EL GRAN STEVE BUSCEMI TAMBIéN ES CINEASTA: MAñANA SE ESTRENA INTERVIEW
Además de ser “el” actor por excelencia del cine independiente estadounidense y de no escaparle a los tanques hollywoodenses, este hombre de 53 años y llamativos ojos saltones encontró tiempo para filmar cuatro películas.
› Por Mike Balaban *
Si hubiera que elegir “el” actor por excelencia del cine independiente estadounidense de las últimas décadas, la elección recaería sin duda en Steve Buscemi. Nacido en Brooklyn en diciembre de 1957, este hombre de ojos saltones y dentadura pronunciada estuvo presente en películas de Jim Jarmusch (Mystery Train), Quentin Tarantino (Perros de la calle y Pulp Fiction), Abel Ferrara (El rey de Nueva York), Tom Di Cillo (Viviendo en el olvido) y Alexander Rockwell (In the Soup). Los hermanos Coen recurrieron a él en De paseo a la muerte, Barton Fink, El gran salto, Fargo y El gran Lebowski. Siempre como destacado secundario, Buscemi trabajó también a las órdenes de gente como Robert Altman (Kansas City), John Carpenter (Escape de Los Angeles), Tim Burton (El gran pez), Robert Rodríguez (La balada del pistolero) y Terry Zwigoff (Ghost World). Si se tiene en cuenta que además de todo eso estuvo en películas de las consideradas “industriales”, desde Con Air hasta varias de Adam Sandler (La mejor de mis bodas, Un papá genial, la flamante Son como chicos), pasando por Armageddon y hasta Los Soprano (encarnó a Tony Blundetto en más de una docena de episodios), se comprenderá que pocos actores en actividad pueden exhibir una foja de servicios como la de Mr. Buscemi.
Y entre el trabajo en más de un centenar de películas y series de televisión en un período de poco más de veinte años, ¿es posible que a este descendiente de italoamericanos le quede tiempo para dirigir sus propios films? Sí, es posible. Desde mediados de los ’90, Buscemi lleva hechas cuatro. De ellas, la más reciente es Interview, cuyo estreno local se anuncia para mañana. Minimalista al extremo, Interview consiste en un actor y una actriz llevando a cabo su pas de deux entre cuatro paredes. El propio Buscemi interpreta a un desencantado periodista político, puesto a entrevistar a una estrellita de cine y televisión (la británica Sienna Miller), a la que comenzará despreciando y de la que terminará aprendiendo dos o tres cosas esenciales. Interview es la remake estadounidense de la película homónima dirigida por el realizador holandés Theo Van Gogh, cuyo paradójico destino consistió en saltar a la fama mediática en el momento de su asesinato. En 2004, un fanático musulmán primero lo acuchilló y luego disparó sobre su cuerpo exánime. ¿El motivo? En su película más reciente, Van Gogh –descendiente directo del hermano de Vincent– había osado tratar el tema del maltrato a las mujeres en la comunidad musulmana. Sin exponerse por el momento a esa clase de riesgos, Buscemi sostuvo la entrevista que sigue en un tranquilo hotel de Nueva York, su ciudad natal.
–¿Estaba familiarizado con la obra de Theo Van Gogh cuando decidió abordar la remake de Interview?
–No, en verdad no. Recién cuando surgió esta posibilidad vi sus películas, y debo decir que las tres me gustaron. Son muy distintas entre sí. Estaba la posibilidad de hacer la remake de cualquiera de las tres. Elegí Interview porque fue la que más me interesó.
–¿Puede tener que ver con que usted tiene formación de actor y ésta es la clase de película en la que el trabajo de los actores es clave?
–Supongo que sí. Me interesó la relación entre los personajes. Es como una pelea de box entre un periodista político y una actriz. Sólo dos personajes, en un loft: todo un reto para un actor.
–Para un director también.
–Seguro, lo que pasa es que estoy más habituado a pensar las películas desde el lugar de actor.
–Antes de morir, Van Gogh tenía intención de filmar él mismo una remake hablada en inglés, ¿no?
–No sólo de Interview, de las otras también.
–¿Rodó con sus técnicos?
–Con su asistente de dirección, su director de fotografía y varios miembros del equipo técnico.
–¿Es verdad que la filmó en sólo nueve días?
–Sí, pero eso es muchísimo tiempo.
–¿Cómo muchísimo? Un rodaje suele tardar dos o tres meses...
–Pero Van Gogh la filmó en cinco días (risas).
–¿Utilizó las mismas técnicas de rodaje que Van Gogh?
–Sí, filmamos con tres cámaras, lo cual da la posibilidad de hacer tomar largas y además permite más opciones de montaje. También usamos bastante cámara en mano. Y utilizamos un truco que él tenía, consistente en filmar siempre primero los primeros planos. Eso es porque en las primeras tomas un actor siempre da más espontáneo, menos trabajado. Lo probamos y funcionó muy bien.
–¿Siempre tuvo claro que usted haría el papel del periodista?
–La verdad es que de entrada me interesó hacerlo, porque me pareció un gran personaje. Quería hacer de él una persona real, algo que fuera más allá del mero estereotipo del periodista. Lo mismo para el personaje de la chica: quería que no se agotara en el cliché de la estrellita. El tema es que para mí esta historia no trata tanto sobre los medios y la fama como sobre dos personajes que establecen rápidamente una relación intensa, y también destructiva.
–¿Ve al personaje de la actriz como una manipuladora?
–No creo. No en un primer momento, al menos. Es una chica inteligente y se da cuenta de que puede sacar algo del tipo. Pero además de eso hay algo en él que le interesa genuinamente.
–La pregunta inevitable, cuando se trata de directores-actores: ¿cómo se sintió al dirigirse a usted mismo?
–Es bastante agotador, y bastante esquizofrénico también. Por suerte fue un rodaje corto, eso permitió sobrellevarlo mejor.
–¿En algún momento se le cruza por la cabeza dedicarle más tiempo a dirigir películas?
–Me gustaría dirigir con más frecuencia. Pero es un trabajo agotador: todo eso de conseguir dinero, tocar timbres. Por otra parte, el modo en que me gano la vida es como actor. Le estoy muy agradecido a ello y no pienso dejar de hacerlo así como así.
–Siendo un histórico del cine independiente, ¿cómo ve el panorama actual de esa franja?
–Se puso cada vez más difícil. Con el tema del digital hay cada vez más gente que se larga a filmar. Pero no hay cada vez más salas dedicadas a esta clase de cine ni tampoco más público. Conseguir financiamiento es todo un trabajo aparte.
* Traducción, adaptación e introducción: Horacio Bernades.
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