. Y, por supuesto, “Hallelujah”, que sirvió como recordatorio de que ninguna de las numerosas versiones son tan buenas como la de Cohen. Pero, tratándose de Israel, el contexto político no puede ser ignorado. El cantante, judío como la vasta mayoría de su público, había anunciado su show del jueves pasado como “Un concierto por la Reconciliación, la Tolerancia y la Paz”. Y no se trataba del usual lugar común vacuo, porque él se comprometió a donar las ganancias –estimadas entre 1,5 y 2 millones de dólares– a una nueva fundación de la que participa, para promover proyectos de coexistencia. Uno de éstos es el Círculo Paterno/Forum de Familias, una organización única de desconsolados israelíes y palestinos que perdieron a sus familiares cercanos en el conflicto y que se reúnen regularmente para compartir sus dolorosas experiencias por la división.
A la luz de las protestas por que hiciera un show en Tel Aviv de los que proponen un boicot cultural a Israel, Cohen tenía planeado un concierto similar en la ciudad de Ramallah, con las ganancias destinadas a grupos de apoyo a prisioneros palestinos. Pero ese show fue impedido por quienes llevan adelante campañas de boicot –incluidos, según su manager norteamericano Robert B Kory, varios “académicos” británicos–, que argumentan que conciertos como éste y el de Paul McCartney el año pasado validan a Israel como un “país normal”, mientras pisotea los derechos de los palestinos.
La Campaña Palestina para el Boicot Cultural y Académico a Israel (Pacbi) dijo que esos intentos de “balance” no sólo “igualan inmoralmente al opresor con el oprimido (sino) que son actos conscientes de complicidad con las violaciones de leyes internacionales y derechos humanos de parte de Israel”. La campaña ha tenido nuevos bríos por la ofensiva de Israel durante el último invierno boreal en Gaza, que dejó más de 1300 palestinos muertos. Pero el Círculo de Padres permaneció inmutable. En la recepción anterior al concierto, el escritor y defensor de la paz David Grossman dijo: “Parece muy fácil creer que la guerra es la única posibilidad y que los israelíes y los palestinos continuarán matándose unos a otros”. Pero Grossman, cuyo hijo –que era comandante de un tanque– murió durante el último fin de semana de la guerra del Líbano en 2006, agregó: “Pero todos los que nos reunimos esta noche sabemos lo que les infligimos a los demás y el precio que hemos pagado. Leonard Cohen, a través de su arte, indica que él entiende este sufrimiento”.
Otro de los 47 mil asistentes al concierto fue Ali Abu Awwad, un palestino de 37 años que fue encarcelado durante cuatro años debido a su participación en la primera Intifada y cuyo hermano Yusef fue baleado y muerto en el comienzo de la segunda. Desde entonces, Awwad ha viajado a mezquitas y sinagogas de Europa y Estados Unidos en nombre del Círculo de Padres junto a Robi Damelin, una israelí de 65 años que se quejó de que la ocupación está “matando la fibra moral de Israel” y cuyo hijo David fue asesinado por un francotirador palestino mientras servía en el ejército en 2002.
“No es nuestro destino seguir muriendo”, dijo Awwad. “No puedo boicotear a un gran corazón como Leonard Cohen. Fui encarcelado durante cuatro años, mi madre también. Perdí a mi hermano. Estoy orgulloso de que Leonard Cohen nos apoye.” Para el Pacbi, “aquellos interesados sinceramente en defender los derechos palestinos (...) no deberían tocar en Israel y punto”. Pero para Cohen, la reconciliación a nivel local, aunque modesta en su alcance, se refleja en los versos de “Anthem”, la canción que cantó apropiadamente después de hacerle propaganda al trabajo del Círculo de Padres desde el escenario: “Hay una grieta, una grieta en todo/ y así es como entra la luz”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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