ENCUENTRO DE CORRESPONSALES
Postales desde un país impredecible
Los corresponsales extranjeros se reunieron en el Recoleta a debatir su oficio e hicieron un resumen de sus problemas comunes: clichés temáticos, prejuicios de editores y tensión entre sus prioridades y las de sus diarios.
Por Julián Gorodischer
La pregunta es: ¿qué ven cuando nos ven? Y los corresponsales extranjeros se reunieron a contestarla. Se juntaron para repensar su oficio y el nuevo lugar de la Argentina en el mundo, siempre ubicados entre la tensión de la agenda impuesta por sus medios (fútbol, gauchos, tango) y los temas por fuera del marco de lo esperable: nuevas expresiones de un país ajeno al cliché. Al enviado europeo le cuesta correrse de la catástrofe para entrar en los diarios; al brasileño le desalientan la nota color y le piden más y más noticia fría. La francesa, que escribe en Le Monde, se queda despierta hasta las cuatro de la mañana por esas cosas de la diferencia horaria con París. A la estadounidense le reclaman más y más noticias sobre “esos fantásticos recursos naturales que hay en la Patagonia”, inspirando el temor tan extendido a la invasión: ¿ahora vienen por el agua? Pero es el escéptico el que confirma lo que se esperaba: “No hay interés real sobre la Argentina”, dice Jurgen Vugt, corresponsal del periódico Nueva Alemania. “La mayoría de los diarios quiere vender: les importa una caída de aviones en Venezuela, el fútbol o el tango.”
Sus inquietudes se escucharon en el seminario de corresponsales extranjeros (el jueves y el viernes, en el Centro Cultural Recoleta), allí donde pusieron el foco en sus dificultades. Para todos, ser corresponsal es un regreso a lo básico, un proceso de desaprendizaje que impone la consigna: devolver a la noticia el background original. Así lo entendió Jurgen Vugt que, ante la consulta de Página/12, reconstruyó su adecuación al territorio. “Hace cuatro meses que estoy en la Argentina: soy free lance y tuve que aprender cómo funciona el sistema político, entender el peronismo, saber cómo se organiza el clientelismo. Un problema es que, en Alemania, les interesa el Presidente y nada más, y yo les ofrezco una entrevista con el intendente de La Matanza, Balestrini, que podría ser uno de los hombres con más poder en la Argentina, pero no le dan lugar: quieren que escriba de tango, de carne y de fútbol: si juegan ustedes, juegan los gauchos.”
En el seminario, organizado por la dirección del libro de la Secretaría de Cultura porteña, se puntearon conflictos típicos de corresponsales. “¿Nuestros problemas?”, se preguntó Rodolfo Compte, del semanario estadounidense El Suplemento. “El Presidente no da conferencias de prensa, hay mucha impuntualidad de los entrevistados, hay frecuentes cancelaciones de políticos y funcionarios. Y en Estados Unidos no entienden cuando uno les dice que una nota se ha cancelado, ¡no lo creen!”
Compte es de la rama de “argentinos para el mundo”, un nativo que mira para afuera y, aparentemente, eso daría ventajas para la pesca de temas. Pero nada de eso. “Mi ventaja por ser argentino es relativa”, dice. “Es más importante para un corresponsal entender qué interesa a un lector de los Estados Unidos que tener mejores relaciones en la Argentina.”
El discurso del corresponsal contemporáneo cambia el estatuto de lo internacional. Su presencia denota el fin de la aventura, la extinción de la crónica entendida como paseo, viaje, excursión tal como se leía en los escritos de los primeros cronistas de Indias (Bernal Díaz del Castillo, Hernán Cortés) o de los ingleses (Humboldt, Darwin) que se deslumbraron ante los paisajes del sur argentino o, por qué no, la de los viajes de Lucio V. Mansilla tierra adentro, cuando la tarea del escritor viajante era marcar una presencia y transmitirla. “El corresponsal actual –reflexiona Carlos Borro, director del Libro– vive montado sobre dos culturas, la del país de origen y el destino: tiene que construir una agenda propia que a su vez discute con su medio.” Rige para ellos menos la figura del movimiento constante que el tironeo entre dos puntos fijos, menos la oscilación que el desmembramiento. ¿Y cómo se ven a sí mismos?
Lo del corresponsal de O Estado de Sao Paulo, Ariel Palacios, es el fin del recorrido in situ que inaugura otra prioridad más ligada al resumen frío de hechos puntuales. “La crónica que se nos pide es factual con algo de analítico, pero no se requiere tanta nota de color”, cuenta Palacios. “El corresponsal alemán o estadounidense podrá hacer más color porque en su país no se conocen los fenómenos de aquí, por eso van a vivir una semana con los cartoneros. Pero en Brasil los tenemos de sobra.” En el ranking de preferencias cotiza alto el fenómeno piquetero, porque contrasta con el de los Sin tierra, certificando que la agenda siempre se construye por contraste. “En Brasil –justifica el corresponsal– no hay conflictos urbanos a la entrada de las ciudades: los que protestan son los campesinos. Además, los turistas brasileños se encontraban con piqueteros cada dos cuadras: ocuparon el lugar de los sindicatos y denotaron el empobrecimiento acelerado del país. En cambio, las fábricas recuperadas tuvieron apenas un interés circunstancial. Si esas fábricas exportaran a Brasil tal vez pegarían un poco más.” ¿Más dificultades? La biografía privada de estos exiliados no parece trivial en este asunto: hombres y mujeres salidos de su marco original, instalados en un presente continuo de incertidumbre. “Yo vivo aquí desde hace muchos años –dice Christine Legrand, de Le Monde–, de aquí son mis hijos. Estoy arraigada, y no creo que vuelva a Francia en el corto plazo. Me gusta el trato con la gente, pero no cierta informalidad y la falta de rigor para combinar citas.”
La corresponsal estadounidense María Elena Miura, del Gong Magazine, define al entorno que le tocó con un eslogan: “Si Kafka viviera aquí, sería un escritor costumbrista”. Se queja de que la dejan plantada o de que no la reciben, proclive a pasar factura en las páginas de su semanario distribuido a tres millones de lectores hispanoparlantes. “Hay interés en saber cómo vivimos y qué hacemos”, sigue. “Les gusta esa Argentina que interesa por ser un polo de oxígeno diferente, donde hay brotes que crecen con mucha fuerza. Todo lo que crece en El Bolsón es una maravilla, y se empieza a exportar a Japón con fuerza.” Parece cierto aquello de que dime qué miras y te diré quién eres. “Los temas prioritarios –dice Carmen de Carlos, del ABC de Madrid– son la relación con el FMI, empresas y tarifas, relaciones bilaterales entre España y Argentina y condonación de deudas...” ¿Si no hay conexión, no se nombra? “También interesa Maradona”, sigue la corresponsal. “Hice la crónica de los hechos, el regreso del hijo pródigo; yo lo he definido como un ídolo de pies de barro que desperdició su vida. Sólo esta vez pude escribir bien de él: ante la recuperación, me saco el sombrero. Pero creo ser más cruda que ustedes en las descripciones, como extranjera no formo parte de la idolatría.”