Martes, 21 de febrero de 2006 | Hoy
ENTREVISTA A MAURICIO WAINROT
Para el director del Ballet del San Martín, debería haber más proyección al exterior.
Una vez más, como todos los años, el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín se prepara para abrir la temporada, pero, esta vez, con dos características excepcionales. En primer lugar, la fecha de inicio del primer programa, este sábado, se anticipa a la de otros años (a fines de marzo) con el fin de que el Ballet “esté más presente durante el verano, época en que viene mucha gente de afuera, y además para tener la posibilidad de hacer más funciones que las que hacemos siempre”, según explica su director, Mauricio Wainrot, en diálogo con Página/12. En segundo lugar, el Teatro San Martín dedicará el programa a la memoria del bailarín y maestro Freddy Romero, fallecido el mes pasado, que brindó 37 años de su vida a la institución.
La cita será a las 17 en el Teatro Alvear (Corrientes 1659), donde se realizará gran parte de la temporada, ya que el Teatro San Martín se encuentra en refacciones, y el programa inicial incluirá dos reposiciones, Bésame, de Ana María Stekelman, y Cuatro estaciones de Buenos Aires, del mismo Wainrot, más una nueva versión de 4 Janis for Joplin, también de este último, cuyas funciones continuarán todos los martes a las 21 y los sábados y domingos a las 17. “Pensé en hacer un programa que fuera entretenido –cuenta el director–, con obras que no se vieran afectadas al pasar de la sala Martín Coronado al escenario del Teatro Alvear, que es más chico.” E inmediatamente acota: “El Alvear tiene también su magia, es más íntimo y el espectador está muy cerca de los bailarines, lo cual me gusta porque la gente va a ver más el alma de los artistas que su trabajo físico”.
Cuatro estaciones..., con música de Astor Piazzolla, presentado el año pasado en el Luna Park con la interpretación de Paloma Herrera, es un homenaje a Buenos Aires que formó parte de Las ocho estaciones (estrenada en 2002), que combinaba Las cuatro estaciones del músico argentino con las de Vivaldi. “Al público le encanta la obra de Piazzolla y no es que estoy haciendo concesiones, sino que la incorporo porque tiene que ver con nuestro acervo, nuestra raíz, con lo que somos nosotros”, explica Wainrot. 4 Janis... fue compuesta en 1989 para Les Ballets Jazz de Montreal en Canadá y estrenada en Argentina en 1990 por el Ballet Contemporáneo del TSM. “A la gente le había gustado mucho, pero yo no me había quedado contento con esa versión –dice el coreógrafo– y me pareció que tenía que darme una chance de ver la obra como debía estar; y ahora lo está.” La coreografía dedicada a la cantante que murió en el ’70 recogerá no sólo la música sino también el espíritu de Joplin, confrontando las cuatro diferentes “Janis” correspondientes a los distintos momentos de la vida de la artista. Por último, la composición de Stekelman –preparada en 2004 para la compañía del TSM– retoma diversas versiones del bolero de Consuelo Velázquez Bésame mucho, con un lenguaje estrictamente contemporáneo –a pedido del propio Wainrot–, lejos de los cruces con el tango que caracterizaron sus creaciones durante los últimos tiempos.
Esto será sólo el comienzo de una temporada con cuatro programas de danza interpretados por una de las mejores compañías del país, que buscará superarse a sí misma y renovarse, invitando a los coreógrafos más diversos, desde Carlos Trunsky y Alejandro Cervera hasta Carlos Casella, del controvertido grupo de danza-teatro El Descueve, que por primera vez trabajará junto a la compañía. Si de preparar bailarines se trata, Wainrot se posiciona como un experto: tiene en su trayectoria el haber trabajado con 44 compañías, haber montado más de 150 obras y se considera responsable del alto nivel técnico que el ballet ha adquirido en los últimos siete años, al cual prepara con los más diversos maestros para que pueda afrontar cualquier desafío coreográfico. “Hay gente que piensa que los bailarines crecen de repente, como hongos, y que mis decisiones artísticas no tienen nada que ver con su crecimiento personal”, explica el director. “A ellos les cuento que los bailarines tienen el nivel que tienen, no sólo por su gran talento sino también por mis decisiones. Los maestros, los coreógrafos y los programas que elijo son fundamentales para el crecimiento de todos, el suyo y el mío también.”
–¿Cuál es la marca que cree haber estampado durante estos años?
–Hace diez años esta compañía no tenía nada que ver con lo que es ahora. Yo me hice cargo de ella en 1999 y el cambio se ve en la cantidad de gente que viene a ver los espectáculos, el público que nos sigue y el tipo de obras que se montan. Antes se hacían obras de acuerdo con la capacidad de los bailarines y ahora es al revés: yo tengo bailarines que pueden hacer las obras que quiero. Al igual que un pianista que debe poder tocar muy bien el piano para después hacer lo que quiere, un bailarín debe conocer muy bien lo que tiene que hacer con su cuerpo para después poder saltar por todas las técnicas posibles.
–¿Cómo ve esta compañía con respecto a las extranjeras?
–Esta compañía es excelente. Yo trabajo mucho afuera y tengo una visión de lo que pasa tanto allá como acá. Vengo de montar La consagración de la primavera con el Ballet de Florida, una muy buena compañía, pero que es una sombra de lo que es la nuestra. También trabajé el año pasado en dos grandes compañías francesas, pero la nuestra tiene un nivel muy superior. Lo que nunca hemos logrado, por falta de apoyo, es tener una imagen dentro y fuera de la Argentina, ya que casi no tenemos giras. Todo el mundo sabe que ésta es la mejor compañía del país desde hace mucho tiempo y sin embargo esta compañía no se mueve de acá.
–¿Y eso por qué?
–Porque no hay una decisión política. A esta altura ya no sé si la culpa es del teatro, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad o la de la Nación. Esta compañía es uno de los mejores productos culturales de la Argentina y no se utiliza, no se explota como debería ser explotada. Lo digo con profunda tristeza. Más de una vez estuve a punto de agarrar mi bolso e irme. Pero no lo hago porque estoy profundamente enamorado de mis bailarines, de lo que son, de lo que pueden hacer y de lo que he hecho yo con ellos. Por eso estoy absolutamente aferrado. Este año vamos a ir al teatro Solís del Uruguay a ofrecer 3 funciones, pero esta compañía debería estar haciendo 30 o 40 funciones de gira al año, como hacen compañías de mucha menor envergadura. Otro error es que estamos programados en horarios insignificantes para nuestro nivel: no tenemos funciones los viernes o sábados por la noche. Mi gran queja al teatro y al Gobierno de la Ciudad es que no han hecho suya esta compañía, en el sentido de mostrarla. En el festival internacional del año pasado invitaron a coreógrafos noveles y no al Ballet del San Martín. A mí me pareció un error gravísimo y una falta de respeto hacia la compañía y la institución. También es una especie de insulto que se hagan funciones al aire libre pagadas por el Gobierno de la Ciudad y que no llamen a nuestra compañía que no le cuesta ni un peso. ¡Gobierno de la Ciudad, si quiere hacer funciones al aire libre, el Ballet del San Martín acá está y no cuesta nada!
Informe: Alina Mazzaferro.
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