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Miércoles, 29 de marzo de 2006

RECIEN LLEGADO, LE JEUNE BALLET DU QUEBEC

Bailarines adolescentes para danza contemporánea

La compañía quebequense trabaja con jóvenes de 16 a 20 años. Se presentan hoy y mañana en el Teatro Presidente Alvear.

Recién llegado a la Argentina, Le Jeune Ballet du Québec, compañía de ballet canadiense de estirpe contemporánea, se presentará en Buenos Aires en dos únicas funciones, hoy y mañana a las 20.30 en el Teatro Presidente Alvear (Corrientes 1659). Con dirección artística de Didier Chirpaz, los quebequenses interpretarán obras del francés Christophe Garcia, el canadiense Shawn Hounsell y el argentino Miguel Robles, quien creó una pieza para el JBQ luego de su residencia en los estudios de Montreal de la compañía, durante octubre de 2005.

El JBQ es un ballet joven, creado en 1990 y compuesto por bailarines de entre 16 y 20 años –todos con una formación clásica y moderna– que busca insertar a los artistas egresados de la Escuela Nacional de Ballet Contemporáneo de Québec en el campo profesional. En gira por Latinoamérica y luego de haber pasado con éxito por Chile, la compañía llegó por primera vez a Buenos Aires para presentar seis piezas de importantes coreógrafos internacionales creadas especialmente para el ballet. “Nos interesa trabajar con diferentes coreógrafos de variados estilos y nacionalidades, con distintas maneras de concebir la danza, y que los bailarines puedan responder a cualquier tipo de estímulo coreográfico”, explica Hugo Valencia, director de gira del ballet. “Hacemos intercambios –sigue el colombiano– con coreógrafos del exterior: los invitamos a trabajar con nosotros y luego vamos a su país de origen a estrenar su obra. Lo mismo que hicimos con Miguel Robles ya lo hemos probado con coreógrafos de Costa Rica y Francia. Estos intercambios permiten que se conozca más el trabajo de los artistas en otros países.”

Para la gira latinoamericana, Valencia ha seleccionado un repertorio que es “un gran arco iris –dice–; todas las piezas son diferentes, tanto por la música o por el vestuario utilizado como por su intensidad”. Los números coreográficos que el grupo presentará son varios y heterogéneos: Mandolinas, de García, con música de Vivaldi, Riggieri y Gullota, pone a bailar a un personaje creado por la imaginación humana. Etudes sur quelques caprices, con coreografía de la canadiense Hélène Blackburn, es un cuestionamiento a la lengua hablada y a la vez un estudio acerca de los modos en que ésta es apropiada por la danza, a través de un montaje tan sencillo como estrictamente técnico que exige a los intérpretes creatividad, virtuosismo y algo de insolencia. Gnossiennes, del francés Thierry Malandain, comienza como un ejercicio de estilo con los bailarines ubicados junto a la barra, para transformarse luego en una poesía danzada por “acróbatas alados”, en un homenaje a la música de Eric Satie. Del francés Hounsell podrá verse Variations sur un thème, un estudio sobre los principios del movimiento y la energía que se transfiere entre los intérpretes al bailar. Mientras tanto, el aporte de Robles a la compañía canadiense se verá en Just go! –pieza estrenada por el JBQ recientemente en Chile–, una coreografía abstracta, enérgica y moderna. Finalmente, el espectáculo cerrará con Jeu d’échecs, coreografía neoclásica en la cual un ajedrez gigantesco se despliega al compás del tradicional Bolero de Ravel.

De este modo, el JBQ buscará afirmarse como representante de una identidad coreográfica quebequense, sinergia de vanguardia y tradición: “La innovación es un principio y el pasado una inspiración”, dice su director. ¿Qué es lo que caracteriza a una compañía canadiense? “La nuestra se diferencia de las escuelas latinoamericanas por su gran disciplina. Los bailarines tienen la ventaja de trabajar en estructuras muy organizadas desde muy jóvenes. La Escuela Nacional de Ballet Contemporáneo pertenece al gobierno de Québec, ya tiene 40 años y da la oportunidad de adquirir experiencia sobre la escena, trabajando con coreógrafos profesionales y saliendo de gira”, explica Valencia. Y remata: “Por ello estos bailarines dan todo en escena. Estaban muy ansiosos por salir de gira. Y por venir a Buenos Aires, una ciudad culturalmente muy importante, con un público que conoce de danza, que está acostumbrado a ver compañías de gran calidad, conocedor de diferentes escuelas, pero también muy abierto a aceptar lo nuevo que se está haciendo en el mundo”.

Informe: Alina Mazzaferro.

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Las giras son parte de la rutina del ballet.
 
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