Aunque es considerado la voz por excelencia de los paquistaníes en Inglaterra, Hanif Kureishi detesta que le pongan el traje de héroe de las minorías asiáticas en Occidente. Y también, y se nota mucho, odia la solemnidad. Lo demostró, por suerte para el público, en la sala José Hernández, durante el diálogo abierto con el periodista Osvaldo Quiroga, organizado por el British Council. El escritor, que supo ganarse el mote de “chico malo” de las letras británicas, dio una clase magistral con su fina ironía y un notable sentido del humor para sortear esas preguntas que, desde la arrogancia que suelen cultivar muchos intelectuales, otros se negarían a responder por considerarlas banales o inoportunas en un ámbito como la Feria del libro. Cuando con cierto reparo, Quiroga le leyó la pregunta “difícil” –¿Cuál es su receta para seguir casado?–, que alguien escribió en un papel, el autor de Mi oído en su corazón (Anagrama) perforaba con su mirada a las señoras sentadas en la primera fila, acaso buscando a la indiscreta que quería conocer la receta de Kureishi. “Esas son las preguntas elementales, las que más interesan y valen la pena hacer –bromeó–. No lo sé... ojalá lo supiera. ¿Cómo pueden pensar que lo sé?... es lo más difícil de contestar.”

El escritor, dramaturgo y guionista de cine se burló de sí mismo. “Fui hippie, punk y ahora soy un escritor burgués –aclaró acerca de su evolución–. Me gustaba ir a los bares punks, pero eran muy violentos, siempre terminaba golpeado; me encantaba el mundo punk de fines de la década del 70, pero ya éramos viejos para pelearnos.” Kureishi comentó que cuando eran joven quería saber el significado de la vida. “Me hacía las preguntas esenciales que nos perturban a todos”, señaló el autor de El buda de los suburbios, una obra semiautobiográfica que publicó en 1990. “A los 20, me deprimí y me volqué al psicoanálisis buscando una forma de cura y de conocimiento –admitió–. Creo que las preguntas del psicoanálisis y de la literatura son las mismas; la diferencia es que como escritor quiero comunicarme con un público muy amplio, masivo. En cambio, la teoría psicoanalítica se ha vuelto indigerible y muy pocos la entienden. Lamentablemente, el psicoanálisis se volvió una ciencia.” En cuanto a la importancia que le asigna al cuerpo, el escritor reconoció que quiso ser “una mezcla de Platón y futbolista italiano”, con piernas musculosas y fuertes. “Todos tenemos fantasías estúpidas sobre nuestro cuerpo. Deseamos tener un nuevo cuerpo para evitar el sufrimiento de envejecer, pero a mí me interesa muchísimo lo que significa envejecer.”.

Uno de los temas que más obsesiona a Kureishi, respecto de la creación es lo que él llama “la lucha por escribir”, la manera en que el escritor opera sobre la experiencia para que tenga sentido. “Escribir es mezclar aspectos de mi experiencia. Nadie nace escritor, ser escritor es aprender a compilar las partes de uno mismo”, subrayó. Desde comienzos de los 80, dicta talleres de escritura teatral o de narrativa. Lo hace, contó, “porque nunca nadie me hace las preguntas que me hacen los estudiantes”, frase que, según recordó el escritor, le pertenece al director cinematográfico Stephen Fears, quien dirigió el guión de Kureishi My beatiful Launderette. “Enseño a escribir porque me gusta trabajar con la gente que no tiene talento –confesó–. Siempre sospecho de la gente que escribe fácilmente. La lucha por escribir es más importante que el resultado. La gente no nace talentosa; los errores son lo más importante en la vida de una persona.” Su “militancia” en favor de los talleres de escritura la fundamentó, además, en la transmisión de conocimientos a los demás. “Los talleres deben ayudar a la gente a expresar sus experiencias en palabras. Es muy importante tener una cultura viva”, aseguró. “En esta época autoritaria y oscura, enseñar a escribir es un desafío para la ortodoxia imperante.”Además de las carcajadas y los aplausos, más de uno amagó con ponerse de pie ante lo que Quiroga definió como “el elogio del aburrimiento”. Kureishi reveló que le encanta estar aburrido. “El aburrimiento es muy importante para un escritor. Los amigos de uno de mis hijos, le preguntan qué hace tu papá para vivir. Y él les contesta: ‘Mira todo el día por la ventana’. Cuando estamos muy aburridos, algo comienza a agitarse y entonces aparecen las ideas. Para ser creativos tenemos que estar mucho tiempo sin hacer nada”, proclamó el escritor. Kureishi dijo que todas las mañanas salta de la cama a la cocina, desayuna un café y después se sienta a escribir con música de fondo porque no tolera el silencio. “Practico la escritura libre, escribo de cualquier cosa que me surja y con todos esos fragmentos comienzo a armar las historias.”

“No creo que el escritor esté obligado a escribir sobre su realidad, pero cuanto más politizado está el mundo, más necesitamos de observadores como los escritores”, subrayó Kureishi. Una de sus novelas más conocidas en la Argentina, Intimidad –un relato doloroso de un hombre que decide abandonar a su pareja y a sus dos pequeños hijos– tuvo su versión teatral a cargo de la actriz Gabriela Izcovich. “Muchos de mis amigos se casaron muy jóvenes y se divorciaron a los 40 –explicó–. Estamos obsesionados por las historias de amor, pero también enamorarse implica desenamorarse, es parte de la vida, es como vivir y morir. Por eso quise escribir un libro sobre lo que significaba desenamorarse”.

“¿El feminismo llevó al divorcio?”, le preguntaron. Dudó un poco Hanif, hizo muecas, suspiró, cabeceó y finalmente se animó: “Sí, y estoy a favor. No hay nada más liberador que ver a tus numerosas mujeres dándote la espalda”.