Mié 08.12.2010
espectaculos

TEATRISTAS AGRUPADOS EN ESPACIOS ESCéNICOS AUTóNOMOS

Una escena hecha a pulmón

La asociación, que tuvo ayer su presentación oficial, está integrada por 16 salas autogestionadas que tienen problemas legales para seguir funcionando. La Legislatura porteña tratará mañana un proyecto de ley que contempla la situación del “teatro periférico”.

› Por María Daniela Yaccar

Cuando los músicos tienen un motivo para alegrarse (la flamante reglamentación del Régimen de Concertación para la Actividad Musical no oficial en la Ciudad de Buenos Aires), los teatreros buscan el propio. Y por él luchan. Desde mediados de este año lo hacen colectivamente, agrupados en Espacios Escénicos Autónomos (Escena), una asociación sin fines de lucro que tuvo ayer su presentación oficial en el Teatro del Perro. Lo integran 16 salas autogestionadas. Al igual que la música, el teatro sufrió las consecuencias de la tragedia de Beara: una ola de notas del gobierno porteño para “intimar” a los dueños de las salas que no cuentan con habilitación. Además de darse a conocer como agrupación, los teatreros informaron su primera iniciativa: un proyecto de ley que tratará mañana la Legislatura porteña y que busca que los espacios puedan funcionar mientras la habilitación está en trámite, ya que es “costosa y rígida”, además de que lleva un tiempo considerable, según manifestaron.

El espacio de Bonpland al 800, del que es dueño Juan Onofri Barbato, es una vieja fábrica. Ni siquiera tiene un cartel en la puerta que indique que allí se hace teatro. A los efectos de la charla de ayer, funcionó como símbolo: en su mayoría, las salas que integran el nuevo colectivo nacieron en los últimos ocho años y fueron antes otra cosa. Casas, ferreterías, talleres. Lo que demostró el encuentro fue una decisión de los artistas de quitarse el velo de la clandestinidad. “No tenemos por qué seguir escondiéndonos”, fue una frase que se repitió más de una vez. El riesgo, claro, era que les pusieran el cepo. “En poco tiempo logramos mucho”, se dijo también, con entusiasmo. Hacía un tiempo, Onofri Barbato le había dicho a esta cronista que Escena era una “relación política”, de la cual la mesa de ayer fue el corolario.

Es que se conversó sobre todo: los inicios de la agrupación –que se reúne todos los martes–, la ventaja de la lucha conjunta, el festival de teatro que tiene como marco a esta charla, la impronta del arte que surge en lugares inhóspitos y que, por sus particularidades, no tiene eco en la legislación vigente. La Comisión Legal (también hay de Prensa y Compras, entre otras) ganó protagonismo. Tomó la palabra el actor, director y dramaturgo Martín Seijo. Dijo que el Código de Habilitaciones y Permisos exige la habilitación como requisito para el funcionamiento de las salas. “Hay que tener el cartel en la pared y nosotros nunca tuvimos más que un almanaque. Estamos totalmente en offside”, sostuvo. Estos espacios no cuentan con habilitación por un motivo económico. “No podemos pedir subsidios porque no estamos registrados en ningún ente (es decir, ni en Proteatro ni en el Instituto Nacional del Teatro, que también tienen sus condiciones)”, añadió. Entre las exigencias más costosas mencionó “el cableado, la prevención para incendios o el acceso para discapacitados”. Algunos de los requisitos tampoco contemplan el tamaño reducido de estas salas.

Por otro lado, la habilitación es un trámite que lleva tiempo. “Habría que tener 100 mil pesos para acondicionar el lugar y la habilitación llegaría en cinco años”, estimó Seijo. Más de una vez los teatreros aclararon que la intención es cumplir con los requisitos. Lo que necesitan, al menos por ahora, es tiempo. Funcionar a pesar de no tener el cartel en la pared. Buscar el equilibrio entre “los requisitos y las posibilidades económicas”. Ese es el punto central del proyecto de ley que tratará la Legislatura mañana, desde las 16, luego de que la Comisión de Cultura le abriera el paso. Según el documento al que pudo acceder Página/12, Escena solicita la modificación de los artículos 24 de la ley 2147 y 5 de la 2542 (que linkean al Código de Habilitaciones), de manera que los teatros independientes puedan funcionar con la iniciación del trámite de habilitación. Asimismo, establece que las salas que hayan abierto sus puertas en diciembre de 2006 y que no cuenten con expediente iniciado funcionen con condiciones de seguridad básicas hasta el 30 de junio próximo. Finalmente, los espacios que cuenten con habilitaciones transitorias y muden sus instalaciones tendrían seis meses para funcionar sin el trámite iniciado. En los fundamentos, los ítem están definidos como “situación intermedia”. Sólo a largo plazo, dijeron, pensarán en modificar las condiciones que requiere un espacio para ser habilitado.

“No nos pueden inhabilitar por hacer lo que hacemos”, sostuvo Lisandro Rodríguez, dueño de Elefante Teatro, a quien correspondió hacer el balance del festival, que culmina hoy. La programación incluyó 22 espectáculos a 5 pesos, con el objetivo de recaudar fondos para las habilitaciones (el año pasado lo intentaron con una fiesta pero ¡justo! el lugar fue clausurado días antes). “Todas las funciones fueron a sala llena”, destacó. Por eso, Claudio Gorenman completó: “Demanda de cultura hay y necesidad de teatro también”. Sucede que, como lo expresó Nayla Pose, “la cosmovisión política va detrás, adaptándose a la realidad”. En este caso, la del teatro en lugares chicos, para pocos espectadores, hecho a pulmón, estéticamente “contaminado por lo ilegal, lo corrido y lo periférico”, definió Alberto Ajaka. Entre los artistas que adhirieron al reclamo fueron mencionados Cristina Banegas, Mauricio Kartun, Luis Luque, Javier Daulte y Ana Alvarado. También la Asociación Argentina de Teatros Independientes (Artei). Y los que pasaron por el festival dejaron su apoyo. Ya había 800 firmas.

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