EN ENCUENTRO, UNA SERIE SOBRE EL PERIODISTA Y ESCRITOR
“Desde el primer momento asumimos el proyecto como un desafío estético”, dicen Federico Randazzo y Pablo Camaití, que dedican cuatro episodios a recorrer el largo camino de Bayer, el hombre que buscó “escribir sobre los episodios olvidados a propósito”.
› Por Diego Braude
“Cuando estudié historia dije ‘voy a escribir sobre los episodios olvidados a propósito’, los episodios sobre los que nunca se ha escrito nada”, dice Osvaldo Bayer cuando Página/12 le pregunta sobre un camino que comenzó ya hace mucho y que incluso lo llevó por el trayecto del exilio desde el ’76 al ’83, dejándolo literalmente partido al medio, al punto que hoy vive seis meses en la Argentina y los otros seis en Alemania, con su familia. El motivo del encuentro es la recorrida por esa memoria que Federico Randazzo y Pablo Camaití buscan plasmar en Mundo Bayer, serie de cuatro capítulos que mañana a las 22.30 se estrena por Canal Encuentro (repite los domingos a las 20).
“Teníamos un vínculo con Osvaldo, a quien consideramos un referente ineludible”, cuentan Randazzo y Camaití. “Le hicimos la propuesta y desde el primer momento asumimos el proyecto como un desafío estético.” Y es que basta poner su nombre en YouTube para que aparezcan cientos de opciones de obras o videos sobre o que cuentan con la participación o autoría del propio Bayer. Con esto en mente, entonces, los realizadores explican que “los contenidos fueron elegidos en sucesivas charlas de Osvaldo con el equipo de trabajo, siempre con la idea de que se pueda reflejar su trayectoria, pero también mostrando su intimidad, su humor, sus recuerdos, algunos hallazgos de su archivo, etcétera. Lo terminamos definiendo como un programa donde Osvaldo cuenta su historia, mientras nosotros lo contamos a él como personaje”.
A lo largo de los cuatro capítulos, el historiador, escritor y periodista vuelve sobre sus propios pasos, los que incluyen haber sido marinero timonel o bañero, los que llevan a Marlies Joos –su mujer desde hace sesenta años–, a su encuentro y amistad con Jaime de Nevares, el Che Guevara o Rodolfo Walsh, así como a la dictadura y su posterior regreso al país o a sus investigaciones sobre los anarquistas y los pueblos originarios. Cada episodio, además, registrará una intervención del protagonista sobre algún aspecto del presente, como el cambio del nombre de una calle o incluso de un pueblo entero para hacer justicia histórica.
El trailer de la serie muestra a un Bayer mirando fijo a cámara, inmutable, que acto seguido se coloca una máscara de luchador mexicano y saca la lengua desafiante. El primer capítulo de Mundo Bayer, por su parte, se inicia siguiendo el rostro del investigador y comienza con el protagonista comprando en la carnicería, caminando por el barrio que es suyo desde su infancia, recordando el frustrado y brevísimo paso como arquero por el equipo de fútbol de su calle; nada de bronces ni superhombres. El que camina tranquilo por las agitadas veredas de Belgrano C y se permite reírse de sí mismo es aquel cuyos primeros tomos de Los vengadores de la Patagonia Trágica –que profundizan sobre la brutal represión a manos del Ejército sufrida por los obreros patagónicos en 1921– fueron prohibidos durante los gobiernos del presidente interino Raúl Lastiri y luego de Isabel Perón, época en la cual su nombre acabó en las listas de la Triple A, lo que lo llevó finalmente a optar por el exilio. Es el mismo Bayer que mientras el fotógrafo lo retrata para la nota, sonríe dando su visto bueno a la obra de Randazzo y Camaití y dice que “hay mucha comprensión para el viejo”, pero que no olvida reclamar una memoria ampliada por parte de todos los sectores y partidos políticos que implique hacerse cargo de los aspectos oscuros de sus respectivas biografías.
–¿Cuál es hoy el rol del historiador y del periodista?
–El mismo de siempre, el que tendría que haber sido, ¿no? Manejarse por la ética, cuidar la verdad y estar siempre del lado de los que sufren. Las injusticias, pese a que se dice que se vive en una democracia... hay diferencias de clase que llevan la injusticia y que no son democráticas, por supuesto. Creo que tienen que tomar partido por eso, jugarse por eso, pero claro... en un país donde los medios pertenecen, en su mayoría, a empresas privadas o a familias, es muy difícil para un periodista cumplir ese rol. A mí me cuesta mucho, porque creo que me echaron de todos los lugares donde trabajé, pero lo puedo decir con orgullo.
–¿Qué preguntas se hacía antes? ¿Qué preguntas se hace ahora?
–Me sigo haciendo las mismas preguntas. Claro, en otro tono.
–¿No se vuelve extraño verse en la pantalla hablando de la propia vida?
–Lo miro con curiosidad, porque, bueno... Cuando me veo digo “¡qué viejo que estoy!”.
–¿Cómo fue interesándose por estos personajes, por estos luchadores sociales?
–Cuando estudié historia dije “voy a escribir sobre los episodios olvidados a propósito”, los episodios sobre los que nunca se ha escrito nada, y por eso mi primer libro fue sobre Severino Di Giovanni, el hombre más maldito de la historia argentina. En las décadas del ’40 y del ’50 aparecía siempre en los diarios el día de su fusilamiento el recuerdo diciendo que había sido el peor asesino de la historia argentina. Siempre tuve curiosidad y empecé a investigar; encontré sus escritos, encontré los diarios que hizo –algo que nunca se decía en las biografías–, las colecciones de libros del anarquismo, y también descubrí sus cartas de amor, a América Scarfó, que son las cartas más bellas que he leído en mi vida, que además las leí en italiano, que es el idioma del amor, y las traduje todas. (Bayer habría de acompañar luego con éxito, en los ’90, a la propia Scarfó a recuperar esas cartas de manos de la policía tras descubrir que se hallaban en el archivo de la Policía Federal.)
–A veces, cuando se trabaja sobre temas que implican mucho compromiso o escuchar historias muy terribles, se puede quedar absorbido, que se vuelva muy difícil salir o volver a ver el mundo con ojos más inocentes. ¿Le pasó alguna vez?
–Y claro... Cuando me propuse hacer los estudios históricos fui penetrando cada vez más en la historia argentina y comencé a ver las grandes equivocaciones y la injusticia con la que se gobernó en este país, las injusticias que se cometieron y nunca fueron pagadas.
–¿Qué lo motiva para seguir adelante, para seguir escribiendo?
–El triunfo de los organismos de derechos humanos. Fue la lucha de los organismos de derechos humanos que ha logrado esto (en referencia a los juicios que actualmente se siguen llevando a cabo con respecto a los delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar), y debemos reconocer que el gobierno de los Kirchner nos ha permitido por primera vez ver a los dictadores militares en la cárcel. Es la primera vez que lo vemos en la historia argentina, como dije yo más de una vez; hay que reconocer eso. Pero falta mucho por hacer para lograr una verdadera democracia. Esta es una democracia muy, muy injusta; hablé de las villas miseria, del hambre de los niños... Nosotros tenemos que seguir luchando para acabar con eso, y entonces sí empezar a lograr una verdadera democracia. La democracia tiene que ser capaz de dar un techo digno a la familia y de alimentar a todos los niños.
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