Lunes, 20 de febrero de 2012 | Hoy
EN EL MARCO DE LAS CELEBRACIONES DEL CARNAVAL PORTEñO
Por Emilia Erbetta
Cortar la calle y prepararla para jugar. Invitar a los vecinos del barrio, grandes y chicos, gente que apenas cruza una mirada en el almacén, para que compartan una rayuela o compitan en una carrera de embolsados. Y hacer de eso una expresión cultural, y profundamente política, para demostrar que en la calle pueden pasar cosas hermosas. Todo esto viene haciendo la Cumbre de Juegos Callejeros (Cujuca) desde 2006, cuando por primera vez convocó a los vecinos del Abasto a jugar en la calle los viejos juegos tradicionales: la rayuela, la soga, el elástico, los autitos, el tumbalatas.
“El objetivo de Cujuca es discutir esta idea de inseguridad que dice que no se puede salir a la vereda. Queremos probar que podemos encontrarnos sin miedo y conocernos”, explica a Página/12 Denise Fridman, que forma parte del colectivo de sociólogos, técnicos en recreación, psicólogos y educadores que durante todo el año se reúne en el centro cultural la Casona de Humahuaca para organizar las cumbres, y que este próximo lunes de Carnaval llevará a cabo una edición especial con juegos de agua, en Humahuaca y Sánchez de Bustamante. La idea es sostener la tradición del Carnaval, pero reconociendo el valor del agua y la situación de crisis hídrica que atraviesan muchas provincias argentinas. “Asumimos esta contradicción y por eso pensamos juegos para cuidar y recuperar el agua, que no sean de derroche”, aclaran y se presentan como una experiencia “que contribuye a enriquecer el tangible e intangible patrimonio cultural y social del barrio”.
Desde que arrancó en el Abasto, Cujuca no paró de reproducirse y ya hubo experiencias en La Boca, Flores, la Villa 31, Quilmes, Río Negro y San Juan. A través del juego, recupera y resignifica la calle: “Intentamos afianzar un tejido social para la reconstrucción de los vínculos institucionales y de la gente con el territorio”, explica Guillermo Castañeda, técnico en recreación y miembro de Los del marco, el grupo original que comenzó con las Cumbres. “Que la gente se encuentre es fundamental contra todo prejuicio y toda discriminación”, subraya Fridman. Su compañera, Valentina Corti, agrega que los juegos tradicionales, esos que se trasmiten de generación en generación mientras van transformándose en el camino, permiten que haya un cruce muy interesante entre, por ejemplo, un abuelo, su nieto y un abuelo de otro barrio. El objetivo es estimular la construcción colectiva, la consolidación de un “nosotros”, que ponga en crisis la fragmentación y el individualismo.
La Cujuca de hoy (que arranca a las 16 y se pasa para mañana si llueve) forma parte de las más de veinte actividades que Festejo Popular en la Calle, un colectivo de organizaciones sociales, culturales y políticas, organizó en 14 barrios de la ciudad para festejar el Carnaval: desde talleres artísticos para chicos, bailes de disfraces, milongas, desfiles de murgas y corsos callejeros, hasta la presentación del libro Poesía de Carnaval en el Museo del Libro y de La Lengua, el 1º de marzo a las 19.30, o la colocación de una baldosa en el pasaje Zelaya, en el Abasto, en recuerdo del murguero Julio César Abruzese, desaparecido por la última dictadura militar.
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