Lunes, 15 de octubre de 2012 | Hoy
FITO PáEZ Y LOS VEINTE AñOS DE EL AMOR DESPUéS DEL AMOR
El aniversario redondo del disco más vendido de la historia del rock argentino tuvo su fiesta en Buenos Aires a través del Movistar Free Music, al costado del Planetario y con 35 mil personas coreando esas canciones que el rosarino puso en el walkman de todos.
Por Gloria Guerrero
“¡Buenas noches, bendita Buenos Aires!” Fito Páez arrancó la gira que festeja los veinte años del álbum El amor después del amor en junio en Chile y pintó un mapa: Costa Rica, Venezuela (Caracas y Maracaibo), Colombia (Bogotá y Medellín), Brasil (San Pablo, Curitiba, Porto Alegre), Uruguay, Perú, Paraguay, Bolivia, México, Estados Unidos (Miami, Nueva York), El Salvador, Nicaragua, Honduras, Panamá, España, Israel, Inglaterra, Francia... y acá, donde más debe.
Páez cumplió 49; es el único músico argentino cuyo aniversario no hace falta googlear: “Nací en el ’63, con Kennedy a la cabeza; entre zanahoria y carnes”, cantó en su primer disco. Y desde 1984 convirtió a todos en testigos de sus viajes internos; de sus tragedias y de sus alucinetas; de sus gozos y sus chapuzones. Y de sus resurrecciones.
En 1992 le llegó el endiosamiento popular (que quizá podría haber merecido antes por Ciudad de pobres corazones o Ey!, oscuridades al galope; pero no fue así), y El amor después del amor sigue siendo el disco más vendido de toda la historia del rock argentino, con un millón –largo– de copias sumadas hasta este otro siglo, y con un puñado de canciones absolutamente imperecederas.
Ahora Fito Páez celebra estos veinte años del álbum que le dio su chapa absoluta, después de sus discos recientes, raramente cifrados o precisamente bonitos. Lo bien que hace. Fito creció (crecer no es “cumplir años”: es crecer) hasta convertirse en un showman verdaderamente grandioso, dueño de la escena, destacado y agitador. Por cierto, Páez agita su cabeza al estilo Stevie Wonder, buscando aquel agudo que no alcanza y que, al final, casi todas las veces alcanza (cuando frunce la boca y con esos anteojos que se pone, se parece tremendamente al Abe Sapien de Hellboy). Pero ya no le hace falta corretear por escena como hace veinte años, cuando con su camisa blanca con volados se tiraba al piso del teatro Gran Rex (hizo once funciones ahí, y después llenó tres estadios de Vélez, por Dios) y demostraba que era mentira que para hacer buenas canciones un artista tenía que penar y pasarla mal: Fito hizo un discazo pasándola bien y siendo feliz, toda una novedad conceptual para la época.
Y el grupo de músicos que carga ahora es un verdadero cañón. Cuando llega “La Verónica”, el cantante dice ante la multitud que cree que “nunca sonó tan bien esta canción como con esta banda” y, con alguna reserva nostálgica real todos terminan dándole la razón. Igual, aunque la colombiana “pelo de esponja” Ferrer es absolutamente impactante, no habría estado nada mal la presencia, aunque fuera por un rato, de la histórica Claudia Puyó.
Esto es El amor después del amor, si bien el concierto abarca “11 y 6” y todos los demás hits de la vida de Páez. Son más de dos horas de show, filmadas con 20 cámaras HD y audio 4.1 que podrán verse en noviembre en formato DVD. Fito explica cada canción: “Un vestido y un amor” (de cómo Cecilia Roth casi le pone un cohete para fletarlo de su departamento cuando lo vio llegar de madrugada dado vuelta, y de cómo ella se arrepintió cuando Fito en... ¡cuarenta minutos! le compuso este tema en un pianito heredado de Charly García)... “No seamos injustos con las musas”, reconoce el artista cuando venera a Fabi Cantilo (“Nuestra princesita: hay recuerdos que no voy a borrar”), y hasta dedica “Polaroid de locura ordinaria” a Jorgela Argañarás, su insigne encargada de prensa.
“¡¡Buenas noches, bendita Buenos Aires!!” Están Fabiana Cantilo y Celeste Carballo en vivo cantando “Thelma y Louise”, las mismas chicas del disco de 1992, como si estas últimas dos décadas las hubieran alimentado de divinidad. Está la voz virtual de Luis Alberto Spinetta para “Pétalo de sal”; sollozos. Y Andrés Calamaro virtualmente cantando, también. Y cuando ya está por terminar toda la fiesta, cuando llega “Ciudad de pobres corazones” en una furia infernal, Charly García aparece ahí, diablito, en persona, guitarra eléctrica en ristre, impecable. Un muchacho dice: “¡Ahora me puedo morir tranquilo, lo vi a Charly en vivo!”. Uh, oh, ah, alguien lo vio a Charly, recién, ¡esta noche!, ¡por primera vez...! Todo sirve para todo.
“¡¡Buenas noches, bendita Buenos Aires!!” A usanza de la tradición secular, treinta y cinco mil personas revolean remeras y toda cosa revoleable en “A rodar mi vida”, tema número catorce de un show conmovedor que habría de terminar con “Mariposa Tecknicolor”, doce canciones después. Y Fito revoleó su saco finoli, también; y lo terminó arrojando a la multitud. Después se cambió y volvió.
“¡¡Buenas noches, bendita Buenos Aires!!” Si bien se llevó a cabo dentro de la ciudad, éste no fue un show de Macri: fue un show privado y “celular”: el Movistar Free Music.
“¡¡Buenas noches, bendita Buenos Aires!!” Abajo, treinta y cinco mil revoleadores de remeras. Otros, dotados de un memorioso resentimiento –considérese que ya transcurrieron quince meses desde aquel “sincericidio” de Páez publicado en este diario, en el que lamentaba la victoria del actual jefe de Gobierno y calificaba a sus votantes como “gente con ideas para pocos, gente egoísta, gente sin swing”–, pocas horas después de este concierto twittearon y postearon. Estos mensajes fueron enviados con tremendas faltas de ortografía y sintaxis que aquí se corrigen para no perturbar al lector.
Dice uno: “Por ir a aplaudir en vez de silbar a este pobre infeliz que se despachó contra los porteños y además nunca fue capaz de disculparse. ¿Hasta dónde nos vamos a bajar los pantalones?”. Dice otro: “Me das asco, soretito Páez”. Agregan un tercero y un cuarto: “Parece ser (sic) que ya no le (da) asco la gente... Fito, te diste cuenta de que gracias a la gente comés...”; “Como siempre, pura conveniencia. Ojalá lo hubiesen dejado plantado... para que cierre un poco la boca... Asco de Fito...” Sentencia un quinto personaje: “Por qué no vas a tocar en el conurbano si tanto asco te dan los porteños, drogón de cuarta (sic)”. Se pregunta otro caballero: “Cómo no vomitó en escena; estimo que los espectadores serían de otras ciudades, no de la CABA...”. Y aquí el post más colorido de la mañana del sábado: “Yo a Fito Páez le deseo la muerte. Por ahí tengo la suerte de ir a verlo al velorio para escupirle la cara”.
Extraordinario.
¿Quién resiste cuando el arte ataca?
Ciudad de pobres corazones.
8-FITO PAEZ: XX AÑOS DEL AMOR DESPUES DEL AMOR
Fito Páez (voz, teclados, guitarra); Mariano Otero (bajo); Diego Olivero (piano y coros); Juan Absatz (teclados y coros); Dizzy Espeche (guitarras); Gastón Baremberg (batería); Adriana Ferrer (voz, coros y pandereta).
Invitados: Charly García, Fabiana Cantilo y Celeste Carballo.
Duración: 140 minutos.
Lugar: Terrenos del Planetario, sábado 13 de octubre
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