Jueves, 5 de mayo de 2011 | Hoy
OPINIóN
Por Luis Gusmán *
Quizá siempre ignoremos, porque sigue actuando, los alcances que tuvo en nuestra historia el tópico Civilización y Barbarie; más que una frase, es, si se me permite el anacronismo, un significante en una función de articulador que es fundador de un discurso. Articulador que con el tiempo, y por esa misma función, siguió produciendo acontecimientos discursivos en nuestra política y nuestra literatura. Como cualquier significante que tiene ese lugar fundante en una cultura, sufrió cierta entropía (desgaste, degradación) hasta convertirse en un sintagma cristalizado solamente capaz de producir un sentido estereotipado. Quizá nuestra historia sea el sincretismo bárbaro de la alternancia entre la frase de Sarmiento y el binarismo, versión dislocada producida por el tópico: Civilización y Barbarie.
La lectura de la literatura argentina pareciera construida desde estas dos lógicas de lectura. Una figura de la conjunción: Boedo y Florida, Arlt y Borges, o también de un sistema de oposición: Sabato o Borges. Estas dos lógicas de lectura basadas en la conjunción o el binarismo se podrían disolver desde los textos borgeanos: Kafka y sus precursores y Pierre Menard. Entonces hay Sabato sin Borges y Borges sin Sabato. Sin ir más lejos, la gente que con motivo de la muerte de Sabato se reporteaba por la televisión asociaba inmediatamente los nombres de estos dos escritores. Esta opinión excede, por supuesto, al renombre y la edad de estos dos escritores. Y aunque la fama y la vejez son dos causas que se tienen muy en cuenta a la hora de la muerte, ambas no explican la cuestión aquí planteada.
El mismo Sabato con su teoría de los demonios ha contribuido a este sobreentendido. Después están las vanidades literarias de cada quien; en esa instancia, ¿quién puede tirar la primera piedra? El yo siempre hace de las suyas, aunque se elija como política el retiro o la presencia; por supuesto, se trata de dos políticas diferentes. Pero ninguna de estas dos políticas asegura nada. Un retiro puede ser “público”, una presencia puede ser disruptiva respecto de un orden de cosas establecido. Sobre héroes y tumbas (1961) y Rayuela (1963) se publican casi contemporáneamente. En Rayuela está esa mujer llamada La Maga. En Sobre héroes y tumbas, Alejandra es el personaje femenino. Ambas “heroínas” marcaron un prototipo de mujer literaria para una generación. Muchas chicas de ese tiempo que habían leído a Sabato y a Cortázar soñaban con ser Alejandra o La Maga. La otra cuestión que está presente en Sobre héroes y tumbas es el tráfico de cadáveres. Una mitología que ha proseguido como tópico en la literatura argentina. Basta citar el extraordinario cuento de Rodolfo Walsh “Esa mujer”. En la novela de Sabato, ese viaje es a veces épico, otras metafísico. En un pasaje de Sobre héroes y tumbas se cuentan las vicisitudes de cómo se trasladó el cadáver de Lavalle fuera del país para ser sepultado en Bolivia. Por supuesto, el tráfico de cadáveres es una cosa que atravesó pero excedió nuestra literatura para dominar la cosa pública de nuestro país.
* Escritor y psicoanalista.
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