Lunes, 12 de septiembre de 2011 | Hoy
OPINIóN
Por Naum Kliksberg
Al recordar la vida y la muerte de a Facundo hay tres aspectos que se deben resaltar:
1 Fue un hombre que con su propia vida dejó un gran ejemplo para la juventud, porque se reconstruyó a sí mismo. Hijo de una familia muy pobre del interior del país, a los nueve años dejó a su familia para buscar nuevos horizontes en Buenos Aires, en donde trató de sobrevivir realizando trabajos que no le permitieron salir de una extrema pobreza. Se convirtió en un marginal al punto de ser encerrado en un reformatorio porque se había convertido en alcohólico desde los nueve años. Escapa del reformatorio y luego por su carácter violento cae preso a los 14 años. A esa edad, estando en la cárcel, aprendió a leer.
Su vida parecía destinada a la miseria, pese a ello él consiguió transformarse en un hombre sabio y útil a la sociedad, que viajó por todo el mundo enseñando sobre la paz y el amor, ganándose el respeto y el agradecimiento de millones de personas. En 1966, en reconocimiento a su trayectoria, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) lo declaró Mensajero Mundial de la Paz. El presidente Oscar Arias Sánchez, de Costa Rica, lo propuso para el Premio Nobel de la Paz.
2 Inventó el convertir en arte el hacer comentarios y componer canciones con contenidos filosóficos sobre la vida y la sociedad, motivando a reflexionar sobre aspectos trascendentales del ser humano. En esta tarea recorrió la mayoría de los países, tuvo el honor de ser considerado a nivel mundial, por su público, ciudadano ilustre del mundo.
3 Un último aspecto a tener en cuenta es sobre su muerte: a él le gustaba en sus recitales comentar cosas inusuales que pasaban en su vida, seguramente si está vivo en alguna dimensión del universo, con su guitarra como compañera, a otros espíritus les estará medio comentando, medio cantando, lo extraña que fue su muerte. Posiblemente les esté diciendo que fue víctima de la muerte que era para otro. Que murió por un conflicto entre mafiosos, siendo víctima de la misma irracional violencia contra la cual él alertaba en sus recitales, en los cuales hablaba de la necesidad de vivir en paz, con amor, sin violencia. Tal vez les esté diciendo que su muerte fue un error del destino, error que tal vez contiene un misterio, que tal vez tiene el sentido de mostrarle que él no se equivocó al dedicar su vida a dar mensajes de paz y amor, motivando al mundo a terminar con las injusticias y con tanta violencia sin sentido.
La muerte de Facundo, por absurda y sorprendente, confirma que el mundo necesita que surjan muchos más seres luminosos como Facundo que continúen con su mensaje. Sin personas como Facundo la vida sería mucho más difícil para todos.
Hoy Facundo no estás aquí ni allá, porque estás en todas partes al mismo tiempo, porque estás en el corazón de millones de personas en el mundo que se emocionan con tu recuerdo.
En nombre de ellos, de tu público, te digo... gracias amigo Facundo Cabral, juglar del mundo.
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