Domingo, 12 de febrero de 2012 | Hoy
ALPHA BLONDY CAUTIVó A UN LUNA PARK REPLETO CON SU REGGAE QUE CONTAGIA FELICIDAD
Este artista africano nacido como Seydou Koné es uno de los héroes vivos del género y su versión “para todo oído” es apreciada incluso por los cultores de los sonidos más densos o experimentales. Su concierto del viernes fue junto a The Solar System.
Por Ana Asseo de Choch
Buenos Aires demuestra una vez más su afición por la música reggae y alegra redescubrirla, en un contexto en el que los aires de Buenos Aires no siempre transmiten las mejores vibras. Remeras de Bob Marley, banderas de Etiopía y gente luciendo sus más brillantes colores: el reggae por aquí siempre se escucha, pero en el momento en que aterriza y canta el primer verso alguien como Lee “Scratch” Perry, Mad Professor o Alpha Blondy, es resonante que, como en todo oficio, son unos pocos los grandes maestros. Escuchando a Blondy, es evidente al instante, para cualquier oído amateur, por qué este africano es uno de los héroes vivientes del género. Incluso para los cultores del reggae más denso, experimental y psicodélico, este artista, más asociado con el gran Gregory Isaacs, o con la rama más pop de un reggae “para todo oído”, no deja de cautivar en su simpleza, incluso a los oídos más exquisitos.
Junto a su impecable banda The Solar System brindó el pasado viernes, ante un Luna Park repleto, un concierto de poco más de una hora, no por breve menos intenso. Interpretando “Jerusalem”, comenzó a cantar detrás de escena, mientras las luces bajas anunciaban la fiesta por venir. El público empezó a bailar, cosa que no dejaría de hacer en todo el show. Se sucedieron joyas como “Masaya”, “Ma Tete”, y la pegadiza “Cocody Rock”, contagiando de felicidad a quienes transitan esta parte del verano en Buenos Aires, transportándolos, a pesar del calor, a una virtual playa en Jamaica, donde corra el aire fresco y no existan preocupaciones. Luego, más hits como “Course au Pouvoir” y “Rasta Bourgeois” –porque ser pobre no es algo fashion–, hicieron recordar que el reggae, cuando es del bueno, no se limita a remitir a una playa, cantarles a chicas lindas y resolver versos cual infante armando collages de palabras. Se compromete con lo que dice y propaga “la palabra sagrada”, que poco tiene de aleatoria, allí por donde va. Es que el reggae, justamente, no es música de ascensores. Abre las mentes y los corazones de las personas, enseñándoles que amen a sus hermanos, que no propaguen la violencia, que confíen poco o nada en la política y que cuestionen para quién trabajan.
Blondy, entonces, se comunicó con el conmovido público porteño casi únicamente a través de canciones, como “Politiki”. Pero esbozó algunas palabras, sin abusar del discurso pero con la urgencia del caso, como cuando llamó a la paz mundial previo a “Peace in Liberia”. Nacido en Costa de Marfil, cuesta creer que Seydou Koné –tal su nombre de nacimiento– esté por cumplir 60 años. Desde el momento en que Alpha Blondy abre la boca, con esa empalagosa voz única, dulce y agrietada, combativa y pacifista, es difícil no caer a sus pies y bailar para él, como un fanático religioso sin control.
Aunque su primer amor fue el rock –lo cual se mantiene con la fuerte presencia de solos y riffs– y Otis Redding y Los Beatles, sus viejos héroes, el día en que zumbó en sus oídos este ritmo, ya no pudo despegarse. Y lo interpreta en francés, inglés, árabe o hebreo. En una unificación sorprendente de lenguajes, Blondy canta shalom, le canta a Alá, canta en afrikaan o en dialectos que se oyen ajenos a los argentinos. Sin embargo, el mensaje está, porque no conoce de idiomas como barreras que dividen. El maestro de ceremonias difícilmente haya sembrado desilusiones, más allá de la brevedad del concierto. O acaso cueste asumir que momentos como éste, tarde o temprano, simplemente se terminan.
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