Final del recorrido para la Competencia Argentina del Bafici. Los últimos dos títulos se descubren representativos de los alcances y límites de esta cosecha nacional modelo 2011. Hoy no tuve miedo muestra a un director en estado constante de búsqueda y entrega momentos de belleza cinematográfica con otros no tan logrados. Enero, en cambio, es uno de los puntos más bajos de una selección de once títulos que no ofreció sorpresas mayúsculas.

La nueva película de Iván Fund luego de La risa y Los labios (esta última codirigida junto a Santiago Loza) es, en realidad, dos películas, de aproximadamente una hora de duración cada una. La primera parte de Hoy no tuve miedo podría verse como la contracara de La risa: aquí los protagonistas no son un grupo de muchachotes de pueblo, sino tres chicas de unos veinte años, dos de ellas hermanas. Fund evita en todo momento encerrarse en una narración dramáticamente tradicional y prefiere bosquejar momentos, sensaciones, fragmentos de vida. Hay un padre ausente, pérdidas, ansiedades, melancolías, pero nada de ello es explicitado sino sugerido a partir de climas y recortes de escenas.

Como en la ópera prima del realizador, los primeros planos vuelven a tener un rol fundamental como marca de estilo, pero aquí están plenamente justificados y no asfixian el relato, más bien todo lo contrario, logrando una potente sensación de cercanía e intimidad. El resultado se parece bastante a una home-movie, pero organizada no tanto a partir del caótico orden de la realidad, sino por una mirada sensible que hace de lo cotidiano algo extraordinario.

La segunda parte del film, que comienza con su propia secuencia de títulos –haciendo más evidente aún la escisión–, encuentra a Fund en un plan más experimental. El rodaje de una película es puesto en primer plano pero, lejos del documental de backstage tradicional, realidad y ficción se entremezclan de manera sorpresiva. Hay una obsesión en Fund por registrar mínimos cambios en los rostros, por las puestas y salidas del sol, por el registro de fiestas y reuniones en bares que conforman el centro de esta segunda fracción del díptico. Los saltos entre escenas disímiles, ordenadas por un criterio tan personal como difícil de advertir, generan la impronta de un diario de apuntes; los cambios bruscos en la calidad de la imagen y la ausencia de sonido en varios pasajes potencian esa sensación de borrador audiovisual. En esa ampulosidad de estilo pueden sentirse ciertos aires pretensiosos, una marca de modernidad que no siempre está a la altura de las intenciones. Sin embargo Hoy no tuve miedo, con sus luces y sombras, es uno de los films más inteligentes y personales presentados en la Competencia Argentina.

Enero, primer largometraje de Marcelo Scoccia y Cynthia Gabrenja, se inscribe en un registro más clásico para narrar la historia de un compositor y pianista afectado por constantes estados de narcolepsia que lo hacen dormirse, súbitamente, en los lugares más insospechados. Un trauma del pasado lo ha marcado de manera indeleble, coartando su impulso creativo e impidiendo incluso las más sencillas actividades cotidianas. Lastrado por una voz en off hiperpoblada por clichés hipotéticamente profundos y poéticos, más una serie de metáforas de dudoso gusto, el film presenta la historia en un tono insustancial que no parece dictado tanto por el tránsito angustioso del protagonista, sino por la ineficacia a la hora de transmitir las sensaciones que lo aquejan. Previsible, obvia, con una puesta en escena funcional que simplemente registra a los actores recitando sus líneas –las escenas en el diván del psiquiatra son poco menos que risibles–, Enero es simple y llana imitación de un cine anquilosado.

* Hoy no tuve miedo se exhibe mañana a las 12.45 en el Hoyts 11 y Enero hoy a las 15 y mañana a las 21.15, siempre en el Hoyts 11.